El Ejército siembra
terror en el cabildo indígena Yaguará y desaparece a un comunero
Por Camilo Raigozo.
Notimundo
La fundación por la Defensa de los
Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario del Oriente y Centro de
Colombia, Dhoc, denunció que tropas del Ejército atacaron a las comunidades
indígenas del Cabildo Yaguará II y desaparecieron a un indígena.
El cabildo se encuentra en la
jurisdicción del municipio de La Macarena, Meta, lugar donde el pasado 7 de
febrero a las cuatro de la tarde tropas del Ejército le dispararon a dos indígenas
y dos horas más tarde también balearon a una mujer que los acompañaba de nombre
Rosalba.
La denuncia fue hecha a Dhoc por el
gobernador del cabildo, Belisario Yure Ascué, quien también denunció los acontecimientos
ante la Personería y otras instancias del Estado.
Yure Ascué expresó que tropas del Bacot
54 adscritas a la Brigada Móvil 3 del Ejército atacaron con disparos a los
indígenas Leonardo Quebrada Tilcué, quien se encuentra desaparecido, a José
Libardo Velazco Perdomo y a una señora de nombre Rosalba.
El 9 de febrero cuando el gobernador
del cabildo se dirigía a su vereda se encontró con tropas del Ejército quienes bajo
el mando del cabo primero Luis Carlos Murillo, lo sometieron a un
empadronamiento, acción prohibida por la Constitución y por el Derecho
Internacional Humanitario.
Cuando el gobernador les recordó a los militares
que les estaba prohibido por la ley su presencia en los resguardos indígenas el
cabo les contestó que eso lo tenía que hablar con el mayor Neita.
Sin embargo Yure Ascué logró averiguar
que quienes dispararon contra los indígenas fueron tropas del Bacot 54
comandadas por el teniente Tovar.
El 10 de febrero José Libardo Velazco
Perdomo, una de las víctimas, denunció que el Ejército los había citado al
medio día al lugar donde habían sido atacados, pero los uniformados nunca
llegaron a la cita. Allí los indígenas encontraron 16 vainillas de proyectiles.
Velazco Perdomo manifestó, entre otras
cosas, que en momentos en que se encontraba en la casa de Leonardo Quebrada el
7 de febrero en sus faenas rutinarias de trabajo en el campo cuando de repente
fueron atacados con disparos del Ejército desde el corral del ganado.
Los indígenas se tiraron al piso y les
gritaron a los uniformados que no les dispararan, que eran civiles. Momentos después
cesaron los disparos y un militar llamó a Libardo y a Rosalba para que se
acercaran a ellos.
Los militares los despojaron de sus pertenecías
y de las botas. Para ese momento Leonardo Quebrada, a quien dispararon primero,
ya había desaparecido.
Los agentes del régimen les preguntaron
por qué estaban bebiendo agua en un campamento y los instaron para que se
desmovilizaran, a lo que respondieron que no era un campamento sino el abrevadero
del ganado y que no tenían de qué desmovilizarse si eran civiles.
Ante la pregunta de donde tenían a Leonardo
Quebrada los soldados respondieron que este tenía uniforme camuflado de la
guerrilla. Versión falsa ya que el indígena tenía puesto una sudadera y un
sueter amarillo. Velazco los responsabilizó de lo que le haya pasado a su
amigo.
El Ejército los mantuvo retenidos y los sometió a
interrogatorios durante una hora. Los militares tuvieron el cuidado de ocultar
los nombres y los distintivos, otra grave infracción al DIH.
Velazco y Rosalba vieron un bulto extraño tapado
sigilosamente con ramas y hojas. Ellos presumieron que era el cuerpo sin vida de
Leonardo Quebrada, pero los militares les impidieron acercarse al objeto, con
el argumento de que ese sitio estaba minado.
Finalmente el teniente Tovar les ordenó que se fueran a
su comunidad y que podían iniciar la búsqueda de Quebrada el día siguiente,
domingo, después de las 12:30. La
comunidad no encontró ningún rastro del indígena, solo las 16 vainillas de las
balas asesinas.