Parauribismo/ No hay posconflicto. Las estructuras siguen con otros actores, dijo
Corte Suprema, único obstáculo de la narcoparapolítica: Garay
Para el investigador en el resto del Estado no hay posiciones equivalentes: ni en el establecimiento político, ni en el Gobierno, ni en los medios, ni en la comunidad internacional, ni siquiera en la opinión pública
Por Armando González. El Nuevo Siglo
Mientras el establecimiento político, a través del Nuevo Liberalismo, se enfrentó a la presencia de Pablo Escobar en el Congreso, en 1982, y los Estados Unidos a las posibles consecuencias de la financiación de la
campaña presidencial de 1994 por parte del Cartel de Cali, hoy el único contrapeso a la narcoparapolítica es la Corte Suprema de Justicia.
Así se lo explicó a El Nuevo Siglo el economista e investigador Luis Jorge Garay, coordinador de un estudio sobre Captura y Reconfiguración Cooptada del Estado en Colombia y América Latina, de la Fundación Método.
“La Corte Suprema asumió sus funciones de defender el estado de derecho y tomó el juicio de los congresistas por concierto para delinquir”, indicó Garay; pero dio “un paso más allá, en una jurisprudencia compleja pero fundamental:
Todo parapolítico ya no solo va a ser juzgado por concierto para delinquir, sino por crímenes de lesa humanidad, porque participaron en un proyecto político que implicó el uso masivo de la fuerza con crímenes de lesa humanidad”.
“Todo acuerdo de esta naturaleza”, entre actores legales e ilegales, “a esta altura ya era dentro de una estrategia militar explicita, porque era con grupos armados ya no sicariales, como fue en la primera etapa con Pablo Escobar,
sino con ejércitos que sustentan las bases objetivas de poder territorial y poder social para impulsar un proyecto, ya sea de refundación del Estado, ya sea para la defensa de los intereses de los ilegales, y de los legales en alianza con ellos”, precisó.
“No ha habido ningún contrapeso del establecimiento político”, analizó Garay, en parte porque “en la mayoría de los partidos había narcoparapolíticos y en otros habrá narcofarcpolíticos o narcoelenopolíticos”.
“Los medios de comunicación, unos más combativos que otros, han participado en la denuncia, pero no ha habido realmente una posición unánime a una lucha frontal que enjuicie a la parapolítica, llegue a las sentencias”, dijo Garay.
“E, infortunadamente, el proceso ha venido adquiriendo una cierta legitimación social, dentro de la multiplicidad de conflictos colombianos”, comentó.
“La legitimidad de la lucha antiguerrillera y que todo vale con tal de que se logren resultados efectivos ha venido legitimando procedimientos de actores. Llega a decirse muy popularmente: ‘Ah, bueno; por lo menos de esa manera se acaba la guerrilla’”.
“Entonces, el actor central tampoco son los actores internacionales. Infortunadamente, en el exterior se piensa que Colombia está en un posconflicto y que se está avanzando en un desmonte del narcotráfico”, sobre todo con base en cifras como la reducción del área cultivada de coca.
En este punto, el profesor Garay enfatiza que en Colombia no hay posconflicto y que las estructuras de infiltración del Estado por parte de las organizaciones criminales de todo tipo, en alianza con políticos y empresarios, se mantienen solo que con otros actores, vinculados o no con quienes han sido procesados, condenados o extraditados.