miércoles, junio 25, 2008

Parauribismo/
Terror paramilitar en Satinga, Nariño
Desplazamientos, mujeres violadas, asesinatos y desapariciones forzadas
Por Comisión Interclesial Justicia y Paz

Dos asesinatos, dos desapariciones forzadas, accesos carnales violentos, amenaza de muerte, saqueos, hurto de bienes y desplazamientos forzosos son parte de las técnicas de terror paramilitar que se han adelantado bajo el nombre de “Autodefensas Campesinas de Nariño”, ACN y "Águilas Negras" en el municipio Olaya Herrera, más conocido como Bocas de Satinga.

Estas actuaciones paramilitares se han desarrollado en medio de una fuerte militarización. A menos de 5 minutos de la base paramilitar ubicada en El Cande, a 5 minutos se encuentra un control permanente de los efectivos regulares de la Infantería de Marina 70.

Por las actuaciones paramilitares más de 150 familias afrodescendientes se han visto obligadas a desplazarse forzosamente.

Nuestra Constancia y Censura Etica ante lo que hemos oído, lo que hemos logrado ver, frente a testigos y víctimas que relatan las cruentas operaciones de tipo paramilitar que se están desarrollando en el municipio de Olaya Herrera- Bocas de Satinga – en la zona rural bajo el nombre de Autodefensas Campesinas de Nariño, ACN y en el casco urbano bajo el nombre de “Aguilas Negras” en el departamento de Nariño, actuaciones públicas en medio de la presencia de las estructuras armadas del batallón fluvial de Infantería de Marina 70 y de la Policía Nacional.

Bajo el pretexto de persecución a la guerrilla de las FARC EP las estructuras paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Nariño, ACN, han operado desde abril en medio de una significativa presencia militar sobre el río Sanquiangua.

Sus actuaciones de terror se incrementaron en mayo y junio con los asesinatos de Wellington Ríascos, aunque su cuerpo no aparece y de Taylor Ortiz.

Las desapariciones forzadas de Francisco Hurtado y de un joven conocido como el “Pipe”, junto con saqueos, el acceso carnal violento, tratos crueles e inhumanos, amenazas generaron el desplazamiento forzoso de 150 familias afrocolombianas, según relatan las víctimas.

El conjunto de estas actuaciones de control y de represión con terror paramilitar y la tolerancia institucional generaron el desplazamiento forzado de los pobladores de San José de la Turbia y Bajito Soledad abandonaron sus lugares de habitación y de algunas familias de las comunidades de Herradura, Guavillares y Bocas del Canal hicieron lo mismo

El municipio de Olaya Herrera, más conocido como Bocas de Satinga, departamento de Nariño, está atravesado por el río Sanquianga, que a su vez se comunica con el río Patía por el municipio Roberto Payán, departamento de Nariño, a través de un canal artificial abierto por la empresa de Maderas Enrique Naranjo hace cerca de 30 años.

Toda esta zona y las que se encuentran los caseríos de Bocas del Canal y el corregimiento de Cande fueron lugar de paso de la presencia de la guerrilla del 29 frente de las FARC EP en el año el 2001 y 2002.

En este último año las fuerzas militares ingresaron a la región saquearon bienes de supervivencia, amenazando de muerte a algunos pobladores en la totalidad de los casos sobre los límites con el Patía y en las 31 comunidades afrodescendientes del Consejo Comunitario del río Sanquianga y un resguardo indígena Eperara Siapidara, anunciaron el ingreso de los paramilitares del “Bloque libertadores del Sur”.

Dos meses después de salir el ejército se realizó la primera incursión paramilitar del “Bloque Libertadores del Sur” a Satinga, allí realizaron una masacre y se quedaron en una base ubicada en el casco urbano del municipio Olaya Herrera o Bocas de Satinga, realizando controles sobre la población y empiezan la distribución de la coca, la compra de base de coca que la sacan por el pacífico.

Entre el 2001 y el 2008 las siembras de coca entre el Patía y el Sanquianga fueron casi extinguidas a través de fumigaciones aéreas, las que afectaron no solo las siembras de coca sino también las siembras de pan coger, animales, ganado, la biodiversidad, contaminaros fuentes de agua, y afectaron la salud de los afrocolombianos.

En el 2005 llegaron a Bocas de Satinga el ejército, policía, algunos paramilitares fueron perseguidos y otros se fueron. Semanas después se ubicaron en el casco urbano pero vestidos de civil.

Tal militarización no ha propiciado una actuación diligente de las instancias de investigación judicial frente a la existencia de dos fosas comunes sobre el margen derecha aguas arriba del río Sanquianga, en una punta de tierra que el río se llevó posteriormente, y el otro sitio cerca del lugar conocido como “La Pista”.

Por eso mismo, no causa sorpresa, que en el caserío El Cedro, la Infantería de Marina realiza de manera regular retenes de control poblacional y de bienes, mientras que a cinco minutos en embarcación, en el poblado de El Cande en el punto conocido como La Cuneta, se encuentra la base paramilitar en la que a veces se concentran más de 500 paramilitares, sin que exista reacción alguna de las Fuerzas Militares.

Hasta el día de hoy el río Sanquianga permanece bajo el control de la Infantería de Marina y los paramilitares, desde hace 9 meses la guerrilla de las FARC se desplegó y hoy el desplazamiento masivo, el familiar y el gota a gota está dejando el territorio sin los legítimos habitantes ancestrales.

Nuestra Constancia y Censura Etica ante los siguientes hechos que evidencian la responsabilidad del Estado por acción y por omisión, lo que se convierte a fuerza de la realidad en Comisión por omisión.

Lunes 28 de abril

En horas de la noche al caserío de Cande, municipio de Roberto Payán, departamento de Nariño, a la orilla del río Patía Grande que desemboca en el río Sanquianga, ingresaron hombres armados vestidos de camuflado con brazaletes de fondo blanco con las letras negras ACN, Autodefensas Campesinas de Nariño, con armas cortas y largas. Según lo expresaron algunos de los paramilitares, venían de la Inspección El Pital, jurisdicción del municipio de Salaonda, departamento de Nariño.

Los afrodescendientes de la comunidad por temor a daños irreparables en su vida e integridad personal buscaron refugio en la selva y en las quebradas donde se encuentran las siembras de pan coger, quedando la mayoría de las mujeres y niños en el caserío.

De acuerdo con versiones de testigos que hoy se encuentran en condición de desplazados, algunas de las mujeres fueron accedidas carnalmente de modo violento por integrantes de las estructuras paramilitares.

Desde ese día, los paramilitares ubicaron un campamento permanente en el Cande e instalaron un retén permanente a los pobladores del río Patía cuando se movilizan hacia el río Sanquianga, el cual permanece hasta la fecha de la presente constancia

Lunes 26 de mayo

Hacia las 6:30 p.m. incursionaron al caserío de Bocas del Canal, cerca de 15 paramilitares que se identificaron como miembros de las “Autodefensas Campesinas de Nariño”, portando uniformes camuflados, armas largas y brazaletes blancos con las siglas ACN, en color negro. Los paramilitares provenían de la base ubicada en el corregimiento de Cande.

Al llegar al caserío, se dirigieron a las primeras casas ubicadas a la orilla del río Sanquianga obligando a los pobladores a tirarse al piso.

Hombres y ancianos, mientras se encontraban boca a bajo en el piso eran interrogados por la presencia de la guerrilla de las FARC EP, mientras eran pateados en diferentes partes del cuerpo.

Uno de los pobladores, de 22 años de edad, conocido como “Pancho” fue amarrado, interrogado y golpeado con la culata de los fusiles. Luego de varios minutos lo saltaron y dejaron ir.

Los paramilitares continuaron su recorrido por otras viviendas realizando las mismas acciones.

Hacia las 6:40 p.m., tres jóvenes, entre ellos Willington Ríascos, de 20 años, y “Pipe” de 17 años de edad llegaron al caserío Bocas del Canal, provenientes del poblado San José de la Turbia, buscando una linterna para continuar el recorrido por el río hacia el caserío Guavillares.

Hacia las 7:00 p.m. cuando los jóvenes se embarcaron de nuevo en la canoa fueron obligados por los paramilitares a detenerse, les ordenaron a los jóvenes tenderse en la canoa y les advirtieron que nadie debía correr “nadie corra, todos al piso”.


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