miércoles, enero 23, 2008

Muerte en la frontera, silencio en los medios
Juan Cendales

Ante el silencio de los grandes medios, como Caracol cuyo único tema de sus emisiones es la campaña patriotera contra Venezuela, y del gobierno de Uribe que es uno de los principales sospechosos, fue asesinado en la frontera colombo-venezolana Alirio Quiñones, joven dirigente comunista del departamento de Arauca que ante la persecución de la policía, el Ejercito, la Fiscalía y los paramilitares había buscado refugio en territorio venezolano.

Pero hasta allí fueron a buscarlo los asesinos y lo balearon en Guasdalito, frente a la ciudad de Arauquita, la misma que la semana pasada agentes de la Fiscalía y el Ejército rodearon de alambradas y de tanques para detener a más de una decena de dirigentes sindicales y de la oposición, en una nueva detención masiva de las que ya han sido víctimas miles de compatriotas víctimas de la Seguridad Democrática.

Frente a esta criminal acción del paramilitarismo perpetrada en tierra Venezolana no hablan los medios. De ella no se escandalizan. Por estas muertes no hay recompensas, no hay escándalos, no hay condenas.

Y si por alguna remota razón el gobierno hablara del crimen seguramente sería para decir que el culpable es el muerto, así como Uribe ha dicho que los cinco mil muertos de la UP y el PCC son culpables de su propia muerte. O llevaría al Ex General Valencia Tovar a dar exclamaciones de júbilo, pues en su anterior columna en El Tiempo parecía lamentarse de que no hubieran muerto todos y todavía existieran sobrevivientes que incluso tuvieran la osadía criminal de defender las acciones de Chávez por la libertad de los secuestrados colombianos.

Alirio Quiñones era un joven humilde. Trabajador incansable por los derechos de la juventud y el pueblo araucano. Este compromiso lo llevó a ser elegido en el más alto cargo al que puede aspirar un joven comunista como es el de integrar el Comité Central de su organización. Pero también le valió el odio de los neofascistas. Hace tres años intentaron secuestrarlo en Bogotá en pleno centro internacional. Luego lo persiguieron por toda Arauca para matarlo. También le armaron un proceso para enjuiciarlo como terrorista.

Y finalmente lo asesinaron en la frontera, en propio territorio venezolano. Por unos paramilitares que seguramente hacen parte de esa vieja avanzada que el imperio ha regado en Venezuela para crear hechos de desestabilización y de terror.

Paz en la tumba de Alirio Quiñones.
Castigo para sus asesinos!


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