jueves, abril 21, 2011

Seguridad narcocrática/
¿Quién está detrás de la muerte de dos militares en Antioquia?
La Fiscalía debe adelantar esa investigación dadas las contradicciones entre las versiones del comandante de las FFMM, almirante Edgar Cely y el comandante de la Cuarta Brigada, general Alberto José Mejía
Por Camilo Raigozo

“En horas de la madrugada del día de ayer, un suboficial y un soldado adscritos al Batallón de Artillería No. 4 `Coronel Jorge Eduardo Sánchez Rodríguez´ fueron secuestrados por hombres armados, integrantes de la cuadrilla 36 de las Farc”, dice un aparte el comunicado firmado por el Comando de la Cuarta Brigada del Ejército Nacional, con sede en Medellín, el pasado 19 de abril.

No es extraño y hasta es lógico, que el comandante de la Cuarta Brigada culpe a las Farc de los execrables hechos, así no sea el resultado de una investigación seria, profunda e imparcial. Al fin y al cabo son sus enemigos naturales en el conflicto que vive el país.

Cabe recordar que en el conflicto armado la verdad es la primera víctima. Por esa razón las comunicaciones emitidas por las partes en contienda generalmente encierran elementos estratégicos de guerra. El descrédito del enemigo es uno de ellos y la prensa debería saberlo.

Sin embargo, los medios de comunicación, desde los más influyentes hasta los más desapercibidos, repitieron como loros el comunicado castrense, imponiéndole a sus televidentes, radioescuchas o lectores, que lo que allí se afirma es cierto, sin dejarle un espacio al beneficio de la duda, ya que no existía una investigación de autoridad competente que así lo determinara.

Ese planteamiento lo confirmó en horas de la mañana del día siguiente, miércoles 20 de abril, el comandante de las Fuerzas Militares, almirante Edgar Cely, quién le dijo a Caracol Radio que “el narcotráfico, a través de las bandas criminales, estaría tras el secuestro del cabo tercero José Esteban Coba Teatín y el soldado Fernando Builes Mazo, realizado en El Limón, Antioquia”.

Además, el almirante Cely indicó a la cadena radial que, “los uniformados iban a una audiencia judicial, a entregar evidencias sobre el hallazgo de un laboratorio de procesamiento de cocaína en la zona. Hay algo de bandas criminales por cuenta de un laboratorio al cual se le estaba haciendo seguimiento”.

Sin embargo la valiosa información suministrada por el comandante de las Fuerzas Militares, la cual desmintió de tajo el comunicado del comandante de la Cuarta Brigada,  no tuvo el mismo eco en los medio, pues su difusión fue diminuta y fugaz. Menos hubo confrontación de fuentes.

Unas dos horas después de que el almirante Cely, diera su versión  a la radio, el Ejército informó que los uniformados secuestrados el pasado lunes, fueron hallados sin vida cerca de una quebrada en zona rural del municipio de Toledo, Antioquia, con tiros de gracia.

Al respecto, el comandante de la Cuarta Brigada, general Alberto José Mejia afirmó entre otras cosas: “Los terroristas del frente 36 asesinaron vilmente a nuestros militares, colocándolos como señuelo en un área preparada con artefactos explosivos improvisados para causar más muertes a las tropas que realizaban operaciones para su localización".

Esta última información del Ejército, al contrario de la de Cely, fue profusamente difundida por los medios, con un despliegue tan amplio, que muy seguramente un vasto sector de la opinión pública no dudó en aceptar.

Algunos de los interrogantes que dejan los hechos son: ¿Tan infiltrado está el Ejército por las Farc, que estas saben con exactitud el movimiento de cada soldado? ¿Sí el comandante de la Cuarta Brigada sabía de la presencia de la guerrilla en la zona, por qué no protegió a sus soldados que iban de civil y desarmados, a las tres de la mañana?

¿Por qué las contradicciones entre el almirante Edgar Cely y el general Alberto José Mejía, sobre los autores del doble crimen? ¿Cuál de los dos trata de engañar al país y por qué? ¿Qué sabían el suboficial y el soldado sobre el laboratorio de los paramilitares llamados bacrim? ¿Cuáles eran las evidencias que iban a entregar las dos víctimas en la audiencia judicial a la cual se dirigían?

Estos y otros interrogantes deben ser esclarecidos por la Fiscalía, quién a diferencia de los medios de comunicación, no debe dejar la menor duda sobre la objetividad  e imparcialidad de sus investigaciones.


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