Terrorismo made
in USA
Gobiernos de EU y Colombia han asesinado conjuntamente al menos a 12 líderes de las FARC EP con
bombas inteligentes
Por Camilo
Raigozo. Notimundo
El periódico
estadounidense The Washington Post publicó una información el pasado 21 de
diciembre en la que relata cómo los gobiernos de George Bush y Álvaro Uribe,
asesinaron conjuntamente a al menos 12 líderes de la insurgencia de las FARC EP
utilizando bombas inteligentes de última tecnología estadounidense.
La información
está basada en declaraciones de más de 30 funcionarios estadounidenses y
colombianos, tanto de los gobiernos actuales
como de los anteriores. La fuente aclara que la mayoría de los declarantes lo hicieron con
la condición de anonimato.
En la estrategia
encubierta autorizada por Bush a principios de la década del 2000 y continuada
por Obama, actúan la temible Central de Inteligencia Americana, CIA, la Agencia
de Seguridad Nacional, NSA, militares y mercenarios estadounidenses, entre
otros.
La siniestra operación
es financiada a través de un "presupuesto negro", distinto al
paquete de “ayuda militar” de EU a
Colombia, conocido como Plan Colombia, el cual alcanza los 9.000 millones de
dólares.
El plan secreto de EU en Colombia proporciona
inteligencia en tiempo real a los militares colombianos, dándoles la ubicación
individual de los comandantes de las FARC EP y del ELN (no de paramilitares)
para que sean asesinados.
Además de lo anterior, desde el 2006 Estados Unidos
utiliza en la guerra contra la insurgencia colombiana bombas inteligentes
eficaces para los asesinatos selectivos.
Estas armas tienen orientación GPS que transforma una
bomba corriente en una bomba inteligente de alta precisión capaz de matar a un
hombre a centenares de kilómetros en la profundidad de la selva.
Las bombas inteligentes, también llamadas municiones o
PGMs guiadas de precisión, dan exactamente en el blanco si su ubicación se
puede determinar, ya que las geo-coordenadas del sitio en que se encuentra se
programan en el cerebro de la bomba.
Para el año 2003 se conocía la presencia en Colombia de
al menos 40 agencias estadounidenses y
4.500 personas, incluidos los mercenarios denominados contratistas. Todos
operan fuera de la embajada de EU en Bogotá, entonces la embajada del imperio más grande del mundo,
hoy solo la supera la de Afganistán.
En febrero de ese mismo año las
FARC EP derribaron un avión Cessna con cuatro agentes de inteligencia
estadounidenses y un piloto colombiano.
Un estadounidense y el colombiano
murieron, mientras que los otros tres fueron hechos prisioneros por las FARC
EP. Los dos gobiernos afirmaron que
estas cinco personas trabajaban en la erradicación de coca.
Un coronel estadounidense afirmó que le puso en
conocimiento al entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos el plan, quién
a su vez lo transmitió al presidente Uribe. Santos convenció al secretario de Defensa de EU, Donald Rumsfeld
para ejecutarlo.
En junio de 2006, Uribe visitó a
Bush en la Casa Blanca y le pidió que hiciera en Colombia lo mismo que Estados Unidos había hecho para asesinar al jefe de al-Qaeda en Irak, Abu Musab al-Zarqawi.
En ese asesinato EU envió un F-16
equipado con dos bombas inteligentes de 500 libras cada una, las cuales
explotaron en el sitio exacto donde se encontraba Abu Musab al-Zarqawi y lo
mató en el acto.
"Es evidente que esto era
muy importante para Uribe”, dijo el jubilado de la Fuerza Aérea, general Michael
V. Hayden, quien había asumido el cargo de director de la CIA sólo unos meses
antes.
El gobierno estadounidense envió de manera encubierta a
Colombia a un oficial de la CIA quien creó la Célula de la Embajada de EU de
Fusión de Inteligencia, conocido como el búnker, donde cada día 24 técnicos en
sus respectivos equipos conectados a satélites rastreaban a las guerrillas.
Unos cartografían vía satélite las regiones y las selvas,
otros buscan los campamentos y sitios subterráneos utilizados por las FARC EP y
otro grupo procesa imágenes y el movimiento de los vehículos etiquetados con
dispositivos de localización.
Igualmente las voces en las comunicaciones de radio y
telefonía celular son interceptadas, descifradas y traducidas por la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA) por su sigla en inglés).
Fuera del bunker, agentes y mercenarios de la CIA les
enseñan el arte de reclutar informantes a las unidades colombianas que son controlados
con detector de mentiras. Además ofrecen
dinero a las personas para que informen sobre la ubicación de los guerrilleros.
Al macabro plan le había resultado un escollo: los
abogados de la Casa Blanca, de la CIA, de los departamentos de Justicia,
Defensa y de Estado, advirtieron que una cosa era utilizar un PGM para derrotar
a un enemigo en el campo de batalla, lo cual la Fuerza Aérea de EU ha hecho
durante años, y otra muy distinta usarlo contra un líder individual de las FARC
EP.
Esto último se constituiría
en un asesinato, lo cual está prohibido por la ley de Estados Unidos y sus
ejecutores podrían ser acusados de participar en dichos crímenes, incluso si los
perpetraban terceros.
El escollo fue resuelto de manera simple pero engañosa. Los
gobiernos de Estados Unidos y de Colombia declararon a las FARC EP y al ELN como grupos "terroristas" y “narcoterroristas” que atentan contra la seguridad nacional de ambos
países. Hasta Nelson Mandela estuvo en esas listas hasta finales de 2008.
Así fue como se desató una campaña monstruosa de
propaganda sucia contra ese grupo insurgente por parte de los principales
medios de comunicación colombianos, estadounidenses e internacionales, que no
ahorran esfuerzos en calificar de “narcoterroristas” a los guerrilleros de las FARC EP para cumplir su cometido.
Ultimada la coartada los agentes de la CIA, NSA,
militares, otras agencias y mercenarios estadounidenses, pueden participar en
el asesinatos de líderes de la guerrilla con la seguridad de que sus crímenes
quedarán en la impunidad. EU mantiene al menos 7 bases militares en Colombia con la complicidad del régimen.
La primera víctima del plan encubierto fue Tomás Medina
Caracas, conocido como ‘El Negro Acacio’, cuyo asesinato fue perpetrado el 1 de
septiembre de 2007 a las 4:30 de la mañana, en los llanos orientales.
La intensa propaganda sucia a través de los medios lo
presentaba como jefe “narcotraficante”
de las FARC y comandante del Frente 16. De la misma forma fueron asesinados los
comandantes ‘Martín Caballero’, ‘Raúl
Reyes’, ‘Mono Jojoy’, 'Alfonso Cano' y al menos otros 8 líderes y centenares de guerrilleros.
The Washington Post afirma que este programa secreto en
Colombia es una de las mayores acciones de la inteligencia encubierta
desarrollados por Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre de
2001.
Estos hechos también demuestran la incapacidad de los
ministros de Defensa y de los altos
mandos militares colombianos para enfrentar por si solos a los ejércitos
insurgentes, no obstante las abismales ventajas numéricas, económicas y
tecnológicas que poseen sobre la guerrilla.
También se deduce la formidable capacidad de resistencia
de los guerrilleros al enfrentar en tan precarias condiciones a los poderosos enemigos
y no conocer la derrota. Al fin y al cabo son hijos de Bolívar.
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