martes, abril 03, 2012

Terrorismo made in USA/
Obama prepara a EU para una nueva guerra
Por Atilio A. Boron

¡Hola!, comentamos a continuación una muy preocupante noticia que ha recibido escasa, por no decir nula, atención en la prensa mundial.

Según revelara Kenneth Schortgen Jr., del periódico digital Examiner.com el  presidente Barack Obama firmó el 16 de Marzo de 2012 una nueva Orden Ejecutiva que amplía considerablemente los poderes presidenciales conferidos por la Orden Ejecutiva para la Preparación ante Desastres emitida por Harry Truman en 1950. 

Gracias a este nuevo instrumento legal el presidente Obama está facultado para asumir el control absoluto de todos los recursos de Estados Unidos en tiempos de guerra o emergencia nacional. Dependerá de él elegir el momento en que decida hacer uso de tan enormes prerrogativas y los alcances específicos de la misma.

Según consta en la documentación oficial la nueva orden para la “Preparación de Recursos para la Defensa Nacional” le otorga poderes inmensos a la Casa Blanca.

Mediante ella se le concede la facultad de controlar y distribuir por decreto la energía, la producción, el transporte, la alimentación, e incluso el agua en caso que la defensa y seguridad nacionales estén en peligro.

Cabe notar que esta orden no limita su aplicación a tiempos de guerra, sino que se extiende también a tiempos de paz.

Quedan asimismo comprendidos bajo la misma el control sobre los contratistas y proveedores, los materiales, los trabajadores calificados y el personal profesional y técnico.

Cada uno de los secretarios (ministros) del Poder Ejecutivo (Defensa, Energía,  Agricultura, Comercio, Trabajo, etcétera) se encargaría de la ejecución de la orden.

Órdenes Ejecutivas de este tipo, creadas para preparar al país ante  inminentes catástrofes o para asegurar la defensa nacional, no son nuevas en la historia de Estados Unidos.

Pero en dos casos muy significativos desencadenaron una crisis constitucional debido a que mediante esos dispositivos jurídicos el Ejecutivo pasa a disponer de facultades dictatoriales sobre los ciudadanos, cuya implementación queda librada a la discrecionalidad del ocupante de la Casa Blanca.

Durante la Guerra Civil el presidente Abraham Lincoln suspendió las libertades de palabra y de prensa, revocó el Habeas Corpus y el derecho a un juicio justo bajo la Sexta Enmienda.

En ocasión de la Primera Guerra Mundial el Congreso rehusó otorgar al presidente Woodrow Wilson nuevos y más extensos poderes sobre recursos de diverso tipo para colaborar en el esfuerzo de la guerra.

Wilson, en respuesta, emitió una Orden Ejecutiva que le permitió acceder a un control completo sobre los negocios, la industria, el transporte, los alimentos así como facultades discrecionales para diseñar e implementar políticas económicas.

Según Schortgen Jr. fue sólo luego de la muerte de estos dos presidentes que los poderes constitucionales fueron devueltos al pueblo de Estados Unidos.

El cambio operado en el clima ideológico norteamericano, el avance del belicismo y la sutil y persistente manipulación guerrerista de la opinión pública descartan, salvo inesperadas eventualidades, la irrupción de un debate sobre la constitucionalidad, u oportunidad, de la nueva Orden Ejecutiva.

Con todo, la sorpresiva decisión del presidente Obama abre muy serios interrogantes pues confirma el vigor de la escalada belicista instalada en Washington.

Según se informa en el citado artículo del Examiner.com aquélla habría sido precipitada por la certeza de que los planes israelíes para atacar a Irán habrían entrado ya en una cuenta regresiva que Washington demostró ser incapaz de detener.

El killer de Jerusalem ya no obedece a las órdenes de sus patrones y financiadores y Washington se prepara, paradojalmente arrastrado por uno de sus peones, para participar en una guerra que incendiará a Medio Oriente.

Por eso Obama ha decidido reforzar extraordinariamente los poderes presidenciales y adoptar los recaudos para que, cuando la coyuntura lo exija, toda la maquinaria económica de Estados Unidos sea puesta al servicio de la nueva, y más grave, aventura militar.

No es un dato menor recordar que ni siquiera durante la guerra de Vietnam las sucesivas administraciones norteamericanas apelaron a tan fenomenal concentración de poder.

Hace ya bastante tiempo que Fidel viene advirtiendo sobre los peligros que se ciernen sobre la paz mundial.

En una “reflexión” escrita pocos días después de que Obama emitiera la nueva orden, “Los Caminos que Conducen al Desastre”, el Comandante concluía su nota diciendo que-

“no albergo la menor duda de que Estados Unidos está a punto de cometer y conducir el mundo al mayor error de su historia.” Lamentablemente, los hechos parecen darle la razón una vez más.

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lunes, abril 02, 2012

Como un gesto de paz el Gobierno debería devolver los 16.907 secuestrados-desaparecidos por agentes del Estado
Por Camilo Raigozo

Según un informe del Registro Nacional de Desaparecidos, a noviembre de 2011, tenía documentados un total de 50.891 casos de desapariciones.

De estos, el 24 % son mujeres y 17 % niñas y niños. De ese total, se presume que 16.907 corresponden a desapariciones forzadas, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Por su parte, la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación reportó a mayo de 2011, un total de 32.000 casos de desapariciones forzadas cometidas por grupos paramilitares, según un estudio de la Fundación Nydia Érika Bautista.

Sin embargo, las cifras anteriores son apenas un subregistro que se demuestra con el siguiente ejemplo: de las 22.689 personas que fueron registradas como N.N en los diferentes cementerios públicos del  país a finales del 2011, tan solo 440 habían sido reportadas por sus familias como desaparecidas ante el Registro Nacional de Personas Desaparecidas.

Tampoco se incluyen las miles de personas que han sido arrojadas a los ríos o que fueron incineradas en hornos crematorios, o enterradas en cementerios clandestinos, según han confesado algunos de los paramilitares dentro del proceso de la ley de impunidad mal llamada Ley de Justicia y Paz.

Agentes de la fuerza pública y de seguridad del Estado secuestraron y desaparecieron al menos 16.907 personas.

Señor presidente Santos y señor ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón: hagan un gesto de paz y devuelvan a estas personas secuestradas por agentes del Estado.

O por lo menos envíen a sus familiares alguna prueba de supervivencia, algún indicio de su paradero, para que su sufrimiento sea menor.

Comprométanse ante el país y el mundo, a que sus agentes no van a volver a cometer más "falsos positivos", ni secuestros y desdapariciones forzadas y así puedan tener ustedes algo de autoridad moral que les permita exigirle a la insurgencia más gestos de paz.

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Conflicto social y armado/
Para los guerreristas ningún gesto de paz es suficiente
Por Camilo Raigozo

Como era de esperarse, el presidente Santos dio la bienvenida a los 10 miembros de la Fuerza Pública,-

condenados por su gobierno y por los anteriores, a pudrirse en las selvas, liberados unilateralmente por las FARC, advirtiendo que no es suficiente para iniciar un proceso de paz.

"La liberación efectuada por las FARC es un gesto que valoramos, pero no es suficiente", dijo el Santos, luego de que Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo, FARC-EP, liberaran a los retenidos.

“No basta con dejar de secuestrar, hay que liberar a todos los secuestrados civiles y hay que dar cuenta a las familias de cada uno de ellos”, dijo el Presidente.

Igualmente Santos agradeció nuevamente “la buena voluntad de mucha gente", pero reiteró que "la paz es asunto de Colombia, que vamos a resolver los colombianos, cuyo manejo lo hará el Presidente de la República”.

Sin embargo al conflicto colombiano se sumarán próximamente, a los ya existentes mercenarios y terroristas, “comandantes de brigada” estadounidenses, con amplia experiencia terrorista en Irak y Afganistán.

Con arrogancia el Presidente dijo que todo lo que se ha dicho en materia de paz eran especulaciones y que su gobierno  mantiene una política orientada a “enfrentar contundentemente a los violentos”.

Para quienes disfrutan los horrores del conflicto por televisión desde sus cómodas poltronas, es muy fácil hacer la guerra.

Después de todo no son sus hijos, ni sus familiares los que van al frente de batalla exponiendo su vida y su libertad, como les pasó a los 10 uniformados que gracias al gesto humanitario de las FARC, hoy está “libres”.

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Las FARC entregaron a los 10 uniformados que mantenían en su poder

Las FARC entregaron a los 10 uniformados a la Cruz Roja y a Colombianas y Colombianos por la Paz, en un lugar entre los departamentos de Meta y Guaviare.

Así lo hizo saber mediante un comunicado el Comité Internacional de la Cruz Roja, leido ante los medios en el aeropuerto de Villavicencio.

El helicóptero con los liberados y la misión humanitaria llegará a Villavicencio aproximadamente a las 5:30 de la tarde.

Los 10 miembros de la fuerza pública liberados unilateralmente por las FRAC, se encuentran en buen estado de salud informó la cadena internacional Telesur.

Los diferentes gobernantes y cúpulas militares habían abandonado a su suerte en las profundidades de la selva, algunos por más de 14 años, a quienes arriesgaron su vida y perdieron la libertad, defendiéndoles sus intereses.

De esta manera las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia, FARC-EP, cumplieron una vez más su palabra.

Noticia en desarrollo…

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Patrullero de la Policía asesinó a joven en Saravena, Arauca
Por Camilo Raigozo

Un uniformado de la Policía Nacional dio muerte con su arma de dotación a un joven de 21 años en la noche de ayer informaron medios locales.

La identidad del victimario no ha sido suministrada por la Policía, mientras que la víctima fue Franklin Eliécer Franco Bonilla.

Franco Bonilla fue trasladado a la unidad de urgencias del hospital del Sararé hacia las 8:15 de la noche, donde se brindaron los cuidados médicos, pero murió por la gravedad de las heridas.

La acción del homicida causó malestar en la comunidad que enardecida quiso hacer justicia por sus propias manos, por lo que tuvo que intervenir más de 20 miembros de la Policía, quienes trasladaron al victimario a la estación policial.

Según testigos el hecho podría alterarse, ya que no se cumplió con el procedimiento legal e investigativo en el sitio del crimen.

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Conflicto social y armado
Los liberados serán inmediatamente ‘secuestrados’ por la fuerza pública
Por Camilo Raigozo

Lo que les espera a los 10 uniformados que serán liberados por las FARC en las próximas horas, no es exactamente el disfrute de la libertad que perdieron hace más de 12 años en las selvas por acciones del conflicto.

En una acción inhumana, las instituciones a las que pertenecen, solo les permitirán  unos pocos minutos para reencontrarse con sus familiares, de quienes estuvieron ausentes por más de 12 años.

Luego, en una acción cruel, los separarán de sus seres queridos. Serán literalmente “secuestrados”, aislados, para someterlos a intensas presiones sicológicas con el fin de seguirlos usando en la guerra mediática contra la insurgencia.

Como ha sucedido en todas las ocasiones anteriores, los recién liberados serán sometidos a duros acondicionamientos mentales para los shows mediáticos, en los que serán usados.

Esencialmente el primero que es el que mayor impacto sicológico causa en la opinión pública.

Con el transcurso del tiempo, cuando ya no sean necesarios y sin el peligro de que anden contando sus propias versiones sobre su tragedia, cuando hayan dejado el estatus de “héroes de la patria” y tengan que afrontar su dura realidad, se les dejará en libertad para pasar más tiempo con sus familias y adaptarse a su nueva vida.

Finalmente serán olvidados por las instituciones a las que pertenecen, por el Estado y por quienes arriesgaron sus vidas y perdieron la libertad defendiéndoles sus intereses. Es una novela trágica que se repetirá.

Con seguridad se puede afirmar que: presidentes, ministros de Defensa, generales, periodistas, cardenales, monseñores, artistas y oportunistas, entre otras especies, que se rasgaron las vestiduras y organizaron marchas "contra el secuestro", no son más que desvergonzados hipócritas.

Para corroborar lo anterior, a continuación transcribimos en su integridad un trabajo periodístico de la Revista Semana y enlazamos otros artículos de prensa que nos dan la razón:  

Los olvidados de la patria

Nación ¿Qué pasó con los cientos de soldados y policías liberados hace una década después de pasar años en manos de las Farc? La respuesta es una de las páginas más tristes de la historia del país.

“No fuimos ni guerrilleros ni paramilitares, no fuimos de ninguno de los bandos malos sino supuestamente de la familia colombiana, y vea cómo estamos:

cargando bultos de pescado en Corabastos”, dice, diez años después de haber quedado en libertad, Luis Eduardo Almonacid, uno de los 99 soldados regulares que, después de la toma a las bases del Ejército y la Policía Antinarcóticos de Miraflores, Guaviare, el 3 de agosto de 1998, pasaron casi tres años como ‘prisioneros de guerra’ de las Farc en condiciones infrahumanas que los marcaron para siempre.

El único trabajo fijo que Luis Eduardo ha tenido en su vida fueron los nueve meses de servicio militar que lo llevaron a ese combate fatídico de setenta horas, en el que –según relatan él y sus compañeros– superados en proporción de diez a uno, mal armados,-

mal entrenados y con un único mortero que no funcionaba, en medio de la lluvia de cilindros de la guerrilla, él y los otros 128 soldados y policías que no murieron quedaron en manos de las Farc hasta el 28 de junio de 2001, cuando fueron liberados en medio de las negociaciones con el gobierno de Andrés Pastrana, en el Caguán.

Desde entonces, la vida de Luis Eduardo Almonacid ha sido un calvario marcado por el olvido de la sociedad y del Estado. Cuando él y sus compañeros salieron libres, los recibieron Andrés Pastrana y el general Jorge Enrique Mora en la base de Tolemaida.

“Les debemos la máxima gratitud de la patria (…) El cariño de sus compatriotas los seguirá donde quiera que vayan”, les prometió el presidente. Diez años después, Luis Eduardo limpia, carga y acomoda bagres y róbalos en las neveras de la Corporación de Abastos de Bogotá.

Ha sido intermitentemente repartidor de periódicos, montallantas, asistente de camionero y estibador en una bodega de vinos.

Sigue tomando seis pastillas diarias de tres drogas psiquiátricas que tendrá que usar de por vida, pues fue diagnosticado, años después de haber sido dado de baja, con estrés postraumático, que retorna de cuando en cuando en ramalazos violentos.

Y del cariño y la gratitud de la patria no tiene sino lo que ha logrado conseguir a través de demandas y tutelas.

Al quedar libre, pasó ocho meses en el Batallón de Sanidad del Ejército, donde lo atendieron hasta que dieron por terminado su servicio militar obligatorio.

Afirma que todo lo que le dijeron es que tenía “12 por ciento de discapacidad laboral” y que no tenía derecho a pensión (el requisito es un 75 por ciento, certificada por una junta médica) ni, en consecuencia, a servicio de salud.

En 2005 puso una tutela, asediado por la depresión, el insomnio y súbitos ataques de agresividad que llevaron a su mujer, madre de Catalina, una de sus dos hijos, a dejarlo.

El año siguiente, una junta médica del Ejército lo revaloró, le diagnosticó el estrés postraumático y le dieron una pensión de 822.000 pesos y un carné del servicio de salud de las Fuerzas Armadas, que certifica que tiene una discapacidad mental, razón por la que ninguna empresa ha querido contratarlo.

Su madre, Luz Dary Barahona, murió un mes después de su liberación, por una diabetes que descuidó por atenderlo. Él vive hoy con su otro hijo, Brayan, que tenía cuatro años cuando salió del cautiverio, en una pieza alquilada en un barrio de Bosa, en el pobre sur de Bogotá.

Esta historia, con variaciones circunstanciales, es la misma que relataron a Semana muchos de esos uniformados liberados hace una década. En total, desde 1996, 420 policías y 256 militares han caído en manos de las Farc; casi todos, entre 1998 y 2000.

La mayoría fue liberada en 2001. Otros 11 salieron a partir de 2008, en operaciones como Jaque y Camaleón o gracias a intervenciones como las de la exsenadora Piedad Córdoba. Hoy siguen en cautiverio seis oficiales del Ejército y 12 de la Policía, algunos de los cuales llevan más de 12 años en la selva.

Los liberados en operaciones de gran resonancia en los medios, como Jaque, en la que fue rescatada Íngrid Betancourt, o los que lograron fugarse como John Frank Pinchao, han sido objeto de toda clase de beneficios, en especial de la empresa privada, que les ha dado becas y regalos.

Pero el grueso de los uniformados que salieron de su cautiverio a comienzos de la década pasada vive sorteando las mismas penurias cotidianas que padecen millones de colombianos pobres, agravadas por los fantasmas del estrés postraumático, que afecta a muchos en diverso grado.

En días recientes, el asesinato de uno de ellos, el soldado William Domínguez, que cantaba en los buses y tenía un historial de drogadicción e indisciplina en los batallones a los que estuvo adscrito, ha vuelto a poner sobre el tapete la difícil situación en la que se encuentran.

Semana habló con cerca de veinte sobrevivientes del ataque a Miraflores y con liberados de otras tomas. Todos dicen que fueron dados de baja con algún nivel de incapacidad, sin derecho a pensión ni atención médica, que solo consiguieron años después a través de tutelas y demandas, y que no han contado con ayuda para acceder a educación, vivienda o procesos productivos.

En el Ejército sostienen que se hizo todo lo posible por ayudarles. “A nuestra gente que está en el monte, escuchar que tenemos cientos de hombres abandonados les hace mucho daño y es muy grave para la moral, sobre todo cuando eso no es cierto. Con todos ellos cumplimos con lo de ley, y cuando se puede hacer algo más, se hace”, dice un oficial.

Personal especializado militar y policial explicó a Semana los protocolos de atención en estos casos y las limitaciones legales que había en 2001, cuando muchos de los beneficios con que ahora cuentan los militares no existían.

De los casi 700 uniformados que cayeron en manos de las Farc, unos 200 prestaban su servicio militar obligatorio, la mayoría en el Ejército; los demás eran patrulleros o soldados voluntarios, los antecesores de los soldados profesionales.

Al ser liberados, los primeros ya habían cumplido con creces sus 18 meses de servicio. Durante su cautiverio, se acompañó a parte de sus familias.

Una vez salieron, se les hizo seguimiento médico y psicológico en el Batallón de Sanidad o en el Hospital de la Policía y se les dio de baja después de que juntas médicas certificaran niveles variados de incapacidad, que daban, en casi todos los casos, para indemnizarlos, pero no para pensionarlos ni para que pudieran acceder a servicios de salud una vez fuera de las Fuerzas Militares.

Los liberados alegan que no fueron indemnizados sino cuando demandaron; los militares sostienen que a todos se les pagaron indemnizaciones entre los tres y los 34 millones de pesos y que el problema es que estas tardan hasta dos años en entregarse.

En cuanto a los voluntarios, a comienzos de los años 2000 no tenían los beneficios de asignación salarial de retiro, salud o vivienda, de los que hoy gozan los soldados profesionales, que los han ganado por cambios posteriores en la legislación.

El caso es que la gran mayoría, ya fueran regulares o voluntarios, en el Ejército y la Policía, fue dada de baja con dictámenes médicos que no daban para pensión ni seguimiento en salud, pese a que muchos llevaban por dentro el veneno del estrés postraumático, diagnosticado por las juntas médicas.

“Se hizo el proceso correcto en 2001, pero no se previó que dos o tres años después pudieran revivir los síntomas”, dijo a Semana una experta que conoce el problema desde dentro. Entonces, los militares se enfrentaban por primera vez a situaciones de secuestro masivo. Hoy hay protocolos profesionales de atención; en 2001, se aprendía sobre la marcha.

Una vez fuera de la institución, sin tratamiento médico especializado, el estrés postraumático empezó a hacer estragos entre muchos de los liberados. Ataques súbitos de agresión, pesadillas, insomnio, llanto desenfrenado, se volvieron cotidianos para muchos de ellos.

“El ruido me desesperaba; si mi hijo lloraba, le tapaba la boca y mi mujer tenía que quitármelo por miedo a que lo asfixiara”, dice uno de ellos.

“Me desperté y me dolían las manos: había cogido una puerta a puños y no me di ni cuenta”, relata uno más. “Yo me tomo 230 pastillas al mes.

Cada vez que no me tomo las pepas, cojo a mi mujer a golpes”, cuenta otro,a quien le pasa aún hoy. Siete murieron asesinados; uno de ellos, después de matar, aparentemente, a su cuñado y de provocar la muerte de su hermana.

En esa situación, a partir de 2004, muchos pusieron tutelas; las juntas médicas los revaluaron y les otorgaron pensiones por “incapacidad mental”.

Ese dictamen, que les dio acceso a tratamiento médico y a una suma mensual que va de los 740.000 al millón de pesos, paradójicamente les cerró la puerta del mundo laboral, pues ninguna empresa quiere contratarlos.

“Entre la guerrilla y el Estado nos relegaron a tener los 740.000 pesos de pensión y nada más –dice Yobany Ardila, fundador de la asociación Cadenas de Libertad, que reúne a varias docenas de ellos–.

Si pudiéramos volver a tener la salud de antes, entregaríamos todo. Las limitaciones con las que quedamos nos impiden acceder a vivienda y educación; por eso, el Estado debe asumir la responsabilidad, sobre todo con nosotros, que somos tan poquitos”.

Ahora, describen esta década de su vida laboral con resignado sarcasmo: “Trabajamos –dicen– como rateros, es decir, por ratos, y como toreros, por temporadas”.

Se declaran a sí mismos “olvidados” por la sociedad y el Estado y dicen que no es justo que, en un país en el que no solo cientos de miles de víctimas, sino hasta guerrilleros desmovilizados reciben toda clase de ayudas y reparaciones, a ellos no se les reconozca ningún beneficio.

“El 24 de agosto fuimos con un compañero a Acción Social a ver en qué iba nuestro proceso (para reclamar reparación administrativa) –cuenta uno de ellos– y nos encontramos con uno de los guerrilleros que nos cuidaba, que estaba recibiendo un cheque de 15 millones de pesos, y a nosotros hasta hoy no nos han entregado nada”.

El caso del asesinato del soldado Domínguez volvió a poner en primer plano el drama de su situación. Igual sucedió hace unos años con Tito Velásquez, que vivía como indigente. Tito sigue en las mismas.

Y Gabriel Emiro Aponte, otro liberado, pasa también sus días como indigente, en el centro de Bogotá. “Me lo encontré una vez, llevado. Tenía la mano deforme, porque le cortaron los tendones en una pelea”, cuenta uno de sus compañeros.

Estos casos extremos, que despiertan la inmediata atención de los medios, son la excepción, pero hacen recordar de golpe al país la lamentable situación que vive un grupo de hombres que puso el pecho, por voluntad o por obligación,-

en el conflicto armado del lado de las instituciones y que, después de padecer el infierno del secuestro, regresó a la libertad para ser recibido por un Estado que no le ofreció mucho más que un discurso presidencial.

Como dijo Yobany Ardila al término de una larga conversación con Semana: “Uno sale con ganas de comerse al mundo y el mundo se lo come a uno”.



Lea también:

domingo, abril 01, 2012

Chigorodó, Chocó
Denuncian crisis humanitaria por bombardeos del Ejército y enfrentamientos entre paramilitares y las FARC
Por Camilo Raigozo

La Organización Indígena de Antioquia denunció que al menos 260 indígenas emberas de la comunidad de Guapa Alto,-

en el municipio de Chigorodó, se encuentran en situación de confinamiento por enfrentamientos entre paramilitares autodenominados “gaitanistas” y las FARC.

Los combates tuvieron lugar por más de cuatro horas el pasado 27 de marzo dentro del caserío de la comunidad indígena Guapa Alto, resguardo de Yaberaradó, municipio de Chigorodó.

Al menos 51 familias indígenas embera Eyabida se vieron obligadas a dejar su territorio como medida de autoprotección.

La población retornó, pero sin embargo se encuentra confinada en la cancha de fútbol de la comunidad puesto que en los alrededores se avistan cadáveres y se encuentran artefactos explosivos sin detonar.

La situación no ha permitido que las familias retornen a sus labores cotidianas en el campo, razón por la cual requieren asistencia alimentaria y acompañamiento.

Según las comunidades de la región, el ejército se niega a combatir a los paramilitares denominados estratégicamente “bandas criminales”, con el argumento de que no son terroristas, sino delincuencia común.

La Organización Indígena de Antioquia denunció también los atropellos a la población indígena por parte de la fuerza pública y las FARC, debido a que estos últimos adelantaron un paro armado los días 4, 5, 6 y 7 de marzo del presente en los departamentos de Antioquia y Chocó.

En los últimos días la fuerza pública realizó bombardeos en el resguardo Guaguandó, municipio de Vigía del Fuerte,  afectando las viviendas y provocando el desplazamiento de 20 familias hacía la-

comunidad negra de Vidri, en donde aún se encuentran en condición de desplazamiento y sin posibilidades de retorno por falta de garantías.

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Terrorismo made in USA/
EU financiará grupos terroristas en Siria
Por Camilo Raigozo

Con la misma fórmula utilizada con éxito por el terrorismo estadounidense y europeo en Libia para derrocar y asesinar al presidente de ese país, Muamar Gadafi y tomar-

el control de las inmensas riquezas energéticas, hídricas y auríferas, el gobierno de Estados Unidos seguirá apoyando y financiando a grupos terroristas en Siria.

Así lo indicó Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos al término de la Segunda Conferencia de los “Amigos de Siria”, que se celebró en Estambul, Turquía.

Según declaraciones de Clinton, ese círculo de países (sin mencionar entrenamiento y armas), dotará con dinero y equipos de comunicación a grupos terroristas en Siria.

“Entregaremos millones de dólares y equipos de comunicación a grupos armados en Siria, para ayudarlos a organizarse en contra del Gobierno, mantenerse en contacto con el mundo exterior y evadir ataques de la fuerza de seguridad”, aseguró la secretaria de Estado, según agencias de comunicación.

Clinton también expresó que junto a Arabia Saudita y otras naciones del Golfo Pérsico crearán un fondo millonario para pagar salarios a los terroristas y a los soldados que se unan a la “oposición” siria.

La estrategia del terrorismo estadounidense, quién lidera al grupo de países participantes en el encuentro, es lograr que con incentivos económicos los soldados deserten y participen en los planes desestabilizadores para derrocar el Gobierno del presidente Bashar Al Assad.

Ahmet Davutoglu, ministro de Exteriores de Turquía, dijo que el grupo “Amigos de Siria” y la ONU, utilizarán “todas las alternativas para ayudar al pueblo sirio”.

Sin aclarar que “alternativas” aplicarán contra Siria, Davutoglu afirmó que “emplearemos todas las vías posibles para enviarla”.

También expresó que gobiernos de 83 países reunidos en Estambul reconocieron al Consejo Nacional Sirio (CNS) como “representante de todos los sirios” y como interlocutor principal para las negociaciones en Siria.

Los grupos terroristas apoyados y financiados por el gobierno estadounidense y sus cómplices, han asesinado 6.143 personas civiles desde marzo del año pasado, según denuncias del embajador de Siria ante las Naciones Unidas, Bashar Jaafari.

Entre el 1 de enero y  el 15 de marzo de este año, los terroristas asesinaron a 3.211 personas, entre ellas 204 mujeres, 156 niños, 478 policías y 2.088 militares de las fuerzas de seguridad. Sin embargo la voracidad del imperio no tiene límites.


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