miércoles, septiembre 17, 2008

El Castillo, Meta
Homenaje a las víctimas del Ariari
A pesar del terror desatado por el régimen en la región campesinos desplazados han ido regresando pero le piden a la comunidad nacional e internacional que no los deje solos
Por Camilo Raigozo. Voz

Los pasados 6 y 7 de septiembre, una docena de organizaciones sociales, sindicales y defensoras de los derechos humanos, realizaron una visita de acompañamiento a las comunidades del Alto Ariari, Meta, victimas de la represión militar y paramilitar aplicada por los diferentes regímenes en la región desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado, recrudecida desde el 2002 con la llegada al poder del proyecto narco-paramilitar que desde entonces rige en Colombia.

Unas 70 personas, entre familiares, amigos de las víctimas, defensores y defensoras de derechos humanos, representantes de ONG internacionales y algunos periodistas, hicieron una peregrinación hasta el caserío La Esmeralda, municipio de El Castillo, Meta, donde le rindieron un sentido homenaje a todas las victimas que han sido asesinadas o desaparecidas en la orgía de sangre practicada por militares y paramilitares contra la población inerme.

Una de las víctimas homenajeadas fue el inolvidable líder campesino, defensor de los derechos humanos, Reinaldo Perdomo Hite, asesinado mediante la estrategia paramilitar a las ocho de la noche del 12 de agosto de 2003, en el barrio Ciudad Porfía en Villavicencio, Meta, donde estaba desplazado.


Un sicario del régimen le cegó la vida de varios disparos, en otro crimen que cinco años después está en la más completa impunidad. “A mi papá y a más de 200 personas del Alto Ariari, los asesinó el régimen como método de terror, buscando asesinar también el pensamiento libertario, luchador y solidario, de sus gentes”, le dijo entre otras cosas una de las hijas del líder inmolado a VOZ.

Más de 500 personas han sido asesinadas o desaparecidas en el Alto Ariari y al menos la mitad de estos crímenes han ocurrido en el gobierno de Uribe. Desde el 2002, hubo una arremetida sangrienta del ejército, paramilitares y autoridades civiles en la región, que obligó a más de 1.050 familias a desplazarse abandonarlo todo para salvar su, vidas.

Según el testimonio de varias personas entre desplazadas y residentes en la región, tanto el ejército, como los ‘paras’ quemaron fincas, viviendas y robaron las pertenencias de los campesinos.

Para Ruby Castaño, sobreviviente de varios atentados y desplazada en tres oportunidades, “el arrasamiento contundente que aún sigue vigente, y que generó un desplazamiento masivo de la población, lo que busca es limpiar la zona de campesinos para apropiarse de las tierras”. Tres alcaldes elegidos por la UP fueron asesinados y otro más condenado al exilio.

Isidro Alfonso*, quién formó parte de unas 150 familias que se negaron a desplazarse, a pesar de que los ‘paras’ le asesinaron a dos familiares y el ejercito a otro, le contó a VOZ que durante un tiempo, la alcaldía del municipio restringió la compra de medicinas y alimentos que podían hacer los pobladores. El ejército les vendía los cupones de racionamiento para que los campesinos adquirieran las medicinas, los víveres y elementos de trabajo, en cantidades limitadas en las tiendas de los paramilitares o administradas por estos.

Resistiendo a los métodos criminales y de terror del régimen, desde el 18 de marzo de 2006, las familias desplazadas han ido regresando, aún a costa de perder la vida. Crearon la Comunidad Civil de Vida y Paz Zona Humanitaria del Ariari
, como mecanismo de protección de la vida, materializando así los sueños de Reinaldo Perdomo Hite, María Mercedes Méndez y de tantas mujeres y hombres, para quienes “ceder era más terrible que la muerte”, como lo enseñó Josué Giraldo Cardona, otra víctima del establecimiento en el Meta.

* Nombre cambiado por petición de la fuente

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