Monseñor Rubén Salazar prefiere que siga el desangre colombiano
Por: Camilo Raigozo
Por: Camilo Raigozo
“Pedir que se haga un cese bilateral del fuego, en mi
modo de ver y en eso creo que estar de acuerdo con el presidente Santos, sería
como anticipar lo que se quiere lograr en las negociaciones.
“El final de las negociaciones es fundamentalmente el
poner punto final al encuentro armado”, aseveró sin un mínimo de vergüenza monseñor Rubén Salazar, presidente de la Conferencia
Episcopal.
No es sorprendente que la sangre de los colombianos sea la
predilección por conveniencia de un “representante de Dios en la tierra”, de la
jerarquía de Salazar y de sus representados, pues esa ha sido una constante en la historia del país.
Cabe recordar que la Iglesia tiene una deuda pendiente con
el pueblo colombiano y con los derechos humanos universales, ya que frente a
los crímenes y masacres cometidos por el régimen bajo la estrategia militar-paramilitar,
ha guardado silencio y más bien ha mirado para otro lado, salvo un contado
número de sus miembros.
Es irracional e insensato que Salazar, la Conferencia
Episcopal y la Iglesia como institución, en vez de coadyuvar para que se declare
un cese bilateral del fuego y se detenga de una vez el número de muertos que
deja diariamente el conflicto, se inclinen a favor de la guerra y el desangre.
El mismo 4 de febrero, día en que Salazar recomendó
proseguir la guerra sin sobresaltos, murieron en combates dos soldados y otros
dos quedaron gravemente heridos, en el corregimiento Puerto Frazadas, Tuluá,
Valle. Dos guerrilleros murieron en Chaparral, Tolima y dos policías quedaron
gravemente heridos en la inspección El Tigre, La Hormiga, Putumayo.
Pero el dolor y el sufrimiento que están padeciendo hoy las
ocho familias de las víctimas antes mencionadas, así como las de las víctimas pasadas y futuras, les importa un bledo a Salazar,
Santos, Uribe y Pinzón, entre otros negociantes de la guerra.