martes, octubre 06, 2009

Esta guerra sí es nuestra
Por Elespectador

No basta con leernos el segundo Gran Informe de Memoria Histórica sobre el genocidio de El Salado y lavarnos las manos, después de sentir oleadas de asco y la presión sanguínea a mil. No basta con afirmar que “no somos capaces de leer el libro porque es demasiado impresionante”.

No basta con asomarnos desde la lectura, sobre las atrocidades que se están cometiendo a diario en el territorio colombiano. No basta con apagar los noticieros de televisión porque las noticias están teñidas de sangre y nos quitan el sueño, prefiriendo ver El capo porque es como una aventura en la cual no tenemos nada que ver.

No basta con saber que a cien metros de nuestras casas se allanan mansiones de narcotraficantes y asesinos, y seguir transitando la calle “porque ya los agarraron“. No basta con rasgarnos las vestiduras porque el “Régimen” ha concedido miles de millones a los ricos para que drenen sus posesiones.

No basta con criticar o defender este sistema que ya se salió de madre y nos tiene sumidos en el período más oscurantista y corrupto de toda la historia nacional.

No. No basta. Estas guerras sí son nuestras. Son a nuestros hermanos a los que están matando. Son nuestros hermanos los que asesinaron a sangre fría a toque de tambores y aplausos. Son nuestros hijos los que quedaron tirados en la plaza del pueblo. Son nuestras hermanas mujeres las que violaron y empalaron por sus vaginas antes de rematarlas.

Son nuestros campesinos los que deambulan de pueblo en pueblo o de ciudad en ciudad, sin brújula ni empleo, ni techo ni salud. Son nuestros hermanos de barrio los que conforman las bandas juveniles. Son nuestros asesinos paramilitares, guerrilleros o uniformados los que asesinan a otros hermanos.

Es el “régimen” reelecto y condenado a ser reelegido de nuevo, nuestro “régimen” el que se hace el de la vista gorda. El que se queda impávido ante las “chuzadas” a sus opositores. El que se lava las manos dejando podrir en la selva a otros hermanos, por odios politiqueros y pulsos de poder. Son los recursos de nuestros impuestos los que se reparten como botín de piratas del siglo XXI a los hacendados más ricos.

Son nuestros noticieros amedrentados de perder la pauta y ciertas prebendas los que nos “venden“ el miedo a Chávez y a Correa. Son nuestras bases militares las que se están regalando a otro país. Somos nosotros los que invadimos otras fronteras. Somos nosotros los que permitimos la extradición de jefes paramilitares para que no hablen la verdad.

Somos una generación de alcahuetas. Una generación de cómplices. La que cierra los ojos ante la corrupción rampante a todos los niveles. La que permite los negociados en vías, hospitales, transporte, vivienda.


Somos la generación que en aras de una “Seguridad Democrática” ficticia y amañada traga entero, no cuestiona, vende sus conciencias y aplaude ciega lo que tendrán nuestros hijos y nietos que llorar mañana.

Somos nosotros los que estamos jugando a la “democracia”, a las “consultas”, a los “acomodos” en las curules, dejando que Colombia, nuestro país, se suma en el abismo sin fondo de la desorientación, la podredumbre y la cada vez más asfixiante dictadura vestida de civil.


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