Terrorismo made in USA/
A 65 años del holocausto nuclear
"Escribiré paz en tus alas y volarás por toda la tierra"
Por Camilo Raigozo
El día de su segundo cumpleaños, Sadako Sasaki, recibió del presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, un regalo muy especial que él mismo había llamado “Pequeño Niño”.
Fue transportado hasta su destino fatal aquella mañana del 6 de agosto de 1945, por el Enola Gay, un bombardero B-29 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Alas 8 y 16 minutos de la mañana, mientras los niños, mujeres, ancianos y hombres de Hiroshima se disponían a comenzar su día, el Enola Gay liberó el siniestro regalo, al “Pequeño Niño”; una bomba atómica con núcleo de uranio enriquecido, cuyo poder destructivo fue equivalente a 13 mil toneladas de dinamita.
De 320 centímetros de longitud, 74 de diámetro y 4.400 kilos de peso, descendió durante 43 segundos antes de detonar a 580 metros sobre el Hospital Shima, en el centro de la ciudad.
La temperatura del aire en el momento de la explosión alcanzó varios millones de grados centígrados; instantes después, apareció un hongo de fuego que irradiaba calor blanco cercano a los 300 mil grados centígrados.
De los 350 mil pobladores, cerca de 140 mil perecieron instantáneamente. De ellos, unos 30 mil se derritieron súbitamente como si hubieran sido de chocolate y otro gran número se evaporó repentinamente. Decenas de miles quedaron gravemente heridos.
Desaparecieron escuelas con estudiantes y profesores, hospitales con pacientes y médicos, barrios con habitantes y construcciones. El 80 por ciento de la ciudad, fue aniquilado en menos un minuto.
De los 90 mil edificios, 62.500 quedaron totalmente destruidos; los servicios públicos y de transporte fueron destrozados, la red de acueducto y alcantarillado quedó inservible.
Tras recibir la noticia, el presidente Truman exclamó regocijado: “este es el suceso más grandioso de la historia”. Setenta y cinco horas después, ordenó repetir la hazaña en Nagasaki, matando instantáneamente otras 74 mil personas.
La familia de Sadako Sasaki, también pereció en el holocausto, pero ella, había sobrevivido milagrosamente, y su vida fue normal hasta los diez años cuando desarrolló leucemia, como consecuencia de la radiación recibida. Durante su hospitalización, Sadako hizo cigüeñas de papel con la esperanza de recuperar su salud.
La cigüeña, es símbolo de salud y longevidad en Japón, y existe la creencia de que si se hacen mil cigüeñas de papel, el deseo se hará realidad. Ella, no solamente quería recuperar su salud, sino también la paz para el mundo, pues en una de sus cigüeñas de papel dejó plasmado el siguiente poema: “Escribiré paz en tus alas, y volarás por toda la tierra”. Su breve existencia, le impidió terminar sus mil cigüeñas.
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