El espectáculo nacional
Por Claudia López. El Tiempo
Durante la visita del Fiscal de la Corte Penal Internacional, la gala nacional se dio mañas de ofrecer un espectáculo digno de circo romano. Los visitados casi hacen caso omiso de la visita para dedicarse de lleno a sus trifulcas y dejar claro al visitante que Colombia más que un Estado de Derecho, parece un ring de boxeo que se transmite en directo por los medios de comunicación.
Pongámonos por un momento en los zapatos del visitante. En el avión hacia Bogotá leyó en la revista Cambio conversaciones que comprueban que el director de la Fiscalía de Medellín, hermano del Ministro de Justicia, tiene alianzas con el mafioso más buscado del país.
Cuando llegó, vio reiteradamente al Ministro dando cuatro declaraciones a los medios. Una explicando que no tenía ningún conflicto de interés por lo de su hermano y no renunciaría. Otra reconociendo que había llamado al Fiscal General para interceder por su hermano.
Otra proponiendo una reforma para cambiar la forma de elección de las cortes y del Fiscal General, que investiga a su hermano. Y otras mostrando unas supuestas pruebas de unos congresistas ofreciendo plata a delincuentes para que testifiquen contra el Presidente.
Antes de partir a Urabá a presenciar la exhumación de fosas comunes y hacerles seguimiento a los procesos de justicia y paz, le entregaron la prensa dominical. La noticia más importante contaba que los secretarios Jurídico y de Prensa del Presidente se reunieron en Palacio con el abogado de un narcoparamilitar extraditado y con un miembro activo de una estructura de sicarios y narcotraficantes, llamada Oficina de Envigado.
Con sorpresa, constató que se trababa de la misma estructura criminal que aparece en expedientes judiciales a los que hace seguimiento.
Durante todo el día, vio al Presidente por los medios defendiendo airadamente la visita de criminales a su Palacio con cuatro argumentos: 1. La visita no fue clandestina; al criminal y al abogado se les recibió a plena luz del día, aunque entraron por el sótano. 2. Era muy importante recibirlos porque le iban a entregar información que lograría desacreditar a la Corte.
3. Como la información finalmente no desacreditó a la Corte, el Gobierno decidió no usarla ni judicializarla. 4. Él no era el primer Presidente que hacía tratos con mafiosos, por lo cual les exigió públicamente a otros ex presidentes y congresistas que también contaran sus tratos.
Al día siguiente, el Presidente interrumpió esas declaraciones para recibirlo en el mismo Palacio donde recibieron a los delincuentes.
Durante una hora, el Presidente le aseguró que respeta y apoya a la Corte y a la Fiscalía. Salió esperanzado. Las restantes horas de su visita vio al Presidente insistiendo en la defensa de sus delincuentes visitantes y afirmando que la Fiscalía era una vergüenza, que los magistrados se emborrachan con informantes y que la Corte Suprema fabrica "carteles de testigos".
Quedó un poco confundido. Preguntó si el que salía en televisión era el mismo Presidente con el que se había reunido. Le confirmaron que era el mismo y que esas alocuciones "frenteras" eran la clave de su popularidad. Asintió cortésmente como si entendiera, pero siguió confundido.
Para no quedarse con la duda, les preguntó escuetamente a magistrados y fiscales si se consideraban capaces de adelantar las investigaciones. Como le dijeron que sí, no ahondó más en el tema y se marchó, no sin antes reiterar que seguirá pendiente.
Al retornar a su oficina, se enteró de que el Vicepresidente propuso sacar la bandera blanca y poner fin a la confrontación verbal. Leyó que todos aceptaron la propuesta, menos el Presidente, porque "le da mucha briega quedarse callado".
Ese espectáculo de quinta fue posible gracias a la colaboración "armónica" de los poderes del Estado. Espere el próximo show.
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