miércoles, noviembre 05, 2008

Pisadas de animal grande

La destitución de 27 de sus “mejores soldados” por parte del Presidente, sorprendió a más de uno, acostumbrados a verlo en circunstancias similares bravucón y desafiante ante sus críticos defendiendo con vehemencia a las tropas de las cuales él es Comandante en Jefe.Su máximo responsable.

Lo hizo ante la masacre de ocho personas, entre ellas tres niños, cometida por militares y ‘paras’ el 21 de febrero de 2005 en la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Aquella vez justificó la masacre diciendo que los líderes de la comunidad eran protectores y colaboradores de la guerrilla y que la Comunidad era un corredor de las Farc.

Algo similar hizo ante el asesinato del ejército de tres líderes sindicales en Arauca; ante la masacre de Cajamarca, Tolima; ante la de Guaitarilla, Nariño, ante la de Jaumdí, Valle; en fin, ante casi todas las tropelías cometidas por la fuerza pública y otras fuerzas de seguridad del Estado, como el DAS.

“La patria y la seguridad democrática no pueden permitir que a sus soldados se les mine la moral en su lucha contra los bandidos”, gritaba.

¿Por qué Uribe traiciona ahora a 27 de sus soldados de los cuales no ignoraba desde hacía mucho tiempo sus andanzas?

A partir de 2003, se estableció un constante incremento en los falsos positivos que investigaban la Fiscalía y la Procuraduría. La cantidad de denuncias fue tan preocupante, que en 2004 Michael Frühling, entonces director de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU en Colombia, se reunió con el Presidente en la Casa de Nari y lo puso al tanto.

Sobra decir que el gobierno le hizo la vida imposible a Frühlin hasta hacerlo retirar del cargo y en 2006 se conocieron cerca de 30 ejecuciones bastante escandalosas en Antioquia.

Extraño cambio de actitud

Ante las insistentes denuncias de las ONG defensoras de derechos humanos sobre ejecuciones extrajudiciales, Uribe, colérico, afirmaba que “ahora en cada baja que nuestros soldados le causan a los terroristas de las Farc, inmediatamente salen sus corifeos a decir que son ejecuciones extrajudiciales”. Y así en cada ocasión.

Por eso es extraño que ahora Uribe no se haya ido lanza en ristre contra Fernando Escobar, el valiente personero de Soacha quién no solamente recibió todas las denuncias de los familiares de las víctimas, sino que las elevó a instancias superiores para su investigación.

Uribe esta vez no ha acusado públicamente a Escobar de ser “un guerrillero de civil”, o un “colaborador de la guerrilla”. Sin embargo, Escobar ha recibido amenazas de parte de las fuerzas oscuras del régimen.

Ante esta faceta desconocida del Presidente, alguien que lo conoce muy bien le comento a Zuleta, columnista de El Espectador: “siempre que Uribe toma una decisión así es porque está tapando algo peor y lo más feo está por saberse”.

El mismo personaje auguró la inminente caída del general Mario Montoya*, comandante del Ejército Nacional, cuyo récord en materia de derechos humanos no es precisamente el más enaltecedor para el Ejército colombiano, como bien lo advirtió hace poco un demoledor artículo en el Washington Post, por lo que se lee que Uribe no podrá mantenerlo por mucho tiempo en el cargo.

Presión internacional

Una de las hipótesis sobre el inusitado cambio de Uribe, es que está sintiendo pisadas de animal grande sobre sus talones.

La estrecha vigilancia de la Corte Penal Internacional, la visita al país de dos de sus más altos dignatarios, la presión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de Amnistía Internacional, de Human Rights Watch, la posible intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra y la presión del Congreso de Estados Unidos que, con mayoría demócrata, cada vez le aprieta más la tuerca, sin duda tienen sobresaltado al mandatario.

A esto contribuye también las persistentes denuncias de importantes ONG nacionales defensoras de derechos humanos, como la Comisión Interclesial Justicia y Paz, la Comisión Colombiana de Juristas, el Colectivo de Abogados Alvear Restrepo, de la Corporación Reiniciar, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado y muchas más.

Y para el colmo de los males del régimen, el posible triunfo del demócrata Barack Obama*, a la presidencia de los Estados Unidos, le dará a Uribe, algo así como una estocada de la que muy difícilmente podrá salir bien librado.

Sin papá Bush que lo patrocine, lo ampare y lo favorezca en sus satrapías, estará solo frente a la justicia internacional y la de su país. Su gobierno y su política de de “seguridad democrática”, léase mortandad democrática, sin duda, serán a otro precio, que el pueblo colombiano debe aprovechar con sus resistencia, su unidad y su lucha, para extirpar para siempre el cáncer que lo aqueja.


* Este artículo fue escrito antes de conocerse la renuncia del general Montoya y la elección de Obama.


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