Catatumbo, Norte de Santander
Ejército y Policía hostigan al dirigente Juan Carlos
Quintero
Por Camilo Raigozo. Notimundo
El pasado 15 de noviembre el vicepresidente de la
Asociación Campesina del Catatumbo, Ascmacat, Juan Carlos Quintero Sierra, se dirigía en compañía de dos escoltas del
esquema de seguridad asignado por la Unidad Nacional de Protección, al
corregimiento de San Pablo municipio de Teorama.
La finalidad del viaje de Quintero Sierra era asistir a
la Audiencia Popular con la comunidad y presidentes de 27 juntas de acción comunal, para socializar
los acuerdos alcanzados por Ascamcat y representantes del el gobierno
departamental y nacional.
A las 6 de la tarde el automóvil en que se movilizaba
Quintero fue detenido en un retén del Ejército en la base militar La Esmeralda
en el municipio de Convención, denunció la asociación campesina.
El retén estaba integrado por unos 20 militares comandados
por el capitán Robinsón Rincón Meza del Batallón Plan Energético y Vial 10.
Los militares les ordenaron que abandonaran el vehículo,
lo que no fue atendido, ya que las indicaciones de seguridad emanadas de la Unidad
Nacional de Protección recomiendan no bajarse del vehículo a menos que sea en
una estación de la Policía Nacional.
Durante el tiempo de retención uno de los militares,
quién no portaba identificación, fotografió el vehículo y las placas del mismo,
ante lo cual se le hizo saber el atropello al capitán Rincón, el cual solo le
llamó la atención al soldado.
La retención ilegal a Juan Carlos Quintero y sus dos escoltas
duró unos 30 minutos, dejándolos proseguir su camino a las 6 media de la noche.
El hostigamiento contra Quintero Sierra y sus dos
escoltas continuó el 19 de noviembre del 2013. A las 9 de la mañana, cuando se realizó una audiencia con los
presidentes de 18 juntas de acción comunal,
el alcalde y el secretario de gobierno de San Calixto, los escoltas fueron
retenidos y conducidos por el ejército, a la estación de policía.
A las 11:15 de la mañana, terminada la reunión, Juan
Carlos Quintero y el personal de su seguridad emprendieron el regreso a Cúcuta.
A los 10 minutos, a las afueras de San Calixto en una zona desolada unos 30
militares habían montado un retén.
Una vez detenido el vehículo se le exigió a los militares
que se identificaran a lo que uno de los uniformados dijo que era el capitán,
pero no se quiso revelar el nombre.
Ante la orden de bajar del vehículo, se le explicó nuevamente que
por recomendaciones de la Unidad Nacional de Protección no debían abandonar el
carro.
Los militares intimidaron a los ocupantes y los
amenazaron con llamar a la Policía, como efectivamente sucedió.
Los efectivos de la Policía estaban comandados por el
sargento Otálora y sometieron a quintero y sus escoltas a un interrogatorio
ilegal.
“Una vez llegó la policía empezaron a indagaron sospechosamente
sobre la Mesa, sobre cómo va el Paro y dónde está el doctor Jerez. Además el Grupo de Operaciones Especiales,
Goes, le indicaban al perro para que buscara coca en el carro”, dice un aparte
de la denuncia.
Los militares hicieron señalamientos y husmearon
abusivamente el interior del vehículo buscando supuestamente algo ilegal.
Hicieron bajar a los escoltas y verificaron el permiso de
porte de armas a pesar que ya lo habían hecho horas atrás en la estación de
Policía. Las dos personas fueron sometidas a interrogatorio donde los policías
les hicieron preguntas tales como, “¿quién es el máximo líder de ustedes?”.
Quintero Sierra logró comunicarse con los otros miembros de Ascamcat
que precisamente estaban reunidos con representantes del gobierno en la Mesa
Técnica de la Mesa de Interlocución y Acuerdo, MIA.
Quienes estaban en la reunión se comunicaron con el viceministro
del Interior, la secretaria de gobierno departamental, Naciones Unidas, la Mesa
de Garantías, Mariana Escobar, directora del Departamento para la Prosperidad
Social e interlocutora del gobierno con Ascamcat, el alcalde de San Calixto, un
representante de la Defensoría del Pueblo y Ministerio de Defensa.
En este último atendió el Capitán Ariza quién habló
telefónicamente con el sargento Otálora y luego de más de una hora de retención
arbitraria los militares permitieron que Quintero siguiera su marcha.