La oligarquía mafiosa
y criminal, solo permite su “democracia”, no la de las mayorías
Por Camilo
Raigozo. Notimundo
En una
vergonzosa actitud de desacato a los pactos internacionales firmados, en este
caso con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el presidente Santos
decidió patear la Constitución y la voluntad política de los bogotanos al
destituir al alcalde Petro.
Es una
demostración más de que a la oligarquía violenta, mafiosa y criminal, que se ha
mantenido en el poder a sangre y fuego, solo permite su “democracia”, no la de
las mayorías.
Si no es a
través de los asesinatos como lo hizo con Jorge Eliecer Gaitán, Jaime Pardo
Leal, Bernardo Jaramillo o Carlos Pizarro, entonces recurre a la muerte
política de líderes populares que amenazan su poder, como lo ha hecho con
Piedad Córdoba y Gustavo Petro.
La oligarquía
narco-mafiosa, que es en realidad la que decide el presente y el futuro del
país, la cual incluye a los poderosos medios de comunicación, no vacila, si es
necesario, en exterminar partidos políticos, como lo hizo con la Unión
Patriótica, si sus privilegios se ven amenazados.
Queda demostrado
también que la voluntad popular a través del
voto es un engaño, que no hay tal democracia, que las mafias
oligárquicas utilizan este embeleco y lo aceptan sólo si los elegidos son de su
clase o gobiernan a favor de sus intereses.
Ante este sombrío panorama, para construir una democracia real que beneficie a la mayoría de los colombianos, es necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente donde las mayorías y excluidos de siempre tengan participación plena.