sábado, marzo 24, 2012

Hoy movilización contra el racismo y la discriminación
Por Ismael Paredes

Invitación Especial, te esperamos. Recorrido: 10:00 a.m. Torre Colpatria, siguiendo por la carrera 7 hasta la Plaza de Bolívar, donde terminará después de una concentración y un encuentro intercultural.

El Consejo Mayor de gobierno de la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic, y la Junta Directiva del Movimiento Nacional Afrocolombiano Cimarrón, en el marco de los 30 años de vida organizativa de nuestros procesos les invitamos a todas y todos para que se sumen-

a la lucha que hemos librado por la garantía de la promoción y defensa de los derechos de nuestros pueblos, por la defensa de la inclusión y el reconocimiento a las diferencias culturales y a las diversas cosmovisiones sin que ello implique discriminación o segregación racial, pero no ha sido fácil.

Ha sido un proceso de lucha contra la discriminación racial y sociocultural, lucha que queremos ratificar y hermanar con este acto de movilización el próximo domingo.

Es así como el 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial establecido por la Organización Internacional de las Naciones Unidas.

En este sentido Cimarrón y la Onic convocan para el próximo domingo 25 de marzo a la gran Marcha del Día Internacional por la Eliminación del Racismo y contra las formas de Discriminación, la cual tiene como objetivo congregar a más de 2.000 personas y promover las acciones afirmativas a favor-

de nuestra población, difundir e implementar de la Ley 1482 y 1448 y combatir todas las formas de violencia contra la mujer; al mismo tiempo que contribuir con la paz, la igualdad social y la convivencia interétnica en la ciudad.

Las comunidades educativas, las organizaciones sociales y todas y todos los Colombianos comprometidos con los derechos a la interculturalidad sin racismo y democracia sin discriminación racial, unimos nuestros esfuerzos para denunciar y visibilizar-

el racismo que persiste en nuestra cultura y las prácticas de invisibilización por las cuales se violan los derechos humanos y las condiciones de vida de las comunidades afrocolombianas e indígenas.

Los invitamos a promover la movilización y a ser parte de este gran evento convocando a más personas a participar.

¡Si te quedas en casa, eres cómplice de racismo y la discriminación!

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Catatumbo, Norte de Santander
Audiencia pública para constituir Zona de Reserva Campesina
Por Ascamcat

Por medio de la presente la Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, informa a la comunidad nacional e internacional que el próximo 30 de marzo se desarrollará la audiencia pública de constitución de Zona de Reserva Campesina del Catatumbo, convocada por la junta directiva del Incoder.

Este es el último paso en el trámite legal de constitución de zona de reservas campesina en el marco de la ley 160 de 1994. Al evento están convocadas las veredas de 7 municipios  que comprenden la jurisdicción de la zona de reserva campesina que son:

El Carmen, Convención, Hacarí, San Calixto, Teorama, Tarra y Tibu, con la participación de sus respectivos alcaldes, concejos municipales, la Gobernación del Departamento, la autoridad ambiental del departamento Corponor.

Es  importante resaltar que a lo largo de la resistencia que hemos hecho los campesinos y campesinas durante más de dos años y con ellos haber logrado la interlocución con el gobierno local, departamental y nacional, estemos en uno de los momentos más importantes como lo es la constitución de la Zona de Reserva Campesina, como alternativa de permanencia en el Territorio y el acceso a la tierra.

En el desarrollo de la Audiencia Pública, que se desarrollará el día 30 de marzo, en el municipio de El Tarra, se socializara el Plan de Desarrollo Sostenible de la Zona de Reserva Campesina, donde están planteados los proyectos productivos, salud, educación, saneamiento básico, electrificación, vivienda, y ambientales.

Esperamos en este aspecto poder escuchar los compromisos por parte del gobierno, para llevar a cabo la ejecución y avance del Plan de Desarrollo Sostenible.

Queremos agradecer a cada uno de los campesinos y campesinas, y en general a todas  las personas que han creído en este proceso de construcción y constitución de la Zona de Reserva Campesina para la región del Catatumbo, por eso decimos: ¡viva la semilla de lucha campesina en Colombia- ZRC!

Fraternalmente,
Asociación Campesina del Catatumbo
¡Por la vida, la dignidad, la tenencia de la tierra y la permanencia en el territorio!

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Las liberaciones de las FARC serán definitivamente el 2 y el 4 de abril

La defensora de derechos humanos y vocera de Colombianas y Colombianos por la Paz, Piedad Córdoba, manifestó al anochecer de este sábado 24 de abril, que las liberaciones unilaterales de las FARC se realizarán definitivamente los próximos 2 y 4 de abril.

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Conflicto social y armado/
Los niños de la guerra: una mirada nativa
En las regiones más remotas de la geografía colombiana los niños envejecen prematuramente.
Por: Yezid Arteta Dávila*

En las comarcas rurales del occidente y el sur de Colombia observé habitualmente a niños desempeñando labores agrícolas en las parcelas, raspando hoja en los plantes de coca, jugando billar en las cantinas o apostando dinero en las riñas de gallos.

Conversé infinidad de veces con los campesinos en el interior de los ranchos para conocer los detalles de su vida cotidiana e intentando encontrar una explicación de porqué razón las mujeres empezaban a parir sus hijos desde antes de cumplir los quince años.

Observando las condiciones materiales de vida de los labriegos pobres del país y escudriñando su naturaleza interior conseguí, luego de cotejar la cruda realidad campesina con mi tabla de valores urbana, llegar a una reflexión: en las regiones más remotas de la geografía colombiana los niños envejecen prematuramente.

En estas zonas rurales la mayoría de edad, tanto del hombre como de la mujer, no se mide cronológicamente sino de acuerdo a la fuerza de trabajo que posee un individuo o la capacidad de reproducirse.

Esta creencia imperante en el universo rural colombiano choca lógicamente con los valores aceptados por la inmensa mayoría de la sociedad que, bien o mal, considera que sólo se obtiene la mayoría de edad cuando se supera el límite de los 18 años.

No cabe la menor duda de que en Colombia cohabitan dos mundos que a pesar de compartir una misma nacionalidad perciben la realidad de manera distinta.

Mientras que en Medellín, Barranquilla o Bucaramanga un estudiante de bachillerato recibe usualmente una mesada de sus padres para cubrir las necesidades básicas, la mayoría de los chicos de las zonas rurales del Caquetá, Putumayo o Cauca por ejemplo, el dinero que guardan en sus bolsillos proviene del pago de un jornal obtenido con su sudor.

Dentro de esta lógica rural se puede entender, más no justificar, que un joven que toma en sus manos un azadón para labrar la tierra y obtener a cambio una paga, puede de la misma manera empuñar un fusil de combate y dispararlo.

El cantinero que atiende su negocio en un lejana aldea del Chocó o Guaviare no pregunta por la edad de su cliente pues sólo le interesa que éste cuente con dinero suficiente en el bolsillo para pagarle la botella de aguardiente que está consumiendo.

El padre de familia que está próximo a recoger su cosecha de maíz, marihuana, café o coca le importa un comino que sus hijos dejen de asistir a clases en la escuela puesto que para él es más importante que los críos le echen una mano en el tajo de tierra, pues del fruto de ella se nutre el resto de la prole.

En las paupérrimas escuelitas rurales es un milagro que un pequeño consiga terminar la primaria completa.

Es una abominable realidad que no podemos soslayar si queremos ir más allá de las maneras simplistas con las que los informes, elaborados a base de tópicos y redactados con tecnicismos extravagantes, relacionan los acontecimientos de la guerra y donde sólo se anotan meras-

cifras acerca del involucramiento de los niños en los grupos de alzados en armas, sin entregarnos una explicación convincente de las razones para que esto suceda y menos aún sin contarnos cómo es la geografía humana que prevalece en los parajes rurales.

En la mayoría de los países europeos un considerable número de jóvenes mayores de 25 años que han finalizado sus estudios universitarios, aún no han decidido si continuar viviendo en casa de sus padres o independizarse de una vez por todas.

En las zonas marginales del agro colombiano una mujer de 25 años cuenta a su haber con cuatro o más hijos y su deterioro físico y moral es tremendamente triste.

Y lo que es peor, menores que cargan sobre sus hombros un largo prontuario de crímenes que harían sonrojar a un gangster de de la Cosa Nostra. Son realidades distintas que ameritan enfoques distintos.

No es descabellado entonces afirmar que la vinculación de los menores como combatientes en el conflicto que se desarrolla básicamente en la periferia rural del país, constituye para ellos una opción de movilidad social ascendente en tanto que la pertenencia a un grupo armado les concede la posibilidad de esquivar el ambiente de miseria secular que existe en sus viviendas.

Por simple decoro, el Estado y las organizaciones sociales deben continuar las campañas en contra del reclutamiento de menores para la guerra, empero soy pesimista en cuanto a la eficacia de estas acciones mientras no se ataquen las causas que generan esta circunstancia.

Hay un fenómeno estructural sin resolver en algunas regiones agrarias del país y en las cuales se reproduce lógicamente el conflicto armado con todas sus derivaciones: combates, asesinatos, despojos, reclutamiento de menores, lisiados, desplazamiento y otros etcéteras.

Si bien es cierto que los acuerdos humanitarios puede aminorar el sufrimiento entre la población no combatiente, en el caso de Colombia es vital derribar, mediante un cese al fuego y un acuerdo de paz,-

el muro del conflicto a fin de evitar que los adultos vayan al combate pero sobre todo que los niños que nacen en Colombia cuenten con unas mínimas condiciones materiales de vida que los haga comportarse y vivir como niños. Foto Semana

*Excombatiente y exprisionero, analista de conflictos, trabajo por la paz y la reconciliación de Colombia.

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viernes, marzo 23, 2012

Corinto, Cauca
II Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina ZRC y la Propuesta de Ley Agraria Alternativa
Por Giovanny Aristizabal Hincapie

“Es necesario replantear la política agraria en Colombia y la redistribución de la tierra en nuestro país además de redefinir la relación existente entre el hombre, la naturaleza y el territorio”, dijo el-

Representante a la Cámara Hernando Hernández Tapasco en el marco del II Encuentro nacional de Zonas de Reserva Campesina ZRC que se realiza en el municipio de Corinto, Departamento del Cauca.

En el evento que cuenta con las asistencia de más de 1.300 delegados de diferentes zonas del país, se adelanta la discusión sobre el avance en el proceso de delimitación y designación de zonas de reserva campesina en Colombia,-

también se analiza el estado actual en que se encuentran dichas zonas, sus obstáculos y tropiezos en los contextos donde se presentan nuevas solicitudes después de 18 años de existencia jurídica y a un año de su reactivación.

A este encuentro al que asisten académicos reconocidos, estudiantes universitarios, la ACIN, el CRIC y organizaciones campesinas que impulsan reservas en más de 10 departamentos, también fueron citados el Gerente del Incoder, y el Ministro de Agricultura, entre otros.

Dentro del panel sobre ordenamiento social y ambiental del territorio, el congresista indígena se pronunció acerca de la interrelación que debe haber entre la tierra, el hombre y la naturaleza como elementos fundamentales en el desarrollo social,-

político, económico y cultural de las comunidades; también habló sobre los planes de vida de los pueblos indígenas necesarios para garantizar la soberanía de las comunidades rurales de nuestro país.

Entre otros puntos socializó la propuesta de ley agraria alternativa que fue avalada por las organizaciones sociales, afro y campesinas y que será presentada ante el congreso de la República en este período legislativo.

En torno a esta tarea, el congresista tendrá la responsabilidad de dejar en claro los puntos con los cuales a la luz de las comunidades debería trabajar el gobierno nacional en el desarrollo de una reforma agraria más incluyente para los habitantes de las zonas rurales del país.

Se espera que al final izar el evento, queden claros los puntos que deberán ser tenidos en cuenta por el gobierno nacional, para garantizar el derecho a la tierra, al territorio y el buen desarrollo de nuevas zonas de reserva campesina, así como abrir el debate en torno a la política agraria que se tiene actualmente en Colombia.

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Las FARC no han cambiado la fecha del 26 de marzo para las liberaciones

La defensora de derechos humanos y vocera de Colombianas y Colombianos por la Paz, Piedad Córdoba, manifestó en su cuenta de Twetter que las FARC no se han manifestado respecto al cambio de fechas para las liberaciones y que por lo tanto la del 26 de marzo se mantiene.

El Comité Internacional de la Cruz Roja había informado previamente que las liberaciones se producirían a partir del 30 de marzo, pero las FARC no han aceptado hasta el momento el cambio de fecha.

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El Inpec reprime a prisioneras por adelantar en huelga de hambre
Por Notimundo 

La Fundación Lazos de Dignidad denunció que Inpec trasladó a celdas de aislamiento a las prisioneras políticas recluidas en la cárcel El Pedregal, las cuales se declararon en huelga de hambre.

Las huelguistas se sumaron a la Jornada Nacional de Huelga de Hambre iniciada por 555 prisioneros políticos desde el 20 de marzo, para exigirle al gobierno que permita el ingreso a las cárceles de la Comisión Internacional de Observación de la Situación de Derechos Humanos y de Colombianas y Colombianos por la Paz

Desde el pasado 20 de marzo, presos políticos de las cárceles de Cómbita, El Barne, La Picota, Palmira, Girón, La Dorada, Apartadó y Quibdó, a las que se han ido sumando presos de otros centros de reclusión, adelantan la protesta.

El 22 de marzo anterior, a las 6 de la mañana, las prisioneras políticas Sandra Patricia Torres, Elena Patricia Muñoz y Camila, recluidas en la cárcel El Pedregal de Medellín se declararon en huelga de hambre, hasta tanto el gobierno permita la visita de la comisión internacional de observación.

A las 8 de la noche de la misma fecha, guardias del Inpec trasladaron a las tres huelguistas a los calabozos de aislamiento, denominados Unidades de Tratamiento Especial, como forma de castigo por su acción de protesta sin que hasta el momento se conozca sobre su situación.

Organizaciones defensoras de derechos humanos y la comunidad que forman las y los prisioneros políticos, expresaron que se trata de una medida represiva de castigo y mostraron su preocupación por las retaliaciones que se están cometiendo contra los participantes en la huelga.

“Existe ausencia de garantías para el ejercicio de la protesta pacífica en esa reclusión, violando de  lo dispuesto en el artículo  37 de la Constitución Política y en la sentencia T -571 de 2008 de la Corte Constitucional colombiana”, dice la denuncia.

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Seguridad  narcocrática/
Fiscalía acusa a 24 militares por asesinatos a sangre fría
Por Camilo Raigozo

La Fiscalía informó que acusó a 24 soldados profesionales, adscritos al Batallón La Popa de Valledupar, por su presunta responsabilidad en los asesinatos a sangre fría de tres jóvenes a quienes presentaron como integrantes de las FARC.

El ente investigador pudo establecer que el 26 de abril de 2005, Roberto Henry Taguer Bolívar, Cristián Camilo Santiago Redondo y Deivis de Jesús Pacheco Hernández salieron de sus residencias en el municipio de Baranoa (Atlántico) hacia Valledupar, para trabajar en fincas próximas a esa ciudad.

Al día siguiente, los presuntos criminales de la mencionada unidad militar reportaron la muerte de tres miembros de las FARC durante combate librado en el corregimiento San José de Oriente, municipio de La Paz (Cesar).

En la coartada, los terroristas estatales registraron a las tres víctimas en las actas de inspección a cadáver como NN.

Sin embargo, el 5 de octubre de 2005 fueron identificadas por sus familiares, luego de que uno de ellos fuera informado por el notario de Baranoa sobre la muerte de uno de los jóvenes.

La fiscal de Derechos Humanos y DIH, a cargo del caso, pudo comprobar las mentiras de los implicados en los homicidios y profirió a dictar resolución de acusación por el delito de homicidio en persona protegida.

Los presuntos criminales son: Eduardo Julio Mendoza, Hugo Alberto Martínez Delgado, Ferneth Pérez Villalobos, Saudith Alberto Jaraba Carrillo, Silvio Jacinto Gamez Arrieta, Joyber Yecith de Ávila Alquerque, Ismael Granados Peñaranda, Julio Alberto Samper Camacho, Cibis Manuel Vencé Castillo, Yuber José Arao Arias, Jean Carlos Rivera Toloza,-

Deivis John Díaz Mejía, Alexander Villalobos Díaz, Juan David Zuleta Calero, Nafer Antonio Anaya Ariza, Tobías Antonio Lema Álvarez, Joaquín Díaz Vanegas, Edgar Francisco Montaño Churio, Julián Sandoval Botello, Danis Daniel Gómez Solano, Carlos Enrique Ayala González, Toiber Blanchar Villazón, Yesid Adolfo Gascón Cárdenas, y Cristián Vicente Estepa Chaparro.

La fiscal reiteró las órdenes de captura en contra de: Arao Arias, Rivera Toloza, Díaz Mejía y Estepa Chaparro vinculados como personas ausentes

En la actualidad el Gobierno, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, altos mandos castrenses, congresistas y dirigentes políticos inescrupulosos, así como la extrema derecha del país, insisten en-

que el fuero militar sea ampliado, con lo cual las violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario cometidos por los militares quedarían en la impunidad.

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jueves, marzo 22, 2012

Testimonio de hija de prisionero político asesinado por el Estado colombiano
Los presos políticos son torturados y condenados a muerte de facto, por negación de asistencia médica
Por: Rpasur/Azalea Robles

Testimonio de la hija de Arcesio Lemus, prisionero político asesinado durante su encarcelamiento por negación de asistencia médica por parte del establecimiento colombiano como forma de castigo y tortura habitual del maltrato institucional que la población reclusa recibe.

Las condiciones infrahumanas a las que son sometidos los prisioneros, hacen de las cárceles de Colombia verdaderos recintos de tortura y vejación, con resultado frecuente de fallecimiento, en particular aplicación de la pena de muerte por parte del Estado contra la disidencia prisionera.

Se estiman entre 8.000 y 9.500 los presos y presas políticas en Colombia, según se denunció en el foro 'Colombia entre Rejas': la tortura es denunciada como sistemática.

En el Foro "Colombia entre Rejas" los familiares de las y los prisioneros políticos lo dijeron alto y claro: "No hay duda, no hay espera; hay que actuar presionando desde el principio"

El testimonio:

"En los últimos quince años, hemos vivido con mi familia una historia de destierros y encierros. Mi padre, Arcesio Lemus, desde muy niño, tuvo que soportar las inclemencias de la violencia partidista en Colombia.

Y, al contrario de volverle un ser rencoroso, lo llenó de amor por las causas populares. Así se hizo líder campesino, líder de trabajadores informales, líder comunitario, y un referente del trabajo revolucionario en el norte del Tolima.

Ese tipo de cosas no las perdona el Estado. Así que en la década de los 90 mi padre tuvo que desterrarse de Líbano, Tolima, para salvaguardar su vida y la de nuestra familia.

Pero la cosa se puso peor. Mi madre fue víctima de un montaje judicial, que la tuvo dos años tras las rejas.

Yo, tal vez, tuve la mejor parte, porque solamente fui conducida a una correccional de menores cuando tenía 15 años, pero tuve la suerte de que mi rendimiento académico se convirtió en el argumento para que me devolvieran a la libertad, bajo custodia de personas de noble corazón que tuvieron a bien brindarnos su apoyo en ese difícil momento.

Fueron dos años de presión para que mi papá se entregara, que no le dejaron más opción que la clandestinidad y, en identidad con sus ideales, por la insurgencia.

Desde entonces se incorporó a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), donde se desempeñaba como salubrista del Frente Bolcheviques del Líbano. ¡Vaya paradoja!

Mi papá salvó decenas de vidas, trajo otras tantas al mundo, cuidó de la salud de insurgentes, pero también de campesinos y de todo aquel que lo necesitara en la zona. Y, sin embargo, mi papá murió por una negligencia médica.

En noviembre de 2005 mi papá fue detenido por el Ejército. Desde entonces, empezó el calvario del encierro.

Su espíritu revolucionario se tornó más intenso. Como siempre, era el primero en levantarse y el último en acostarse.

Promovía grupos de estudio, brigadas de limpieza, jornadas de actividad física, y un sinnúmero de actividades que lograron posicionarlo como un referente en cada uno de los patios de las cárceles donde estuvo prisionero. Eso tampoco lo perdona el Estado.

Son innumerables las solicitudes de trabajo, de talleres, de actividades para desarrollar al interior de la cárcel y nunca fueron atendidas.

Lo único que logró fue su traslado de un patio a otro y de la Cárcel de Picaleña, que permitía a nuestra familia estar un poco más cerca, a la cárcel de La Dorada (Caldas). Allí mi padre comenzó a enfermar.

A la edad de 65 años empezó a tener intensos dolores de cabeza y mareos. Una vez más, los directivos penitenciarios de Doña Juana en La Dorada (Caldas), se llenaron de solicitudes de mi padre, en donde les exigía su derecho elemental a la salud. Nunca fueron atendidas por el INPEC.

Mi padre empezó a sufrir desmayos que tampoco fueron atendidos por el INPEC. Sus compañeros de cautiverio hicieron huelgas y motines, hasta que lograron que lo sacaran a "la unidad de sanidad" (como llaman en las cárceles), donde lo aislaron.

Tan pronto supimos la familia empezamos a llamar a solicitar información sobre su estado de salud, y nos decían que mi papá tenía depresión.

¿Depresión? Un hombre que fue ejemplo de dignidad y para quien su tarea principal era la libertad, no la suya, sino la del pueblo, no tenía tiempo para deprimirse.

Empezamos a gestionar visitas de organismos de derechos humanos, el ingreso de los abogados del Comité de Solidaridad, y de la abogada que llevaba el caso de mi papá, a apelar por lo menos al más mínimo sentido de humanidad de los guardias, pero nada funcionó.

Un día cualquiera, mi papá fue remitido, en grave estado de salud, nuevamente a la cárcel de Picaleña, pero no lo hacían para permitir el acercamiento familiar, como lo veníamos solicitando dos años antes.

Tampoco lo hacían por su estado de salud. Simplemente lo enviaron en revisión ordinaria, como para deshacerse del problema.

En la cárcel de Picaleña, al encontrarlo en tan delicado estado de salud, fue remitido al Hospital Federico Lleras Acosta, donde recibió una atención deshumanizada y humillante, como suelen recibir la mayoría de presos colombianos que se enferman.

Sin atender la delicada situación de mi papá, fue devuelto a la cárcel, con la prescripción de observación permanente en la unidad de sanidad.

Al día siguiente, logramos una visita de diez minutos para ver a mi padre, y lo encontramos con un golpe terrible en la cabeza, bañado en sangre y en una situación peor. "Fue que se cayó", fue lo que nos dijeron en el Inpec.

De manera desesperada empezamos a rogar que lo llevaran de nuevo a un centro médico. Mi padre ya no podía hablar tan siquiera, llevaba casi quince días vomitando, no controlaba esfínteres, había perdido peso de manera alarmante y, por si fuera poco, se agregaba un trauma craneoencefálico que nunca se supo cómo sucedió dentro de la cárcel.

Nada de eso fue suficiente para que los directivos del Inpec atendieran su salud. Dos días después, con toda la presión hecha pero cuando prácticamente no quedaba nada que hacer, mi papá fue remitido de nuevo a una institución hospitalaria en estado de coma.

Allí le encontraron un tumor en su cerebro. Estuvo 22 días en cuidados intensivos, hasta que el 29 de junio del año 2010, mi papá falleció.

Quiero compartir esta historia con ustedes para demostrar el tamaño de la ignominia que viven los presos colombianos, y especialmente, los presos políticos, contra quienes pareciera existir una política de Estado, que somete sus derechos,-

su dignidad y su vida a todo tipo de atropellos, como una suerte de sanción política extra-judicial, pero también lo quiero hacer para plantear una reflexión mucho más allá de la casuística, aprovechando la instalación de esta Comisión de Observación Internacional.

En las cárceles colombianas, y en general en el sistema penitenciario colombiano, no existe la más mínima noción de salud, y menos aún, una política sanitaria.

No sólo entendida la salud como la ausencia de enfermedad o la atención a las enfermedades de los presos cuando éstas ocurren, sino entendida como las condiciones básicas de calidad de vida para los internos.

Las cárceles son sitios insalubres, caldos de cultivo de enfermedades infecto-contagiosas; no cuentan con condiciones de saneamiento básico; no existe un seguimiento a los regímenes nutricionales;-

el hacinamiento es crítico; los problemas de salud mental, de enfermos crónicos, de salud pública que padecen muchos internos no son tratados de manera adecuada en las condiciones particulares que ello exige.

Al contrario, son sometidos ellos y los otros, que gozan por lo menos de ausencia de enfermedad, a convivir en espacios comunes que agudizan y tensionan la situación sanitaria aún más.

Pero hay una cuestión que me genera particular inquietud: el Inpec paga a Caprecom, la EPS que atiende la salud de los internos, aproximadamente 27 mil pesos mensuales por cada preso.

Es decir, alrededor de dos mil seiscientos millones de pesos, mes a mes, y casi 32 mil millones de pesos al año. ¿En qué se invierte ese dinero, si las condiciones de sanidad de las cárceles son absolutamente precarias?

¿Cuánto dinero de ese se invierte en atender la salud de los internos, si pasan años para que sea aceptada una solicitud de revisión médica, de exámenes, de tratamiento por parte de los internos?

¿A dónde va a parar ese dinero si en las cárceles no existe la más mínima medida de promoción y prevención de la salud y, menos aún, políticas sanitarias?

Ruego a la Comisión de Observación que esta situación sea tenida en cuenta con particular prioridad y énfasis.

El derecho a la salud es fundamental por su conexidad con la vida y, por tanto, es de obligatorio cumplimiento por parte del Estado colombiano y el Inpec como directos responsables de la integridad de las personas recluidas en las cárceles colombianas.

Ruego a la Comisión de Observación presionar a la institucionalidad internacional de la salud en el mundo, para que sus ojos sean volcados sobre esta grave situación en las cárceles colombianas.

Pero, especialmente, ruego a la Comisión de Observación hacer seguimiento y monitoreo a la situación de salud de los y las presas políticas, pues, como advertí párrafos atrás, parece existir una política extra-judicial de sanción que aprovecha afecciones de salud para mancillar su dignidad y su vida.

A los y las familiares, con quienes comparto la angustia, la solidaridad, el amor y el compromiso por nuestros prisioneros y prisioneras, no me queda más que decirles que debemos estar atentos a cualquier asomo de enfermedad en ellos.

No hay duda, no hay espera. Hay que actuar presionando desde el principio. Pero también invitarlos a organizarnos.

Estamos en condiciones de construir una red de trabajo más fuertes para acompañarlos, apoyarlos, y seguir luchando por los derechos de nuestros familiares prisioneros y prisioneras políticas en Colombia. Porque aquí no estamos todos. Aquí faltan nuestros presos".

miércoles, marzo 21, 2012

Conflicto social y armado/
Más litros de sangre para los ávidos guerreristas
Por Camilo Raigozo

Hace apenas cinco días 11 jóvenes de entre 19 y 23 años, pertenecientes al ejército, perdieron la vida en combates con las FARC en Arauquita, Arauca.

Varios habían sido reclutados contra su voluntad, ya  que según los familiares de algunos de ellos,  "les había tocado prestar el servicio para sacar la libreta militar y poder trabajar en alguna cosa".

La muerte los sorprendió cuando cuidaban los intereses de las petroleras, en una guerra que no les pertenecía.

¿Por qué los hijos de Santos y de la oligarquía que él representa no van a prestarle ese "servicio a la patria", que ellos llamán?

En la mañana de este miércoles se conoció que 33 guerrilleros de las FARC murieron en enfrentamientos con el ejército.

Son muchos litros de sangre del pueblo colombiano en tan poco tiempo, que para nada calman la voracidad por este mortal líquido, de quienes ostentan el poder.

"Gran golpe a las Farc en Arauca donde nos mataron nuestros soldados. Van 24 muertos y 10 capturados. Felicitaciones a nuestras fuerzas". Exclamó con demencial placer el presidente Santos  vía Twetter.

Por su parte la dictadura mediática hace fiesta con las "¡nuevas y buenas noticias para los colombianos!", con inocultable sed de venganza, regando más combustible sobre la hoguera.

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lunes, marzo 19, 2012

Conflicto social y armado
La muerte de los 11 militares en Arauca es culpa de Santos por no usar la llave de la paz que dice tener en el bolsillo
Por camilo Raigozo

No solo la muerte en combate a manos de las FARC de los 11 militares el pasado sábado 17 de marzo en la vereda Tres Cruces, municipio de Arauquita, Arauca, se hubieran podido evitar, sino también las anteriores y las que vendrán, tanto de soldados y policías, como de guerrilleros y civiles, sí no fuera porque el presidente Santos insiste en negarse a usar la llave de la paz que dice tener en el bolsillo.

Otras 11 familias, humildes desde luego, quedaron embargadas por el dolor y el luto, víctimas del conflicto social y armado impuesto al pueblo colombiano por las oligarquía violenta y criminal que ha mantenido el poder en el país en la era republicana.

Paradójicamente los uniformados no murieron defendiendo los intereses del pueblo colombiano, como hábilmente le hacen creer al país el gobierno y la dictadura mediática.

Los 11 militares murieron defendiendo los intereses de las transnacionales, quienes con la complicidad del régimen saquean a manos llenas los recursos naturales.

Según declaraciones que Ariel Ávila de la Corporación Arco Iris le dio a El Tiempo, “Los militares estaban cuidando infraestructura petrolera, labor a la cual se dedica el 82 por ciento de las tropas del Ejército en esta zona”.

Es un milagro que no se hubieran presentado muertes, ni lesiones de civiles, ya que los militares habían infringido normas del Derecho Internacional Humanitario, poniendo en alto riesgo la vida y la integridad de los campesinos del lugar.

El Ejército conoció que el suboficial a cargo de la unidad informaba por radio su posición y no se movía del lugar reportado, y que después del programa con el comandante del batallón, el suboficial dormía en una casa de campesinos con algunos de los soldados”, informó Noticias Uno.

¿A caso tenían a los campesinos de la vivienda y a los vecinos como escudos humanos, como ocurre en casi todas las zonas de conflicto, según denuncias de comunidades y ONGs?

Jóvenes sin oportunidades

"Mi hijo no estaba listo para ir a la guerra, a mí sí me parece un error garrafal enviar a estos jóvenes a una zona tan peligrosa como la de Arauquita y Saravena", le dijo a El Tiempo el padre (foto) del soldado Nayid Hernán Bonilla Castillo, de 21 años.

Por su parte Floralba Ayala, madre del soldado Juan Ovidio Ortiz Ayala, de 18 años, le dijo a El Tiempo que, "Mi hijo era un campesino enamorado de los cultivos de café, pero se presentó al Ejército con el objetivo de tener la libreta militar para después trabajar y salir adelante".

Juan José Rodríguez le dijo al mismo medio que su hijo Mauricio Alejandro Rodríguez no estaba en condiciones de prestar el servicio militar. "Él era mecánico de motos, de guerra no sabía absolutamente nada, pero así se lo llevaron para Arauca la zona más difícil del país".

Estigmatizaciones

"La guerrilla tiene muchos milicianos y colaboradores en esta región. De hecho, a la escuadra ya le tenían detectados todos los movimientos, y esto fue aprovechado", le dijo un alto oficial a los medios.

Señalizaciones y estigmatizaciones como la anterior, tienen a las comunidades temerosas por las represalias que se puedan desatar contra ellas por tener que vivir en una zona de conflicto.

Algunas cifras recientes

El pasado 10 de octubre, tras un ataque de las FARC en Caloto, Cauca, murieron 7 uniformados en la zona de El Palo. 11 días después, 10 militares murieron y otros 6 quedaron heridos en ataque de las FARC en Tumaco (Nariño).

El 22 de octubre anterior, en el corregimiento de Caño Verde, en Fortul, Arauca, 10 militares murieron y tres resultaron heridos en un ataque de las FARC. A principios de febrero pasado, en Tumaco, Nariño y Villa Rica, Cauca, murieron por ataque de las FARC 9 policías y 6 civiles.

Según informaciones de prensa, el pasado 18 de marzo 9 guerrilleros de las FARC, fueron muertos en enfrentamientos con el ejército y otros seis capturados (cuatro de ellos heridos) en zona rural del corregimiento Las Lomas, municipio de Puerto Asís, Putumayo.

Un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris conocido el 8 de febrero pasado titulado, “Las cuentas no son tan alegres”, advierte que en los últimos tres años la fuerza pública tuvo 6.400 bajas a manos de la guerrilla, 2.235 de ellas el año pasado.

Si a esa escalofriante cifra se suma el número de guerrilleros y civiles muertos o heridos, los desplazamientos y el despilfarro diario en el conflicto de cerca de 60 mil millones de pesos, el resultado  no es otro que un costosísimo desangre del pueblo colombiano, impuesto demenciamente por quienes detentan el poder.

¿Cuánta sangre más tiene que correr para que el presidente Santos, la oligarquía nacional y extranjera que él representa y la ultraderecha guerrerista del país, entiendan que la solución del conflicto social y armado  es por la vía política y no militar? Foto El Tiempo.

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