¡Yo no marcho con Mancuso!
Por Juan Cendales
Me duele el drama injusto y cruel de los secuestrados, con la misma tristeza y rabia con que me duele el destino de los miles de desaparecidos, la angustia de los millones de desplazados, los huérfanos y viudas de la UP y el dolor de las madres de los humildes policías, guerrilleros y soldados caídos en la guerra o extrajudicialmente fusilados.
Me duele la tristeza de los prisioneros políticos y la rabia de los hombres y mujeres encarcelados injustamente por acusaciones falsas de testigos profesionales.
Me duele la tristeza de los miles de refugiados en el extranjero en razón de los atentados y amenazas.
Me duele la carrera armamentista desatada en este país de carnavales, rumbas, reinados y corralejas.
Pero a pesar de todos estos dolores, o quizás por ellos, yo no puedo marchar junto a Mancuso, ni con Posada Carriles y los terroristas de Miami. Tampoco junto a los Generales, ni con los empresarios que se enriquecieron con las orgías de sangre y llevaron a sus cocteles a los más crueles y sanguinarios y hoy posan de demócratas y de humanitarios. Con las Convivir siniestras tampoco puedo yo marchar. Lo siento pero no puedo.
Me duele que a millones de colombianos los engañen en su dolor sincero con una marcha reeleccionista. Convocante del odio y de la guerra. Una marcha contra una nación hermana que es más lo que nos ha ayudado que lo que supuestamente nos ha ofendido y porque me niego a aceptar que si al monarca lo han hijueputiado deba morir por él sabiendo que es verdad el agravio reiterado.
Una marcha convocada y patrocinada también por parapolíticos testaferros del crimen y de la muerte. Por los medios que proclamaron como héroes a los asesinos de la motosierra. O por los que marchan y convocan pensando en cálculos electorales. Cosas de imagen. O de pegarse a la cola de multitudes alienadas para construir falsos y efímeros consensos.
Quizás los que no marchemos nos sintamos solos y aislados. Como solos y aislados se sintieron los que se negaron a participar en las grandes marchas nacionalistas de Hitler y de Goebbels o en las también multitudinarias de las camisas negras de los fascistas italianos.
Pero con miles o con millones de ellos, los sinceros y reales, marcharemos siempre en pos de la vida, la libertad, el acuerdo humanitario, la paz en democracia y la justicia social, en una patria nueva, fresca y renovada.
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