martes, enero 08, 2013

Policía de miedo
Nuevo caso en el que la Policía se puso del lado de los delincuentes y golpeó, torturó y retuvo ilegalmente a menores de edad
En Soacha varios jóvenes menores de edad fueron atracados y robados por delincuentes. Cuando llegó la Policía, no solo se negó a coger a los victimarios, sino que la emprendieron contra las víctimas.
Por: Camilo Raigozo. Notimundo

Otra historia espeluznante del comportamiento delictivo de la Policía contra ciudadanos inermes, a los cuales golpea, tortura, somete a vejámenes y en general les viola los derechos humanos.

Este caso es similar al narrado recientemente por Aroldo José Villanueva (1), quien acudió a la Policía  a poner un denuncio por intento de robo y acabó siendo golpeado, ultrajado, humillado, detenido y robado por los propios agentes.

Á continuación apartes de la denuncia enviada a Notimundo por el padre de uno de los jóvenes que fueron víctimas tanto de los delincuentes sociales, como de los delincuentes de la Policía:

Mi nombre Carlos Alberto Castaño Martínez. Me desempeño como periodista y reportero gráfico independiente, creador y expositor de la Galería de la Menoría: “Realidades porque el ojo y el lente no mienten”, para denunciar la violación de los derechos humanos en Colombia.

En  calidad de padre de familia y defensor de los derechos humanos presento  la siguiente denuncia pública ante los entes encargados de hacer cumplir la ley  y la constitución Nacional:

El día viernes 4 de enero de 2.013  a las 6:30 p.m.,  mi hijo Cristian Eugenio Castaño Suaza, menor de edad, se desplazaba con  varios  amigos y amigas  por la carrera 3ª Este, donde se ubica la placita de mercado  en el barrio San Mateo.

Cuando se acercaban  al parque, fueron sorprendidos por un grupo de 5 muchachos a los que ellos denominan “ñeros”, porque se dedican al consumo de drogas y a robar  a las personas con armas corto punzantes. 

Estos muchachos  se acercaron a ellos  esgrimiendo chuzos  y Puñaletas. Les dijeron que entregaran los “bichos” (celulares y otros aparatos digitales que utilizan los  jóvenes).

A mi hijo lo hirieron en un brazo y su reacción  fue  correr  a recoger un palo que había en la calle para defenderse. A uno de sus amigos lo obligaron a entregar un blackberry   y dinero. 

En ese momento apareció una patrulla de policía motorizada; mi hijo les  señaló los  ladrones   a los policías  para que los detuvieran,  pero los policías no prestaron atención.

Al ver que los policías no hicieron nada contra los ladrones y estos seguían acechando, mi hijo corrió a uno de los delincuentes, el que lo hirió con una navaja, y le pegó con el palo en las costillas.

Uno de los policías le ordenó a mi hijo que soltara el palo, mi hijo le contestó que  no lo soltaba porque no tenía más con que defenderse y  los ladrones estaban armados con cuchillos y “ustedes no hacen   nada para detener a esos ladrones”.

Llegaron  dos policías más en la patrulla y  como el muchacho no soltó el palo, lo agarraron por la fuerza. Uno de los policías identificado con el número 959991  le pegó con el bolillo un golpe  en la cabeza y lo metieron a una callejuela solitaria  donde lo golpearon con los bolillos en las piernas, costillas y en la cabeza.

Luego lo metieron en la patrulla para llevarlo al CAI del barrio San Mateo. Cuando la patrulla se desplazaba hacia el CAI por la calle 30, la patrulla hiso una parada y los  policías subieron a un muchacho que le habían encontrado un “moño” de marihuana.

Cuando llegaron al CAI  otro policía que se encontraba allí,  le pregunto  al muchacho que habían subido en el trayecto porqué lo habían  traído y este contestó que solo le habían encontrado un “moño”. El policía le ordenó que se fuera.

Detrás venia la moto con los  policías que detuvieron a mi hijo; uno de ellos, el mismo que ya lo había golpeado,  identificado  con el número 959991  ordenó al resto de policías que  agarraran  duro a mi hijo  para que no se fuera a volar.

Lo hizo entrar al CAI bien agarrado   de  varios policías para que este uniformado con instinto de  asesino  y  violador de los derechos humanos golpeara al muchacho.

El policía  dijo, “este Hijueputa no le  hace caso a la autoridad”, refiriéndose  a que el muchacho no quiso soltar el palo con el que se defendió de los ladrones.

Mi hijo  le dijo al policía que porque se ensañaba contra él y porque no capturaron a los ladrones. Le dijo que  no lo golpeara, que él era menor de edad. El uniformado le contesto que, “Me importa un hijueputa culo”.

El Policía le dijo que si quería lo dejaba salir para que llamara a su papá. Después de darle varios golpes con el bolillo, se quitó el casco y lo agarro  a  golpes en la cara y abdomen.

El policía tenía puesto un guante con algo en sus dedos para golpearlo más duro. Le ordenó que se arrodillara y como  el muchacho no se quiso le siguió dando golpes.

“Si es  tan guapito  le traigo  a los “ñeros” para que le den  una golpiza bien hijueputa”, le dijo al joven. Luego ordenó que lo metieran al calabozo.

Cuando estaba en el calabozo, escuchó unos gritos y miró por una ventanita para ver a quien estaban golpeando. Se trataba de  uno de los amigos que andaba con mi hijo, el mismo  a quien los ladrones le robaron el Blackberry.

El mismo policía lo golpeaba con el bolillo y con puños en la cara y abdomen hasta hacerle escupir sangre. En otro ángulo del CAI había un policía gravando con un celular la golpiza que este bastardo le daba a su amigo.

Luego  lo  metieron también al otro muchacho al calabozo. Una vez más el policía torturador identificado con el número 959991  ordenó  sacar a mi hijo mientras decía, “es que este hijueputa gordo no le obedece a la autoridad y se cree muy guapito”.

Lo siguió golpeando. Dice mi hijo que  le mando un golpe tan fuerte con el bolillo  a la cabeza  que si le hubiese pegado  seguramente lo había descerebrado. Afortunadamente alcanzó a esquivar el bolillazo y le pegó a  un muro que se lo hizo soltar de la mano.

Para memorizar  el número que identifica al policía que los golpeaba, empezó a repetir ese número en voz alta y el policía lo alcanzo a escuchar y le dijo: “ah,  este hp  se  está  aprendiendo el número para denunciarme? Póngase de sapo hp y vera lo que le va a pasar”. El muchacho le respondió,  lo iba a denunciar y que hiciera lo que quisiera.

A las 8 de la noche otro  de los policías que participo  en la golpiza del  amigo de mi hijo identificado con el numero 131725  abrió la puerta del calabozo con un balde en la mano. Otro policía le dijo que si les iba a echar agua. “Si hace tres días no le hecho agua a estos hp”. Desistió de su intención. 

Le ordenó a mi hijo que saliera, pero él se negó aduciendo que sin el amigo no salía. Lo mismo hizo el otro muchacho.

Cristian le dijo a su amigo que  iba a salir para ir  a la casa, que no queda muy lejos del CAI, para anotar los números de identificación los policías y volvía para esperarlo cuando lo dejaran salir.

Fue a la casa, anotó los números y volvió al CAI. Se sentó en un parquecito que hay seguido al CAI  y en ese momento el policía que los golpeó salió de una casa por la parte de atrás del  CAI. Cuando lo vio le dijo: “¿Y  este hp que hace acá? ¿Fue que le quedo gustando para volverlo  a guardar?”.

Mi hijo le contesto que estaba esperando a que dejaran salir a su amigo y el policía le contestó,  “que amigo ni que hp lárguese para la mierda”.

El número que identifica al  policía que los golpeó   es el 959991  y  el 131725 corresponde a otro policía  que participó en el  atropello. Los números del  resto de policías no fue posible que los muchachos pudiesen memorizarlos, pero son varios.

Lea aquí el caso de Aroldo José Villanueva, también víctima de delincuentes sociales y de delincuentes de la Policía.


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