Avances históricos de las conversaciones de paz en La
Habana
Gloria Inés Ramírez Ríos
Senadora de la República elegida por el PDA
El domingo 26 de mayo de 2013, los equipos que
representan al Gobierno Nacional y las FARC-EP en las conversaciones de paz,
dieron a conocer en La Habana el acuerdo suscrito bajo el título “Hacia un
nuevo campo colombiano: Reforma rural integral”, que sintetiza el trabajo
realizado durante los últimos seis meses sobre el primer punto de la Agenda de
discusiones.
Se trata de un hecho histórico, no sólo porque en los
diversos intentos de negociación es la primera vez que se firma un acuerdo de
esta naturaleza, sino porque es bien sabido que los problemas del campo
colombiano están en la raíz misma del conflicto que ha vivido el país durante
medio siglo y su solución es requisito indispensable para alcanzar la paz.
Aunque los compromisos de confidencialidad no permiten
conocer, por ahora, el texto íntegro del documento, las partes aseguran que “Lo
que hemos convenido en este acuerdo será el inicio de transformaciones
radicales de la realidad rural y agraria, con equidad y democracia”.
Según lo dicho por las partes, quedan algunos puntos
pendientes que podrán ser retomados posteriormente, entre ellos, el latifundio,
la minería y las empresas transnacionales y algunos aspectos relacionados con
las zonas de reserva campesina, lo que no obsta para reconocer la importancia
histórica de los avances logrados.
El próximo 11 de junio, las partes abordarán el tema de
la participación política, sobre el cual se realizó recientemente un foro
nacional que produjo abundantes iniciativas, por lo que esperamos que sobre este
asunto, que también está en la base del conflicto, se logren acuerdos para
hacer de Colombia un país con democracia real y para garantizar la posibilidad
de que la insurgencia pueda hacer política desde la vida civil.
Como era de esperarse, los únicos descontentos con el
acuerdo son los guerreristas empedernidos que se agrupan bajo las banderas del
uribismo, cuya pretensión es prolongar indefinidamente la guerra sin que les
importe la tragedia del pueblo colombiano.
De ahí la importancia de continuar movilizando a las
masas para defender el proceso y para demandar de las partes que no se levanten
de la mesa de conversaciones hasta tanto no logren un acuerdo final para
resolver el conflicto social y armado de nuestro país.
De ahí también la necesidad de que los acuerdos sean
refrendados por una asamblea nacional constituyente, que es la mejor manera de
ponerlos a salvo de eventuales burlas por parte de quienes pretender seguir
monopolizando el poder para ponerlo al servicio exclusivo de sus intereses.
No congratulamos de los avances logrados y reafirmamos
nuestro compromiso con la lucha por la paz con democracia, justicia social y
soberanía nacional, para construir una Colombia en la que todos sus habitantes
puedan vivir en verdadera libertad y con dignidad.
Bogotá, D.C., 28 de mayo de 2013