sábado, noviembre 01, 2008

¿Congresistas presos a la calle?
Por Gustavo Gallón. Comisión Colombiana de Juristas

El 29 de diciembre de 2006 fue sancionada por el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, la ley 1121 de 2006, por medio de la cual se dictan “normas para la prevención, detección, investigación y sanción de la financiación del terrorismo”.

En ella, se abrió un boquete para la impunidad de los congresistas investigados y sancionados por sus vínculos con el paramilitarismo.

Para el efecto, dicha ley suprimió del artículo 340 del Código Penal colombiano la conducta consistente en promover grupos armados al margen de la ley (como los paramilitares) como causal de agravación del delito de concierto para delinquir, conducta castigada con una pena de 6 a 12 años de prisión.

Los congresistas Luis Eduardo Vives y Dieb Maloof, investigados por la Corte Suprema de Justicia por el delito de concierto para delinquir “agravado”, interpusieron acciones de tutela para que la investigación en su contra se limitara al delito de concierto para delinquir “simple”, cuya pena es de 3 a 6 años de prisión, argumentando que ya no existía la causal de agravación punitiva por la cual los estaban investigando.

La consecuencia buscada, además de la reducción del tiempo de pena privativa de la libertad, era la de quedar automáticamente libres, pues el delito de concierto para delinquir simple, por tener una pena relativamente baja, tiene también beneficio de excarcelación.

La Corte Suprema de Justicia ha interpretado que la expedición de la ley 1121, si bien eliminó del artículo 340 esa causal de agravación, lo que hizo no fue eliminar esa conducta como delito, sino ubicarla en el artículo 345 del código penal, que castiga las actividades relacionadas con la administración de recursos relacionados con actividades terroristas con una pena de 13 a 22 años de prisión, superior a la del concierto para delinquir agravado.

Para la Corte Suprema de Justicia, el principio de favorabilidad alegado por los congresistas demandantes, consiste en aplicar la pena privativa de la libertad del concierto agravado (6 a 12 años), en lugar de la del delito de administración de recursos relacionados con actividades terroristas (13 a 22 años).

El 1 de agosto y el 15 noviembre del 2007 el Consejo Superior de la Judicatura rechazó las tutelas interpuestas por los dos mencionados congresistas luego de considerar adecuada la interpretación de la Corte Suprema de Justicia. Pero los congresistas insisten en que los crímenes por los cuales se les investiga deben quedar impunes.

El 16 de septiembre de 2008, el ciudadano Néstor Osuna interpuso una acción de constitucionalidad ante la Corte Constitucional, buscando que el máximo órgano de esta jurisdicción declare que la interpretación asumida por la Corte Suprema de Justicia, con la cual ya han sido condenados los congresistas Eric Morris Taboada, Mauricio Pimiento y Luis Eduardo Vives, es inconstitucional.

En este momento están siendo investigados 70 congresistas de 21 departamentos del país por presuntos vínculos con el paramilitarismo, muchos de los cuales han renunciado al fuero que tienen, buscando ser juzgados en sus regiones donde, gracias a sus relaciones con los paramilitares, pueden presionar o cooptar las instituciones judiciales para buscar un trato más beneficioso.

De ser aceptada por la Corte Constitucional la tesis del demandante, los principales favorecidos serían los congresistas que están siendo investigados por esta corporación o por la Fiscalía General de la Nación por sus nexos con grupos paramilitares, muchos de los cuales votaron favorablemente o participaron en la elaboración de la ley que hoy usan como pretexto para dejar sin piso jurídico los procesos que se adelantan actualmente en su contra o los que se puedan iniciar en el futuro.

Es el caso de los ex congresistas Mario Uribe y Dixon Ferney Tapasco, ambos ponentes del proyecto de ley que originó la ley 1121. El primero de estos renunció a su fuero como senador el 4 de octubre de 2008 luego de que la Corte Suprema de Justicia iniciara una investigación en su contra.

El segundo, por su parte, renunció a su fuero como representante a la Cámara el 2 de octubre de 2008 luego de que la Corte Suprema de Justicia lo llamara a juicio. En suma, la reforma del Código Penal hecha por la ley 1121 fue ideada con el propósito de beneficiar a los congresistas involucrados con grupos paramilitares.

De consumarse la tesis de los congresistas y del demandante, estaríamos frente a la consolidación total de la impunidad en los casos de la denominada “parapolítica”. En efecto, los congresistas no sólo recibirían beneficios de excarcelación y penas excesivamente bajas sino que, además, serían juzgados por un delito que tipifica una conducta que no se compadece con la gravedad de sus actos.

El descaro de la interpretación que buscan consolidar los congresistas presos es tal, que a través de ella aceptan haber cometido el delito, pero argumentan que el legislador, en uso de su “autonomía” y a través de la reforma introducida en la ley 1121, decidió no sancionar la conducta de promover grupos paramilitares.

Considerar que una acción determinada es irrelevante en el ámbito del derecho penal es un acto propio de la política criminal del Estado, pero en este caso parece claro que esta facultad está siendo utilizada por el Congreso de la República para beneficiar a muchos de sus miembros y para consolidar de paso la impunidad.

Es imposible creer que la política criminal del Estado colombiano valore de la misma manera el hecho de que funcionarios públicos se reúnan con los grupos paramilitares, responsables de miles de muertes y desapariciones en el país, para acordar apoyos políticos, que el hecho de que un grupo de personas se reúna para robar un supermercado, así no lo hagan.

La sola conducta de concertarse para cometer delitos no fue probablemente la única cometida por los congresistas acusados de tener vínculos con grupos paramilitares. Muchos de ellos se concertaron con estos grupos para organizarlos, promoverlos, armarlos o financiarlos, lo cual debería reflejarse jurídicamente en la pena que se les imponga y políticamente en la revisión y censura de las acciones que, como congresistas, hayan emprendido para favorecer de cualquier manera a los grupos paramilitares.

Los grupos paramilitares son mucho más que estructuras armadas. Desde su conformación, el paramilitarismo ha contado con ayuda y colaboración de varios sectores de la sociedad, entre ellos el sector político.

Por tal razón, el desmantelamiento del paramilitarismo supone necesariamente la investigación y el juzgamiento de quienes, con sus acciones, hayan colaborado de alguna manera a su fortalecimiento y a los crímenes de lesa humanidad que han cometido estos grupos desde su conformación.

En consecuencia, la promoción, apoyo o financiamiento de los grupos paramilitares por parte de sectores políticos son conductas que deben ser investigadas y juzgadas para que se hagan efectivos los derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia y a la reparación,

pues los grupos paramilitares se sirvieron de muchas maneras de la clase política colombiana para favorecer sus intereses, así como también muchos políticos se vieron beneficiados con el apoyo que les brindaron los grupos paramilitares en sus respectivas regiones.

De no ser investigados y juzgados debidamente estos actos, se consolidaría la impunidad que hay frente a la responsabilidad que tienen muchos políticos en la conformación y desarrollo del paramilitarismo en Colombia, abriéndose paso de esta manera a la exigencia de intervención de la justicia penal internacional.


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miércoles, octubre 29, 2008

¡Aberrante Presidente!/
Uribe, irrespetuoso y faltón con los indígenas
Por Camilo Raigozo. Voz

Más de 50 mil indígenas que se habían trasladado desde sus territorios en largo recorrido hasta el Centro Administrativo Municipal de la ciudad de Cali para encontrarse con el presidente Álvaro Uribe, quedaron burlados ante la inasistencia del mandatario a la cita el pasado domingo.

Desde tempranas horas los indígenas habían colmado el lugar del encuentro a la espera de que esta vez sí, el Jefe del Estado cumpliera su palabra, pero se equivocaron.

Transcurridas varias horas de espera, se conoció que Uribe quiso conversar con los aborígenes a través de una video conferencia desde las instalaciones de un canal regional de televisión, coartada que fue rechazada de forma categórica por los indígenas por considerarlo un irrespeto, después de haber esperado tanto tiempo por su asistencia.

Al caer la tarde, cuando la multitud ya casi había abandonando por completo el lugar de la cita, molesta y frustrada por el nuevo engaño presidencial, Uribe apareció sobre un puente peatonal y a través de un megáfono, trató en vano de convencer a los líderes indígenas para que lo escucharan, pero ante la nueva burla del Presidente, estos ignoraron la treta y se marcharon.

Solo algunas personas muy indignadas por el plantón de más de tres horas al que Uribe sometió a los indígenas le gritaron, “paraco, paraco”.

La semana pasada las agresiones de la fuerza pública contra los manifestantes, habían dejado a tres indígenas muertos y al menos a otros 121 heridos.

Desmintiendo la versión del presidente Uribe y de la Policía de que no fueron usadas armas, un comunicado de la Oficina en Bogotá de la Alta Comisionada de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, advirtió que "el porte y uso de armas inapropiadas por varios funcionarios de la fuerza pública en estos hechos violentos exige una respuesta contundente de las autoridades.

La Oficina se permite llamar la atención sobre la importancia que tiene no estigmatizar a los líderes indígenas ni el derecho a la protesta pacífica”.

martes, octubre 28, 2008

Bajo Caguán, Caquetá
Plan Patriota genera grave crisis humanitaria
El Ejército boicoteó el acto final al no permitir la libre movilización de los campesinos y mantiene al corregimiento Peñas Coloradas literalmente secuestrado
Por Camilo Raigozo. Enviado especial. Voz

Las comunidades son sometidas a interminables requisas. Foto Camilo Raigozo.

Entre los días 21 al 24 de octubre del presente año, se llevó a cabo una caravana humanitaria que visitó a varias veredas, corregimientos y caseríos del municipio de Cartagena del Chairá, en el bajo Caguán, Caquetá.

La caravana estuvo integrada por miembros de la ONU, de la embajada Suiza, de la Defensoría del Pueblo, de varias ONG defensoras de derechos humanos extranjeras y nacionales, el profesor Gustavo Moncayo y algunos periodistas.

Las fotografías y filmaciones a las comunidades nunca faltan. ¿Con que objetivo?. Foto Camilo Raigozo.

El evento fue organizado por la Asociación de Juntas Comunales, Asojuntas y las comunidades del bajo Caguán y Suncillas de Cartagena del Chairá.

Los corregimientos a los que llegó la caravana fueron entre otros, Santa fe, Cristales, Camelias, Las Ánimas, El Venado, Café, Peñas Coloradas, Remolinos, Monserrate y Santo Domingo, sobre las riveras del río Caguán.

Durante el recorrido, VOZ pudo constatar que los habitantes de los lugares mencionados están padeciendo una grave crisis humanitaria debido a las persistentes violaciones a los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario, por parte del ejército colombiano, en el desarrollo del Plan Patriota. A esto hay que agregarle la carencia de centros educativos adecuados, profesores, médicos y centros de salud.

El defensor regional del pueblo (Iz), un delegado de la ONU, un miembro de la comunidad y el profesor Moncayo (Der), tratan de convencer al mayor Leguizamón para que le permitiera a la caravana observar el estado en que se encuentra el caserío ‘fantasma’ Peñas Coloradas sin lograrlo. Foto Camilo Raigozo.

Excepto Remolinos, el resto de las poblaciones visitadas carecen de acueducto, electricidad, alcantarillado y telefonía. En algunos lugares hay una sola línea telefónica comunitaria, mientras que el servicio de celular no existe, ya sea por que las empresas operadoras no cubren la zona o por que la fuerza pública restringe ese servicio condenando a la población ha vivir como sí estuviera en el siglo 17.

Las comunidades denuncian

Las comunidades aprovecharon la presencia de la caravana para denunciar ante la opinión pública nacional e internacional la persistencia de detenciones masivas arbitrarias, montajes judiciales, ejecuciones extrajudiciales, torturas, amenazas, restricción a la movilidad de alimentos, medicinas y personas, fumigaciones y desplazamientos forzados, entre otras violaciones a los derechos fundamentales de la población civil.

Las comunidades del Bajo Caguán piden a gritos la atención del Estado y el respeto a sus derechos civiles. Foto Camilo Raigozo.

VOZ también observó que puestos militares están construidos dentro de las áreas civiles en clara infracción al Derecho Internacional Humanitario, mientras que el tránsito por el río Cagúan, única vía de comunicación existente, es severamente restringido.

El 27 de abril de 2004, más de 3.000 personas tuvieron que desplazarse forzadamente del corregimiento Peñas Coloradas dejando todas sus pertenencias abandonadas.

Días antes, las tropas del Estado se habían posesionado del caserío para desde allí combatir a la insurgencia dejando a los pobladores en medio del fuego cruzado. Cinco años después los habitantes no han podido retornar pues el gobierno no ha querido ofrecerles las condiciones y la seguridad mínima que se requiere.

Al paso de la caravana humanitaria los pobladores pudieron manifestar sus denuncias. Foto Camilo Raigozo.

Sin embargo, el ejército permanece en el lugar sin permitir siquiera que los antiguos moradores visiten de forma pasajera, las viviendas y fincas que un día fueron suyas. Literalmente mantienen al pueblo secuestrado.

Un caso

Los niños de la región sueñan con vivir en paz, con justicia social y disfrutando de todos sus derechos consagrados en la Constitución y en los tratados internacionales. Foto Camilo Raigozo.

En mayo pasado, 25 campesinos fueron víctimas de detención masiva arbitraria, en la que se utilizaron los consabidos montajes judiciales, basados en delaciones de testigos falsos y otros ardides. Según líderes comunitarios, al menos 400 labriegos están en la mira de las fuerzas de seguridad del Estado y de ellos 80 tienen órdenes de captura acusados de rebelión o de otros delitos conexos.

El río Caguán es la única vía de comunicación de los lugareños. Foto Camilo Raigozo.

El evento de cierre de la caravana programado para las 10 de la mañana del viernes 24 de octubre en el parque principal de Cartagena del Chairá, tuvo que retrazarse varias horas debido a que en los puestos de control el ejército y la fuerza naval restringieron el paso de las comunidades quienes llegaron tarde o no pudieron llegar al certamen.

Al momento de desembarcar en el puerto de Cartagena, fueron detenidas dos personas, víctimas de montajes y falsos señalamientos, según le confirmó a VOZ el abogado defensor de los derechos humanos, Rodolfo Ríos Lozano, quién asumirá la defensa.

Primeras retaliaciones

Al cierre de esta edición se supo que el ejército había detenido este lunes 27 de octubre en Remolinos del Caguán, a seis trabajadores de la finca de Erney Peña, a quién también esperaban para detenerlo. VOZ no pudo confirmar el número exacto de personas detenidas suministrado por la fuente.

También se supo que al día siguiente, cuando ya la caravana humanitaria había abandonado la zona, dos agentes de policía y una persona de civil, quién no quiso identificarse, llegaron hasta la residencia del líder comunal Víctor Oime Hormiga, para someterlo a un interrogatorio ilegal.

Vista parcial del evento final en el parque principal de Cartagena del Chairá. Foto Camilo Raigozo.


Las decenas de denuncias ofrecidas por las comunidades a la caravana humanitaria, serán puestas en conocimiento de las entidades defensoras de derechos humanos nacionales e internacionales para que se sancione a los victimarios, se les brinde protección efectiva a las víctimas y se les garantice el goce de sus derechos.

Suspender ayuda militar de Estados Unidos a Colombia pide Amnistía Internacional
'Mientras el gobierno colombiano asegure que no existe un conflicto armado y Estados Unidos apoye este argumento ridículo, es de verdad tremendamente difícil que haya progresos'', expuso AI
Por El Tiempo

En un informe de 94 páginas, el grupo internacional de derechos humanos cuestiona las afirmaciones del presidente Álvaro Uribe de que Colombia experimenta un resurgimiento irreversible de paz relativa y una rápida reducción en el nivel de la violencia.

Amnistía Internacional reconoce que los secuestros y las muertes de civiles relacionadas con el conflicto han disminuido desde que Uribe comenzó su primer periodo de gobierno en el 2002, y que algunas ciudades son más seguras. Pero el informe señala que esa es solamente una cara de la moneda.

''Colombia sigue siendo un país donde millones de civiles, sobre todo fuera de las grandes ciudades y en el interior, siguen soportando la peor parte de este conflicto violento y prolongado'', indicó en el reporte. ''La impunidad sigue siendo la norma en la mayoría de los casos de abusos a los derechos humanos''.

La vicepresidencia de Colombia, que supervisa los asuntos de los derechos humanos, dijo que ofrecerá su posición hasta que vea el documento de Amnistía Internacional.

La directora del grupo para las Américas, Renata Rendón, afirmó que numerosos indicadores alarmantes tienden a aumentar.

''Las muertes relacionadas con el conflicto, las ejecuciones extrajudiciales, la muerte de civiles por paramilitares (y) por guerrillas, las desapariciones forzadas de mujeres y las muertes de sindicalistas han ido en ascenso del 2006 al 2007'', dijo la directora en una entrevista telefónica desde Washington.

Esos indicadores no deben ignorarse, señaló, cuando el gobierno estadounidense del presidente George W. Bush mantiene la presión sobre los legisladores para que aprueben un tratado de libre comercio con Colombia. La dirigencia del Partido Demócrata en el Congreso ha rechazado el acuerdo comercial con el argumento de que persisten los homicidios de sindicalistas colombianos.

Colombia es el más firme aliado de Washington en América Latina y ha recibido al menos 4.000 millones de dólares de Estados Unidos, principalmente en asistencia militar, durante el mandato de Uribe.

Entre otros de los señalamientos contenidos en el reporte:

- Pese a la afirmación de Uribe de que la desmovilización acabó con las milicias ultraderechistas que son acusadas de miles de homicidios, existe firme evidencia de que los paramilitares siguen activos y continúan violando los derechos humanos.

- La guerrilla izquierdista de las Fuerzas Armada Revolucionarias de Colombia ha creado en el último año ''alianzas estratégicas'' con paramilitares en varias regiones mientras ambos grupos buscan ''mejorar el manejo'' de su fuente principal de financiamiento: el tráfico de cocaína.

Amnistía Internacional asegura que un impedimento relevante para erradicar los abusos a los derechos humanos es el rechazo de Uribe a reconocer que Colombia enfrenta un conflicto armado, y su insistencia en que todos los combatientes, salvo las fuerzas de seguridad del Estado, son terroristas.

'Mientras el gobierno colombiano asegure que no existe un conflicto armado y Estados Unidos apoye este argumento ridículo, es de verdad tremendamente difícil que haya progresos'', expuso Rendón.

El reporte de Amnistía Internacional, producto de dos años de investigación de campo, describe los últimos 20 años del conflicto colombiano con las cifras siguientes:

- Más de 70.000 personas muertas, en su gran mayoría civiles.

- Entre 15.000 y 30.000 víctimas de desapariciones forzadas.

- Entre tres y cuatro millones de personas desplazadas por la violencia.

- Y en la última década, más de 20.000 personas secuestradas o tomadas como rehenes.

Críticas a España y a la UE

"El gobierno español en estos momentos no cuestiona la situación de derechos humanos de Colombia", estimó en conferencia de prensa Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.

Su posición "globalmente es de respaldo a la posición del presidente (colombiano, Álvaro) Uribe", que afirma que la situación mejoró en los últimos años gracias a sus políticas de seguridad, añadió.

Esta posición "tiene una influencia enorme en la posición que mantiene la Unión Europea, que en este momento es muy débil", por lo que "el gobierno español debe cambiar su posición", llamó.

España "sigue vendiendo armas a Colombia" por un monto que en 2007 se elevó a 16 millones de euros. Además firmó con Bogotá un acuerdo de asociación estratégica "donde figura un mecanismo de derechos humanos que todavía no se ha puesto en vigor", criticó Beltrán.

Amnistía considera un "buen trabajo" la ayuda española a los defensores de derechos humanos, además de que paga parte de los gastos de la oficina en Bogotá de la alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU.

"Pero no vigila que se cumplan las recomendaciones" que anualmente emite desde hace 10 años al gobierno y a la guerrilla para conseguir la paz, apuntó.

Además, Madrid no facilita el examen" que hace de Colombia el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, según Beltrán.

Por eso Amnistía pidió al ejecutivo español "que facilite y no bloquee" ese examen en la sesión de diciembre.

"La posición de la Unión Europea (UE) hace unos años era muchísimo más contundente", pero actualmente, tanto la UE como la comunidad internacional tienen una actitud "floja" a la hora de pedir a Bogotá que cumpla las recomendaciones de la ONU, que considera "obligaciones internacionales", estimó Marcelo Pollack, investigador de Amnistía sobre Colombia.

Esto se debe a la influencia de la "campaña internacional del gobierno de Colombia" para convencer de que Colombia ha mejorado en derechos humanos, apuntó.

"La distorsión de la realidad del gobierno colombiano sobre el conflicto (...) puede llevar a la comunidad internacional (...) a considerar a Colombia un país sólo lleno de narcotráfico y un gran colaborador de la lucha contra el terrorismo", advirtió Beltrán.


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