La teoría del ‘descarte’
Por: Cecilia Orozco Tascón
Me asusta pero no me extraña la orden que expidió un fiscal antiterrorista para que la Dijín pudiera inspeccionar completas, las bases de datos con nombres, direcciones y otras informaciones privadas de los alumnos y profesores de la universidades Nacional, Distrital, Pedagógica, Libre y del Sena.
La disculpa, violatoria de principios constitucionales, era la de que había que identificar a unos guerrilleros supuestamente infiltrados en los centros educativos, según se desprendía de la memoria de un computador —la biblia moderna—, incautada en un campamento de las Farc.
Ya entrados en gastos, los integrantes del cuerpo investigativo se dieron el lujo de incurrir en otra audacia: el intendente de la Policía comisionado para adelantar la inspección le añadió a la revisión la base de datos de la Universidad Autónoma.
Él también se considera juez y debe ser que sospecha de alguien allá. Con eso basta, en estos tiempos seguros y democráticos.
Digo que me asusto pero que no me extraña. Era previsible que algo así sucediera porque las universidades están en la mira.
Recuerden el “descubrimiento” de los estudiantes encapuchados y la afirmación presidencial que vino a continuación, cuando en una ceremonia de ascensos de la Policía, el Jefe de Estado aseguró que “hay unos grupitos minoritarios de camuflados penetrados por el terrorismo que quieren afectar el derecho (de) los padres de familia… de enviar a sus hijos a la universidad” (2008).
Nadie manipuló al fiscal que dictó la extravagante teoría penal según la cual primero le suprimen a uno sus derechos y después se los devuelven si resulta favorecido en el “descarte”.
Él responde como le toca, al clima supremo del “antiterrorismo”. Por eso, universidades como la de Córdoba pueden darse por bien servidas. Se salvó de este tipo de inquisiciones. En efecto, ella fue absuelta enérgicamente en otro discurso orientador.
Decía que el ‘descarte’ me asusta pero no me extraña. ¿Cómo me voy a sorprender si cuando retrocedo, encuentro varios ejemplos?:
1.– Las detenciones masivas de 2002 y 2003 en municipios cuya población fue enteramente cercada para encontrar a dos o tres supuestos enlaces de la guerrilla. En ese momento indicó el Primer Mandatario:
“La semana pasada le dije al general Castro Castro (ex director de la Policía) que en esa zona (Caldas y Risaralda) no podíamos seguir con capturas masivas de 40 o de 50 todos los domingos, sino de 200, para acelerar el encarcelamiento de los terroristas y golpear a estas organizaciones” (2003).
2.– La historia del espectro electromagnético con el que los cuerpos de inteligencia nos explican que se graba en masa, pero que eso no significa que se “chuce” el teléfono de alguien en particular. Es para ‘descartar’.
3.– La directiva del funcionario del DAS a sus agentes seccionales, de espiar y reportar los movimientos del senador Petro y de los miembros del Polo que se justificó después con que era un método de ‘descarte’.
Sin que nos demos cuenta hemos ido pasando de un Código Penal que establecía responsabilidades individuales, a uno donde quedan las culpas colectivas. Al ritmo que vamos, pronto seremos juzgados no en un tribunal, sino en un estadio.
Cabe más gente, el Estado se ahorra tiempo y ‘descarta’ de una vez la fastidiosa dignidad, la intimidad, la privacidad y el cuentico de la presunción de inocencia.