lunes, abril 27, 2009

Rechazamos el traslado de la Base de Manta a Colombia
Por Luis Jairo Ramirez H.

Desde 1999 cuandoEstados Unidos tuvo que devolver la Base Howard en el canal de Panamá, escudriñó la manera de sustituir esa posición estratégica extendiendo la repercusión y el radio de acción desde tres nuevos puntos que establecieron un triángulo alrededor de Panamá: Centroamérica, Sudamérica y el Caribe.

Rápidamente consiguió ubicar nuevas instalaciones, con convenios de diez años, en El Salvador, en Aruba y Curaçao, y en Ecuador, en la costera ciudad de Manta.

Las bases instaladas en estos tres puntos corresponden a la idea de instalaciones más pequeñas, menos costosas y más sencillas de manejar, y con un radio de alcance suficiente, a una distancia que le evite los riesgos pero le permita actuar con agilidad.
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A éstas se les llama Foreign Operating Locations –FOL- (Centros Operativos de Avanzada).

Así pues, la base de Manta, fue cedida por 10 años, hasta agosto del 2009, a la Fuerza Aérea de Estados Unidos para sobrevolar el territorio del país “en actividades contra el narcotráfico”, aceptando el establecimiento de una estación satelital para la recepción y emisión de todo tipo de telecomunicaciones de gran alcance, exentas de inspecciones, licencias, regulaciones y derechos.

Asimismo, estableció una condición jurídica de excepción al personal que opere en el convenio y a sus familiares, otorgándoles inmunidad y la misma condición legal del personal técnico y administrativo de la embajada de Estados Unidos.

La base, convertida en un enclave ilegítimo de militares estadounidenses, fue causa de repudio por importantes sectores de la sociedad ecuatoriana por la pérdida de soberanía, por la presencia militar foránea en su territorio; el rechazo general a las fuerzas armadas de Estados Unidos; y por el uso de la base para apoyar operaciones del Plan Colombia.

De hecho esta instalación se encuentra a solo 20 minutos en avión de la frontera colombiana, donde se implementa el Plan Colombia de lucha contra el narcotráfico y la insurgencia.

Con el Plan Colombia, acordado entre los gobiernos de Clinton en Estados Unidos y Pastrana en Colombia, que convirtió a nuestro país en el tercer mayor receptor de ayuda militar estadounidense después de Israel y Egipto, se consolidó una alianza estratégica, primero para combatir a la insurgencia y luego para involucrar a los países vecinos en esa guerra.

Una fuente militar ecuatoriana aseguró que: “los pilotos que condujeron el bombardeo sobre el campamento de las Farc en la provincia ecuatoriana de Sucumbíos "eran estadounidenses, posiblemente de la empresa DynCorp", proveedora de equipamiento bélico y mercenarios, que tiene contratos en el marco del Plan Colombia; que se apoyaron en el sofisticado sistema integrado de inteligencia electrónica.

La base proporciona los datos de inteligencia en tiempo real sobre los movimientos de la guerrilla de las Farc para que sean utilizados por los batallones contrainsurgentes.

Como se observa, la base militar en manta ha servido para la ingerencia militar norteamericana no solo en la lucha contra el tráfico de drogas sino también en el conflicto interno colombiano.

El Presidente Correa decidió recuperar la soberanía nacional sobre la Base de Manta y negar la prórroga de la cesión; reunida la Asamblea Constituyente cumplió con la promesa y los norteamericanos tienen que desalojar las instalaciones.

Con la derrota de Bush en EU, el gobierno de Uribe Vélez ha optado por la aceptación dócil de todas las peticiones norteamericanas y ahora, en el mayor secreto, negocia entre el Ministerio de Defensa y la embajada estadounidense, la utilización de instalaciones militares colombianas para las operaciones militares que cumplía la Base de Manta, con el objetivo de continuar apoyando las maniobras militares del plan Colombia y proteger sus intereses e inversiones militares y comerciales.
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Todo esto se inscribe dentro de la estrategia de convertir, ya no una porción territorial, sino todo el territorio nacional en una gran base de operaciones militares norteamericanas.

Recordemos que adicionalmente ya operan en el país bases militares con presencia de mariners y última tecnología militar estadounidense en Tres Esquinas y Larandia (Caquetá), Arauca, Apiay y Tolemaida.

A esto se agrega que el año anterior hizo presencia intervencionista y amenazante en el caribe la IV flota, con portaviones y bombas nucleares, para intimidar los procesos democráticos de soberanía y cambio que se dan en Venezuela y el resto de América Latina.

Preocupa cierta indiferencia de la sociedad colombiana frente a estos hechos. Lo que está ocurriendo es de la mayor gravedad, no solo para Colombia, sino para sus países vecinos.

Es necesario desplegar la movilización y el rechazo a esta pretensión del pentágono de convertir toda la geografía en un gran enclave del guerrerismo norteamericano.

Por su parte, las Cortes Judiciales y el parlamento colombiano deben revisar esta situación y ejercer su papel de control.


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