sábado, mayo 28, 2016

Diálogos de paz
Al menos el 61% de los colombianos refrendaría positivamente los acuerdos de paz con las FARC EP
Por: Camilo Raigozo

Los resultados de una encuesta realizada por Cifras y Conceptos, conocidos hace tres días, indican que al menos el 61 por ciento de los colombianos refrendaría positivamente los acuerdos para la paz entre el gobierno y las FARC EP.

Los resultados son algo sorprendentes dado la manipulación de los medios de "comunicación" más influyentes y la renuencia de estos a apoyar decididamente la paz con la que todos los colombianos salen beneficiados.

Sin embargo cómo resultado de la manipulación mediática, supuestamente el 88 por ciento de los encuestados se opone a que la insurgencia tenga directamente curules en el Congreso.

Pero tanto a los medios, como a los encuestados se les olvida que el Estado tiene una deuda con ese ejército insurgente y debe restablecerle al menos 8 curules en el Congreso que le fueron arrebatados a la Unión Patriótica a sangre y fuego.

La UP es hija de los acuerdos de paz entre el gobierno del expresidente Belisaro Betancur y las FARC EP.

Ante el genocidio político contra la UP el Estado no solo debe pedirles perdón a la insurgencia y al pueblo colombiano, sino que moral y éticamente está en la obligación de resarcirles sus derechos conculcados, entre ellos, devolverles las 8 curules en el Congreso, 13 en las asambleas, 70 en los concejos, así como también 11 alcaldías y otras conquistas de elección popular que les fueron arrebatadas criminalmente.

Así pues, el otorgamiento directo de curules en el Congreso de la República a personas excombatientes de la insurgencia reintegradas a la vida civil no son un regalo del Estado, ni una dádiva generosas de la sociedad, sino que son una forma de reparar parte de los derechos violados por medio del genocidio político sistemático.

Además el régimen en su cojunto debe garantizar que el exterminio no se vuelva a repetir, dadas las amenazas de la extrema derecha, en cabeza de Álvaro Uribe y Alejandro Ordoñez, con su estrategia paramilitar.

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viernes, mayo 27, 2016

Representantes de las orga
nizaciones que conforman
la Cumbre Agraria en el
lanzamiento de la Minga
Nacional. Rueda de prensa
Foto: Camilo Raigozo.
Minga Nacional
“¡Volvemos a las calles y a las carreteras!”
Por Camilo Raigozo

En rueda de prensa efectuada en la mañana de este 27 de mayo en las instalaciones de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, el movimiento social Cumbre Agraria dio a conocer las razones y los pormenores de lo que será la Minga Nacional Agraria, Campesina, Étnica y Popular.

El inicio de la minga será a las cero horas del próximo 30 de mayo y se extenderá en campos y ciudades de todo el país. Todas las actividades previstas a realizarse dentro del marco de la Minga se harán de forma pacífica.

La Cumbre Agraria es una convergencia de al menos 24 organizaciones sociales de base que abarcan los sectores Campesino, indígena, afrodescendiente, sindical, político, ambiental y minero, entre otros.

Son múltiples las causas que motivaron la decisión de llevar a cabo este tipo de protesta social, tales como el incumplimiento por parte del gobierno, de los acuerdos pactados desde los paros agrarios y minga indígena de 2013 y 2014, así como las jornadas de indignación de 2015 y los pliegos de exigencia presentados tras las movilizaciones del 24 de enero y 17 de marzo de 2016.

Paro agrario del Catatumbo
“Evidenciamos una falta de voluntad del presidente Juan Manuel Santos para dar cumplimiento a los acuerdos y de sentarse a dialogar con las organizaciones de Cumbre Agraria”, dijo ante la prensa Luis Fernando Arias, presidente de la ONIC.

Así mismo motivan esta movilización la amenaza de desplazamiento masivo de campesinos por los megaproyectos agrícolas, mineros e hidroenergéticos, entre otros, de las transnacionales y del gran capital. “Los campesinos somos una especie en vías de extinción”, dijo al respecto el dirigente del Coordinador Nacional Agrario, Robert Daza.

La minga también tiene como objetivo manifestar la oposición de la mayoría de los colombianos a los Tratados de Libre Comercio; al Plan Nacional de Desarrollo; a la venta los recursos estratégicos de la nación; a la venta de las empresas públicas; a la venta de los bienes energéticos; a los daños medioambientales; al deterioro del agua; al acaparamiento de tierras; al latifundio y a las políticas extractivistas, entre otros.

Paro agrario del Catatumbo
Al mismo tiempo que la Minga Nacional apoya los diálogos de paz con las FARC EP y el ELN, fustiga el resurgimiento de la estrategia paramilitar de la extrema derecha. “Estas fuerzas oscuras han asesinado a más de 70 campesinos, desplazado a centenares de familias y tienen amenazadas a otras miles”, aseveró Robert Daza.

Finalmente la Cumbre Agraria convocó “al conjunto del pueblo colombiano a hacer parte de la Gran Minga Nacional 'Sembrando Esperanza, Cosechando País' y participe en las movilizaciones pacíficas, en los eventos culturales y demás acciones previstas, para expresar su inconformidad con el actual modelo económico y de desarrollo, que no corresponde con los sueños del pueblo por alcanzar la paz con justicia social y ambiental”.

miércoles, mayo 25, 2016

Parauribismo
“Digan la mierda que quieran de mí, me da igual”: Salud Hernández
Revelan correos de políticos, magistrados y periodistas con el criminal Carlos Castaño

El periódico Un Pasquín reveló el cruce de comunicaciones del ex magistrado Rodrigo Escobar Gil, la periodista Salud Hernández y el embajador Jorge Visbal, con el exjefe paramilitar Carlos Castaño.

Según la publicación en su edición número 57, a finales de enero del 2003 Carlos Castaño envió un correo a Salud Hernández diciendo: "Apreciada Salud. Reciba mi saludo con afecto. Le ruego suavizar mi respuesta a la pregunta sobre cómo financiar las autodefensas abandonando el narcotráfico".

De acuerdo con el periódico, la periodista Salud Hernández le respondió: "Estimado comandante, comprendo su precisión y así lo haré".

De igual forma, Un Pasquín hizo un recuento de los testimonios según los cuales el DAS entregó información privilegiada a la periodista española sobre "indagaciones ilegales" a la Corte Suprema.

Un Pasquín publicó la respuesta de Salud Hernández a la revelación: "Yo no voy a decir ahora, ni nunca, ni a ti ni a los tribunales, ni a nadie, quiénes son mis fuentes... me importa un pimiento lo que digan... tengo la suerte inmensa de que me voy a Madrid y durante 15 días no me entero. Así que digan la mierda que quieran de mí. Me da igual".

Según el periódico, dirigido por el caricaturista Vladdo, el embajador de Colombia en Perú, Jorge Visbal Martelo; el exsubdirector del DAS José Miguel Narváez; la excongresista Rocío Arias; el expresidente de la Corte Constitucional Rodrigo Escobar Gil; los periodistas Astrid Legarda, Luis Jaime Acosta, Ernesto Yamhure y Harriet Hidalgo, así como varios alcaldes de Urabá, intercambiaron correos con Carlos Castaño.

Según la publicación, el exmagistrado de la Corte Constitucional Rodrigo Escobar Gil solicitó a Castaño apoyo para la liberación de su novia, Soraya Daza Fernández, secuestrada en junio del 2002 por las AUC.

También aparecen correos en los que Castaño y ‘Don Berna’ ratifican apoyo a la candidatura de Rocío Arias al Congreso y un mensaje en el que la periodista Harriet Yolanda Hidalgo, de La Noche de RCN, le envía un poema personal a Carlos Castaño.

Policía y Ejército se comunicaban con Castaño

Según reveló Un Pasquín, desde la Policía se filtraron documentos exclusivos que terminaron en manos de Carlos Castaño. “Varios de ellos incluso con logo de la Policía, otros con información secreta de operaciones realizadas o por realizar, otros con fotografías, nombres, cargos y especialidades de 13 miembros de la institución, así como información de inteligencia, con nombres, códigos y claves de los encargados de llevar a cabo diferentes operativos encubiertos para penetrar o infiltrar a los grupos paramilitares”, afirma la publicación.

De igual forma el CTI encontró documentos con los nombres de los comandantes de las 24 brigadas a nivel nacional, así como algunas comunicaciones entre miembros de esa institución y Carlos Castaño, afirma Un Pasquín.

La información está contenida en archivos de una memoria USB del máximo líder paramilitar que se encuentra en cadena de custodia en la Fiscalía General de la Nación desde hace tres años cuando fue entregada por Hebert Veloza, alias HH.

Tomado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/un-pasquin-revela-correos-politicos-magistrados-periodistas-carlos-castano/246436-3

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lunes, mayo 23, 2016

Periodista Gonzalo
Guillén. Foto: Kienyke
Terrorismo mediático
Pronto caerá banda de periodistas corruptos, según investigación
Por Camilo Raigozo

Así lo afirmó el periodista Gonzalo Guillén en una nota publicada el pasado 9 de mayo por Hispanopost.com, en la que destaca que el periodismo en Colombia, al igual que la justicia, es corrupto. Guillén no identifica los nombres de los periodistas involucrados ni los medios a los que pertenecen.

“Por estos días he estado investigando un caso de corrupción periodística colombiana que, de acuerdo con mis fuentes, pronto nos permitirá ver en la cárcel y en los estrados penales a una gavilla de periodistas que actúa con mayor astucia y éxito que la mejor de las bandas de asaltantes de bancos”, afirmó Guillen.

A continuación apartes de la nota titulada “Periodismo corrupto”:


Son pocos los medios que denuncian la corrupción
"Periodismo corrupto"
Por Gonzalo Guillén
09 mayo de 2016

Siempre que el Estado colombiano emprende un proceso de paz con algún grupo armado me dedico a sostener que ojalá llegue rápido a buen término para que a continuación el país descubra que su principal maldición no es la guerra, por mucho horror y desolación que cause, sino la corrupción. La guerra misma es una de las fuentes de mayor corrupción, dicho sea de paso: mientras más arrecia, más ricos se retiran los generales y los ministros de Defensa a hacer negocios y jugar golf.

Todas las entidades y las actividades del Estado en Colombia están profundamente infectadas por la corrupción, de tal manera que sus principales responsabilidades, como la salud y la educación, cada vez muestran más atraso y pobreza mientras, al mismo tiempo, crecen los presupuestos de inversión y funcionamiento.

Como la justicia está igualmente corrompida, la última instancia que suele existir para poner en el escarnio público a los corruptos es el periodismo, pero también se ha corrompido en alta proporción.

La sociedad colombiana cada día posee menos posibilidades de conocer el tamaño de la llaga gigantesca que se come sus bienes públicos y sus rentas debido a que el periodismo no solamente ha dejado de vigilar a los corruptos sino que se ha asociado a ellos.

No alcanza a completar los dedos de una mano el número de medios que, de alguna manera, mantienen actitud vigilante y valor civil frente al estado corrupto que todos deberían vigilar y denunciar. Para comenzar, no pocos son propiedad de los propios corruptos.

“Un periodista tiene que estar harto, enfadado con la situación y reaccionar. No pueden ser tan pasivos”, sentenció con toda razón Gay Talese durante una visita en España que habría sido de mucho provecho en Colombia.

Como si fuera una piña, hay que dividir el espinoso tema en dos partes iguales: una de ellas son los medios de comunicación y la otra los periodistas.

Los medios son empresas cuyo principal fin es el lucro y no solamente el suyo sino el de los grupos económicos a los que pertenecen muchos de ellos. Es triste oír a directores, editores o jefes de redacción responderle a periodistas que intentan cumplir con su deber profesional y su responsabilidad social llevando noticias e investigaciones explosivas sobre corrupción pública o privada: “Aquí no vamos a hacerle el juego a eso”, suele ser, por regla general, la respuesta de los jefes.

La otra parte del tema son los periodistas. Sobre ellos pesan la autocensura, las amenazas y la insolidaridad. Les resulta mucho más cómodo y rentable volverse corruptos y cubrirse con una careta de valentía e independencia.

Por estos días he estado investigando un caso de corrupción periodística colombiana que, de acuerdo con mis fuentes, pronto nos permitirá ver en la cárcel y en los estrados penales a una gavilla de periodistas que actúa con mayor astucia y éxito que la mejor de las bandas de asaltantes de bancos.

En su mayor parte, están especializados en el cubrimiento de noticias judiciales, el área en la que hoy se debaten en Colombia casi todas las actividades de la vida nacional: desde la política, la justicia y las artes plásticas, hasta la banca, la minería, la medicina, la música, la arquitectura, la aviación, el comercio exterior y la prostitución, pasando por la educación, la investigación científica, la pedofilia y, por supuesto, el periodismo.

Los periodistas que están por caer, a lo largo de los años se organizaron de tal manera que, prevalidos del poder que les concede el ejercicio de su profesión, ubicaron a sus amigos, cónyuges y amantes en prominentes cargos judiciales para hurtar y traficar en el mercado negro con información privilegiada.

Esto, por una parte. Por otra, están dedicados a actuar en masa con el objeto de satanizar o santificar a delincuentes y abogados corruptos, de manera que vician el criterio de los jueces y de la sociedad con informaciones podridas. Privilegian en sus entrevistas a los delincuentes que les pagan para que divulguen sus versiones y silencian a las víctimas de ellos, por lo común amedrentadas, humildes e indefensas.

Uno de los principales miembros de esta banda de periodistas (prominente editor judicial de televisión) recientemente envió a uno de sus secuaces (editor judicial de una cadena de radio) a recibir un pago de cien millones de pesos colombianos que la mafia les entregó, en efectivo, acomodados entre una caja de zapatos. Pagos de estos ha habido muchos, según se ha sabido ya.

Aquel periodista estableció la tarifa de 30 millones de pesos colombianos por divulgar una noticia fraudulenta de un minuto y medio de duración en la emisión de mayor audiencia (prime time) y 20 millones en las demás emisiones. Por tarifas más altas, un fraude vestido de noticia de primera plana puede extenderse simultáneamente a otras cadenas de radio y televisión, periódicos y páginas de internet.

Solamente esto explica ahora porqué cada uno de los miembros de la gavilla poseen flotillas de autos BMW y Mercedes Benz, principalmente, así como apartamentos de más de un millón de dólares, fincas de recreo, casas de playa, apartamentos en Miami, fuertes inversiones en la Bolsa de Valores de Nueva York y exitosas compañías dedicadas al negocio de la construcción inmobiliaria. Todo esto con sueldos mensuales de periodistas que en ningún caso superan el equivalente a US$ 5 mil.

La información judicial que ya se ha sido reunida indica que uno de estos periodistas estuvo detrás del atentado criminal a bala que sufrió un reputado y honorable colega investigador.

Siempre nos ha llamado la atención a otros periodistas que aquellos, distinguidos por su incultura, su limitado vocabulario cundido de vocablos en caló (lenguaje del hampa) y graduados en universidades de garaje, sean los de mejor vivir y mayor fortuna. Cometen errores de ortografía hablando pero poseen autos que un periodista honorable, prestigioso y bien formado solamente podría adquirir con el fruto de décadas de trabajo.

La justicia ha intentado con inmensa timidez ponerle el cascabel a este gato y se ha encontrado con inflamadas manifestaciones gremiales de rechazo a lo que se quiere presentar como un atropello a la libertad de prensa y expresión. En respuesta, hace una semana la Fiscalía General optó por celebrar un foro en el que expertos fueron invitados a explicar cuándo sí y cuándo no la justicia puede tomarse el atrevimiento de requerir a un periodista.

La banda de reporteros judiciales que se halla a las puertas de la cárcel no es una excepción y quizá no sea más que un grupo menor de facinerosos.

La corrupción que está comiéndose las entrañas del periodismo colombiano acaba de alcanzar un alto punto de desfachatez en el caso de los “Panamá papers”, el escándalo global que ha permitido descubrir a millares de funcionarios y hombres públicos del mundo que, para evadir impuestos, esconden multimillonarias fortunas en sociedades y fiducias sentadas en paraísos fiscales.

Hasta donde se sabe, se acercan a 900 los colombianos prominentes inscritos en esas redes de corrupción que para los medios de este país no resultaron ser noticia digna de difundir con vigor y de darle seguimiento para llegar hasta el fondo. Los registros se limitaron a decir de manera escueta que entre los cientos de evasores colombianos solamente estaba un cuñado del odiado ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro, a pesar de que este no tenía ninguna vela en ese entierro.

Lo que no se ha dicho todavía, ni se va a publicar, es que dueños de medios y encumbrados periodistas dedicados diariamente a dar cátedra sobre moral y ética, figuran en los dichosos papeles de Panamá. Ellos mismos se dieron golpes de pecho en sus emisiones de noticias e hicieron votos para que el gobierno de Panamá le ayude al de Colombia a destapar tanta corrupción.

Por supuesto que la administración nacional de impuestos tampoco ha tomado nota ni se esforzará, presumo, por obtener la información con la que lograría imponer tantas multas por evasión que el país podría salir de la ruina. Los grandes espacios de debate y los análisis “de fondo” se limitan a tocar el tema con suavidad para advertir que, en principio, es perfectamente legal poseer una sociedad en Panamá. Lo cual es cierto. Lo que no dicen es que a nadie se le ocurriría llevarse su capital a paraísos fiscales para algo que no sea evadir impuestos.

Mientras el periodismo colombiano encubra, no vea y tampoco denuncie su propia podredumbre, la gran víctima seguirá siendo la sociedad incauta que toma por cierto lo que le “informan” y, obviamente, ignora lo que le ocultan.

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