jueves, diciembre 04, 2008

Mortandad democrática/
Alarmante aumento de 'falsos positivos' en los dos últimos meses
Por Camilo Raigozo

Un informe de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, dado a conocer a los medios, dice que de agosto a noviembre de este año, en Antioquia se pasó de 155 a 219 asesinatos en los que presuntamente está involucrada la Fuerza Pública.

En el Meta se pasó de 107 a 115, en N de Santander se pasó de 26 a 50 asesinatos cometidos presuntamente por miembros de las fuerzas de seguridad del Estado.

Según el documento del ente investigador, hasta el momento han sido condenados 46 militares, 952 están vinculados a investigaciones, mientras que 21 policías, 20 integrantes de la Armada y 4 agentes del DAS, también están siendo indagados.

Según la Fiscalía los falsos positivos pasaron de 1 solo caso en el 2001 a por lo menos 245 en el 2007, lo que hace preocupante el fuerte incremento de asesinatos atribuidos presuntamente a las fuerzas de seguridad del Estado. Foto El Universal

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Mortandad democrática/
Detenidos seis militares por falsos positivos
Por Camilo Raigozo

Un fiscal de derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario, dictó medida de aseguramiento sin beneficio de excarcelación contra un oficial, un suboficial y cuatro soldados profesionales, investigados por su presunta responsabilidad en el secuestro y posterior asesinato de dos personas.

El 17 de marzo de 2006 miembros de la IV Brigada del Ejército llegaron a la vereda La Merced en el municipio de San Luis (Antioquia) y tras el registro irregular a una vivienda se llevaron a Medardo de Jesús Mejía García y a otra persona de apellidos Sepúlveda Cardona.

Al día siguiente, esas personas fueron registradas en la morgue de San Luis como muertas en combate con tropas regulares.

Los sindicados son, César Mauricio Cataño Macías, subteniente; Víctor Manuel Londoño Ortiz, suboficial, y los soldados profesionales José Rubelio Morales Gómez, Amaury Salazar Reyes, Javier Pérez Rodriguez y Emilson Álvarez, como presuntos coautores de homicidio en persona protegida, tortura en persona protegida y secuestro simple.


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miércoles, diciembre 03, 2008

La componenda
Por: Cecilia Orozco Tascón

Constitución Nacional. Artículo 13: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, (y) recibirán la misma protección y trato de las autoridades (…) sin discriminación por razones de (...) religión, opinión política o filosófica...”. Artículo 18: “…

Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias…”. Artículo 19: “Se garantiza la libertad de cultos…”. Artículo 277: “El Procurador General de la Nación (deberá) proteger los derechos humanos (y) defender los intereses colectivos”.

Más que ninguno otro, el jefe del Ministerio Público es el funcionario que asegura que los ciudadanos estemos amparados de las injusticias y de los excesos en que suelen incurrir quienes tienen el poder en sus manos.

Pues bien, el Senado de la República está dispuesto a ponerle conejo a su electorado, sentando en ese cargo a alguien que —según sus ejecutorias pasadas— no posee los requisitos indispensables: equilibrio en sus juicios e independencia de criterio.


Los votantes nos quedamos sin el fiel de la balanza, pero eso poco le incumbe a nadie en el Estado.

En efecto, además de los congresistas, otros han participado en esta puesta en escena para burlarse de nosotros, los tontos espectadores, porque lo cierto es que el señor Ordóñez está elegido hace rato.

La parodia ha contado con la asistencia del Presidente, que completó la terna con el nombre del profesor Bustillo, más que por ser un respetable jurista, porque no tenía un voto; con la de la Corte Suprema, que se demoró en escoger su candidato porque unos magistrados le estaban haciendo el juego al ungido. Con la del Consejo de Estado, al que sólo le importó poner ahí a uno de los suyos.

Y con la de los partidos de oposición, en particular el Liberal, cuya bancada se comprometió mayoritariamente con ese personaje a cambio de cupos en la Procuraduría y de presunción de inmunidad.

Entre paréntesis, en el regalado liberalismo nadie se acuerda —ni siquiera César Gaviria que ha pasado de agache— que en 1982 Luis Carlos Galán les dio la orden a los suyos de apoyar a Alfonso Reyes Echandía para el Ministerio Público, a sabiendas de que éste iba a perder.

Era una constancia en defensa de la libertad de pensamiento, a favor de la decencia y contra las componendas de entonces para seleccionar a Carlos Jiménez Gómez. Pero las preocupaciones por Ordóñez no se centran únicamente en su afiebrado sesgo.

Hay otras muy graves: ¿Será cierto que este católico extremista ya tiene en su agenda una lista de prioridades? Como no tengo bola de cristal, me permito formularle las siguientes preguntas:

1.– ¿Le revocará los fallos de destitución e inhabilidad de 12 y 15 años a Fernando Londoño Hoyos? O ¿les ayudará en este propósito a sus ex colegas del Consejo de Estado?

2.– ¿Clausurará el capítulo de la yidispolítica para que no afecte a ministros y secretarios de la Casa de Nariño?

3.– ¿Les dictará preclusión en el proceso por obstrucción a la justicia a los mismos funcionarios?

4.– ¿Nombrará como Viceprocurador al amigo de una magistrada que hizo “campaña” por él en la Corte?

5.– ¿Echará para atrás la destitución del director de Invías?

Señores congresistas, señor Gobierno y señor futuro Procurador: ojo con el delito de cohecho. Si dan papaya, siempre habrá quien nos haga el favor de denunciarlos penalmente.

80 Aniversario de la Masacre de la Bananeras

Un crimen de Estado contra el sindicalismo

Jornada de homenaje a las victimas

Acto cultural y político

Viernes 5 de diciembre de 2008

Bogotá Parque Santander a partir de las 11:00 a.m. hasta las 3:00 p.m.

Convoca: Movimiento de Victimas de Crímenes de Estado - Movice - capitulo C/marca


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“Mortandad democrática”
Horror en la región del río Guayabero entre el Meta y Guaviare
Por Camilo Raigozo. Voz

“Así como avanzaba el ejército, iba sembrando el horror y el miedo en los campesinos residentes en la región del río Guayabero, entre los departamentos de Meta y Guaviare.

“Por donde pasaban, los militares iban golpeando, agrediendo, torturando, quemando las viviendas, asesinando selectivamente a los labriegos y desplazando a familias enteras. Robaban animales, alimentos, enseres y dinero.

“Lo que no podían llevarse lo destruían, como guadañas, motores, herramientas, etcétera. El objetivo del gobierno con esos demenciales actos, es que la gente abandone la zona para repoblar las veredas con sujetos afines a su régimen, tales como terratenientes, palmicultores, narco-paramilitares, ganaderos y multinacionales entre otros.

“Para acelerar el criminal proceso, fumiga los cultivos de pan coger, abocando al hambre y a la ruina al campesinado”, le relataron a VOZ miembros de una delegación de la región.

Una de las 5.000 historias

“El 25 de febrero de 2006, llegó a mi vivienda en la vereda La Tigra, municipio de San José del Guaviare, una patrulla del ejército. Nos encontrábamos en esos momentos, mis tres hijos, mi esposo, un cuñado y dos trabajadores.

“Luego de golpearlos y torturarlos, el ejército se llevó a los cuatro hombres con destino desconocido, acusándolos de ser guerrilleros. De nada valieron las súplicas mías y de los niños para que no cometieran esos abusos.

“Con la esperanza de encontrarlos con vida, salí en su búsqueda a las seis de la mañana del día siguiente. Les llevaba un termito de café caliente.

“Después de caminar media hora me encontré a unos policías, quienes me amarraron de pies y manos, me vendaron los ojos, me pusieron unas capuchas y me golpearon brutalmente. “Guerrillera hujueputa, ¿por qué no llora?”, fueron las palabras más cordiales que les oí decir.

“Durante todo el día mantuvieron golpeándome con saña. Me pateaban y se paraban encima de de mi cuerpo que casi se revienta por la herida de una operación reciente en mi vientre.

“El brazo izquierdo también estuvo a punto de fracturárseme nuevamente por las torceduras y los golpes a los que me sometieron. En la interminable sesión de tormento, al menos uno de los policías quiso violarme sexualmente y al menos otro se opuso rotundamente.

“El dolor no tenía límite, pero no me impedía pensar en la suerte de mis hijitos, de mi esposo y de los que estaban en poder del ejército, unos y otros en lugares desconocidos.

Me hicieron caminar como gallina ciega

“Tal vez al finalizar el día me levantaron y me hicieron caminar como gallina ciega durante un buen rato. Me tumbaron en un hueco, me pusieron los fusiles en la cabeza y quién los comandaba dijo, “Guerrillera hijueputa, tiene cinco minutos para que nos diga que usted y los malparidos que agarramos ayer en su casa son guerrilleros o si no se muere ya”.

“Le contesté que ninguno éramos guerrilleros, y resignada esperé la muerte sin dejar de pensar en la suerte de los míos.

“En vez de los disparos en mi cabeza, oí la voz de un informante que anda con el ejército acusando a los campesinos de ser guerrilleros y condenándolos a muerte. “Sí, esa h. p. es Susana, la guerrillera costeña”, dijo el hombre. Otro agregó al instante, “matemos ya esa h. p. y dejémosla ahí mismo”.

“Sin embargo me sacaron del hueco y caminamos hasta un sitio donde había harto ejército. Allí me desamarraron y un comandante castrense ordenó quitarme las capuchas y la venda. “Esta mujer se está muriendo”, dijo como para sí mismo al ver mi estado.

"Ordenó venir a un médico, quién llegó inmediatamente. Al examinarme dijo entre dientes: “Esos desgraciados no tienen alma”. Me aplicó una inyección y me suministró pastas para el dolor. Mientras tanto, el interrogatorio del comandante continuó, razón por la cual le narré todo lo que había sucedido.

48 horas de “seguridad democrática”

“Prepárese para la sorpresa que le vamos a dar”, dijo de repente. Cundo miré a donde me indicó, no pude contener el llanto que me produjo la felicidad de ver a mi esposo con vida.

“Tanto a él como a sus acompañantes, el ejército los había golpeado y torturado igual o peor que a mí. Luego de esos escasos momentos de felicidad un helicóptero militar se los llevó acusados de rebelión.

“Ahí supe que a un muchacho que había sido detenido por las tropas regulares en la zona, cuyo nombre omitimos por el respeto a su dignidad, había sido sometido a violaciones sexuales y a otras demenciales torturas físicas y sicológicas por parte de los militares, hasta que quedó sumido en el más profundo abismo de locura.

“Finalmente el comandante ordenó mi libertad y yo salí para mi casa. Cuando llegué al lugar donde estaba ubicada, de esta solo quedaban las cenizas y los últimos vestigios del fuego que la había consumido por completo, con todo lo que contenía en su interior.

“Hasta las gallinitas que teníamos se las había llevado el ejército. No podía creer que del trabajo de toda la vida, solo nos quedara la ropa que teníamos puesta.

“En menos de 48 horas la “seguridad democrática” había dejado a mi familia en la más completa ruina, y lo peor es que la misma suerte la habían corrido por lo menos otras 70 familias de la zona del río Guayabero”. Ese fue el epílogo de la breve historia de Esther Gracia, narrada por ella misma a VOZ.

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martes, diciembre 02, 2008

Gran movilización por los derechos humanos

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