Terrorismo de Estado
El Ejército retuvo, torturó y amenazó a integrantes de ONG de derechos humanos
Por Camilo Raigozo. Notimundo
La Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño, Cahucopana, denunció las violaciones de los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario, por parte del Ejército contra miembros de esta ONG.
El pasado 24 de mayo a las 4:30 de la tarde, Carlos Alfredo Palacio Úsuga, integrante del Equipo Regional de la Corporación Cahucopana, fue retenido por 15 soldados, los cuales no portaban insignias y uno de ellos iba “encapuchado” y con una pañoleta, como si fuera un paramilitar.
Palacio úsuga se dirigía a la vereda Dos Quebradas, para terminar de coordinar las tareas de logística y convocatoria del Primer Encuentro Regional de Mujeres del Nordeste Antioqueño “Por la defensa del territorio y la dignidad” el cual se realizará el 30 y 31 de mayo del año en curso en dicha vereda.
Los terroristas del régimen lo retuvieron arbitrariamente durante un tiempo, sin devolverle la cedula de ciudadanía y obligándolo violentamente a ponerse de rodillas agarrándolo de la cabeza para tirarlo al piso. Según la fuente todos los agresores portaban uniformes del Ejército, icluso el encapuchado.
Posteriormente le hicieron sacar las pertenencias que llevaba. Luego el encapuchado sacó una pistola, le quitó el seguro y se la puso en la cabeza, sometiéndolo a empadronamiento.
El campesino defensor de los derechos humanos llevaba en un bolso unas sudaderas pertenecientes al Comité de Jóvenes de la vereda Plaza Nueva, de Remedios, Antioquia, por lo que los militares amenazaron con asesinarlo.
Cuando los militares dejaron en libertad al labriego estos lo siguieron. Después cinco soldados sin identificación, entre estos un encapuchado, retuvieron a la joven Noemí Durango Pérez, integrante del Equipo Femenino de Acción Humanitaria de la vereda Dos Quebradas, quien se dirigía a dicha vereda en su caballo.
Los soldados le apuntaron con sus armas obligándola a bajar del caballo y la obligaron violentamente a ponerse de rodillas, se subiera la blusa, se bajara la sudadera y les mostrara las manos.
Los uniformados le dijeron que esa manos no eran de ama de casa auscultando los hombros de la joven, amenazándola por tenerlos marcados producto de su trabajo campesino. Luego le hicieron quitar las botas y le preguntaron por la guerrilla.
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