miércoles, septiembre 03, 2008

¿Para dónde va Pacho?
Por: Patricia Lara Salive. El Espectador

“A mí siempre me da lidia quedarme callado”, le contestó el Presidente a su Vicepresidente cuando ante la escalada de la peleadera que padecimos la semana pasada éste lo invitó a sacar bandera blanca, a darle ejemplo al país y a manejar la situación “con concordia”.

Es que la lluvia de agresividad había pasado la raya, pues Uribe no sólo había sugerido que un magistrado se había emborrachado con unos testigos, que un senador había sido elegido con plata del narcotráfico y que un antecesor suyo se había aliado con delincuentes para combatir a

Pablo Escobar, sino que se había expuesto a que le contestaran en el mismo tono y a que el jefe del liberalismo le pidiera, por ejemplo, que actúe “con la compostura y el equilibrio que le eviten al país una investigación formal” de la Corte Penal Internacional por obstrucción “a las acciones de nuestra Justicia por delitos de lesa humanidad”, y a que calificara su actitud como “impropia de un Jefe de Estado” y su lenguaje como “camorrista y pendenciero”.

De modo que el Vice tenía toda la razón en jalarle las orejas al Presidente. Y cuando éste le repuso que “el debate también ayuda” y que “hay que aprender a vivir sin dispararnos con las armas, pero también diciendo verdades y contestando verdades”, Santos tampoco se quedó callado y le ripostó que si no se saca la bandera blanca, por lo menos se cambien “el tono y la manera” del debate, “que la forma sea radicalmente distinta”, que la discusión sea constructiva y que se reconozcan los errores.

Pero el regaño de Santos a Uribe no se había limitado a ese diplomático jalón de orejas. Pacho se había atrevido a decir también que “hoy la discusión pública está llegando a unos niveles de intolerancia que… se pregunta uno cómo es posible pedirles tolerancia a las personas en los campos y en las ciudades, cuando al nivel más alto de la dirigencia política no estamos mostrando la posibilidad de tener ese diálogo constructivo”.

Y ya antes, en entrevista con El Espectador (20-08-08), a la pregunta sobre “cuál ha sido la principal falla del gobierno de Uribe”, Santos había respondido: “Falta generar más consensos a nivel nacional sobre temas fundamentales”.

¿A qué obedece el atrevimiento de Pacho Santos? ¿Hay entre él y el Presidente un distanciamiento mayor del que se creía? ¿Será simplemente que al Vice le preocupa, como nos ocurre a muchos, que el Primer Mandatario utilice para descalificar a sus opositores un tono tan agresivo?

¿Será que él teme, como tememos tantos, que dada la enorme aceptación que tiene el Presidente en la mayoría de los colombianos, su tono enardecido se convierta en el modelo a seguir por los ciudadanos de este país donde la hoguera de la violencia se enciende con la más mínima chispa?

¿O será que Pacho, haciendo uso de una audacia política que no le conocíamos, ya se dio cuenta de que, en caso de que Uribe no quiera la reelección, la posibilidad de que un Santos llegue a la Presidencia ya está acaparada por su primo Juan Manuel y, entonces, decidió lanzarse a


competir por la Alcaldía de Bogotá, puesto al que confesó que le encantaría llegar, y optó por diferenciarse de Uribe y posicionarse como el dirigente mesurado, conciliador y capaz de buscar consensos con las distintas fuerzas, especialmente con el Polo Democrático, mayoritario en la capital?
A lo mejor sea sí la respuesta a todas las anteriores preguntas. Pero independiente de las motivaciones del Vice, hay que apoyar su llamado a sacar la bandera blanca.
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