martes, septiembre 09, 2008

Mejor esperen sentados
Por Claudia López.El Tiempo

Los que creen que la era post-Uribe está cerca pueden tomar asiento porque la espera será larga. El presidente Uribe no se desprenderá del poder político en Colombia por dos razones: porque está convencido de que su proyecto político y la seguridad democrática necesitan más años para consolidarse y porque necesita el poder para asegurar su protección personal.

También se equivocan los que creen que el fin de la era Uribe se definirá cuando se sepa si el Presidente se lanza o no a una segunda reelección. Uribe, eventualmente, dejará la Presidencia en el 2010, pero no dejará de ser el elemento determinante del poder político en Colombia. Garantizarse esa posición estratégica es un objetivo que logrará a cualquier costa.

No hay ninguna duda de que el proyecto de referendo para autorizarle al Presidente un tercer mandato saldrá avante.

Con el propósito de permanecer en el poder, el referendo es esencial porque le permite al Presidente notificarle al mundo político y nacional que él puede seguir en la Presidencia en el 2010, en el 2014 o después, pero que, en todo caso, deben contar con él.

Por eso, no ha escatimado ni escatimará ningún recurso para garantizar que el referendo salga avante, y su posibilidad de un tercer mandato quede en firme.

No solo por la vía del referendo se asegurará la manera de seguir en el poder. La vía más eficaz la ha construido todo este tiempo, mediante la captura de posiciones claves del poder público y judicial, así como de las instancias de contrapeso y control del Ejecutivo.

Para el 2010, el Presidente habrá logrado imponer sus candidatos en la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, la sala disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, la Comisión Nacional de Televisión y en por lo menos la mitad de los magistrados de la Corte Constitucional y de los directivos del Banco de la República, tendrá cuotas importantes en el Consejo de Estado y asegurará que el uribismo siga siendo mayoría en el Congreso.

Todos esos funcionarios, que constituyen la mayoría del poder político y judicial, tendrán mandatos por varios años después del 2010 y serán otro recurso del presidente Uribe para permanecer en el poder.

Tal acumulación de poder y representatividad, además del enorme respaldo a su persona y a la seguridad democrática, sería suficiente capital para asegurar la continuidad de su legado político.

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Si de reelegir la seguridad democrática se tratara, le bastaría con promover un sucesor de su confianza, sobre quien, además, podrá influir, no solo porque le deberá su elección a su guiño, sino porque Uribe tendrá todo el entramado de poder que ha construido para controlarlo.

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Si aun en esas circunstancias decide quedarse en la Presidencia, no será entonces porque sienta que le hacen falta mayorías o representatividad para proteger su legado, sino más bien porque siente que solo si se aferra personalmente a la Presidencia garantiza la protección de sus intereses personales o se protege del escrutinio de la justicia.

El Presidente en Colombia, sea Uribe o cualquier otro, goza, en la práctica, de total impunidad. El Presidente puede asegurar que la Comisión de Acusación de la Cámara no lo investigue seriamente, que el Senado no lo acuse y que, por lo tanto, nunca llegue a un juicio a la Corte Suprema.

Esa garantía de impunidad la tienen los presidentes, no los ex presidentes. Si a pesar de todas las garantías para preservar su legado, Uribe insiste en quedarse en la Presidencia, será por preocupaciones más de índole personal que nacional.

Todos los que se aferran al poder confunden sus intereses personales con los nacionales y se aferran para defenderse personalmente, usando, sin ningún control, la estructura de poder nacional que construyeron. Cualquiera sea la hipótesis aplicable a Uribe, en sus cálculos no está abandonar el poder, así que mejor esperen sentados.


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