Nuevo caso en el que la Policía se puso del lado de los
delincuentes y golpeó, torturó y retuvo ilegalmente a menores de edad
En Soacha varios jóvenes menores de edad fueron atracados y robados por delincuentes. Cuando llegó la Policía, no solo se negó a coger a los victimarios, sino que la emprendieron contra las víctimas.
Por: Camilo Raigozo. Notimundo
Mi nombre Carlos Alberto Castaño Martínez. Me desempeño como periodista y reportero gráfico independiente, creador y expositor de la Galería de la Menoría: “Realidades porque el ojo y el lente no mienten”, para denunciar la violación de los derechos humanos en Colombia.
En Soacha varios jóvenes menores de edad fueron atracados y robados por delincuentes. Cuando llegó la Policía, no solo se negó a coger a los victimarios, sino que la emprendieron contra las víctimas.
Por: Camilo Raigozo. Notimundo
Otra historia espeluznante del comportamiento delictivo de
la Policía contra ciudadanos inermes, a los cuales golpea, tortura, somete a
vejámenes y en general les viola los derechos humanos.
Este caso es similar al narrado recientemente por Aroldo
José Villanueva (1), quien acudió a la Policía a poner un denuncio por intento de robo y
acabó siendo golpeado, ultrajado, humillado, detenido y robado por los propios
agentes.
Á continuación apartes de la denuncia enviada a Notimundo por el padre de uno de los jóvenes que fueron víctimas tanto de los delincuentes sociales, como de los delincuentes de la Policía:
Mi nombre Carlos Alberto Castaño Martínez. Me desempeño como periodista y reportero gráfico independiente, creador y expositor de la Galería de la Menoría: “Realidades porque el ojo y el lente no mienten”, para denunciar la violación de los derechos humanos en Colombia.
En calidad de padre
de familia y defensor de los derechos humanos presento la siguiente denuncia pública ante los entes
encargados de hacer cumplir la ley y la
constitución Nacional:
El día viernes 4 de enero de 2.013 a las 6:30 p.m., mi hijo Cristian Eugenio Castaño Suaza, menor
de edad, se desplazaba con varios amigos y amigas por la carrera 3ª Este, donde se ubica la
placita de mercado en el barrio San
Mateo.
Cuando se acercaban
al parque, fueron sorprendidos por un grupo de 5 muchachos a los que
ellos denominan “ñeros”, porque se dedican al consumo de drogas y a robar a las personas con armas corto
punzantes.
Estos muchachos se
acercaron a ellos esgrimiendo
chuzos y Puñaletas. Les dijeron que
entregaran los “bichos” (celulares y otros aparatos digitales que utilizan
los jóvenes).
A mi hijo lo hirieron en un brazo y su reacción fue
correr a recoger un palo que había
en la calle para defenderse. A uno de sus amigos lo obligaron a entregar un
blackberry y dinero.
En ese momento apareció una patrulla de policía motorizada;
mi hijo les señaló los ladrones
a los policías para que los
detuvieran, pero los policías no
prestaron atención.
Al ver que los policías no hicieron nada contra los
ladrones y estos seguían acechando, mi hijo corrió a uno de los delincuentes,
el que lo hirió con una navaja, y le pegó con el palo en las costillas.
Uno de los policías le ordenó a mi hijo que soltara el
palo, mi hijo le contestó que no lo
soltaba porque no tenía más con que defenderse y los ladrones estaban armados con cuchillos y “ustedes
no hacen nada para detener a esos
ladrones”.
Llegaron dos
policías más en la patrulla y como el
muchacho no soltó el palo, lo agarraron por la fuerza. Uno de los policías
identificado con el número 959991 le pegó
con el bolillo un golpe en la cabeza y
lo metieron a una callejuela solitaria donde
lo golpearon con los bolillos en las piernas, costillas y en la cabeza.
Luego lo metieron en la patrulla para llevarlo al CAI del
barrio San Mateo. Cuando la patrulla se desplazaba hacia el CAI por la calle
30, la patrulla hiso una parada y los
policías subieron a un muchacho que le habían encontrado un “moño” de
marihuana.
Cuando llegaron al CAI
otro policía que se encontraba allí,
le pregunto al muchacho que habían
subido en el trayecto porqué lo habían
traído y este contestó que solo le habían encontrado un “moño”. El
policía le ordenó que se fuera.
Detrás venia la moto con los policías que detuvieron a mi hijo; uno de
ellos, el mismo que ya lo había golpeado,
identificado con el número
959991 ordenó al resto de policías
que agarraran duro a mi hijo para que no se fuera a volar.
Lo hizo entrar al CAI bien agarrado de
varios policías para que este uniformado con instinto de asesino
y violador de los derechos
humanos golpeara al muchacho.
El policía dijo, “este
Hijueputa no le hace caso a la autoridad”,
refiriéndose a que el muchacho no quiso
soltar el palo con el que se defendió de los ladrones.
Mi hijo le dijo al
policía que porque se ensañaba contra él y porque no capturaron a los ladrones.
Le dijo que no lo golpeara, que él era
menor de edad. El uniformado le contesto que, “Me importa un hijueputa culo”.
El Policía le dijo que si quería lo dejaba salir para que
llamara a su papá. Después de darle varios golpes con el bolillo, se quitó el
casco y lo agarro a golpes en la cara y abdomen.
El policía tenía puesto un guante con algo en sus dedos
para golpearlo más duro. Le ordenó que se arrodillara y como el muchacho no se quiso le siguió dando
golpes.
“Si es tan
guapito le traigo a los “ñeros” para que le den una golpiza bien hijueputa”, le dijo al joven.
Luego ordenó que lo metieran al calabozo.
Cuando estaba en el calabozo, escuchó unos gritos y miró
por una ventanita para ver a quien estaban golpeando. Se trataba de uno de los amigos que andaba con mi hijo, el
mismo a quien los ladrones le robaron el
Blackberry.
El mismo policía lo golpeaba con el bolillo y con puños
en la cara y abdomen hasta hacerle escupir sangre. En otro ángulo del CAI había
un policía gravando con un celular la golpiza que este bastardo le daba a su
amigo.
Luego lo metieron también al otro muchacho al calabozo.
Una vez más el policía torturador identificado con el número 959991 ordenó
sacar a mi hijo mientras decía, “es que este hijueputa gordo no le
obedece a la autoridad y se cree muy guapito”.
Lo siguió golpeando. Dice mi hijo que le mando un golpe tan fuerte con el
bolillo a la cabeza que si le hubiese pegado seguramente lo había descerebrado.
Afortunadamente alcanzó a esquivar el bolillazo y le pegó a un muro que se lo hizo soltar de la mano.
Para memorizar el
número que identifica al policía que los golpeaba, empezó a repetir ese número en
voz alta y el policía lo alcanzo a escuchar y le dijo: “ah, este hp
se está aprendiendo el número para denunciarme? Póngase
de sapo hp y vera lo que le va a pasar”. El muchacho le respondió, lo iba a denunciar y que hiciera lo que
quisiera.
A las 8 de la noche otro
de los policías que participo en
la golpiza del amigo de mi hijo
identificado con el numero 131725 abrió
la puerta del calabozo con un balde en la mano. Otro policía le dijo que si les
iba a echar agua. “Si hace tres días no le hecho agua a estos hp”. Desistió de
su intención.
Le ordenó a mi hijo que saliera, pero él se negó
aduciendo que sin el amigo no salía. Lo mismo hizo el otro muchacho.
Cristian le dijo a su amigo que iba a salir para ir a la casa, que no queda muy lejos del CAI,
para anotar los números de identificación los policías y volvía para esperarlo
cuando lo dejaran salir.
Fue a la casa, anotó los números y volvió al CAI. Se
sentó en un parquecito que hay seguido al CAI
y en ese momento el policía que los golpeó salió de una casa por la
parte de atrás del CAI. Cuando lo vio le
dijo: “¿Y este hp que hace acá? ¿Fue que
le quedo gustando para volverlo a
guardar?”.
Mi hijo le contesto que estaba esperando a que dejaran
salir a su amigo y el policía le contestó,
“que amigo ni que hp lárguese para la mierda”.
El número que identifica al policía que los golpeó es el 959991
y el 131725 corresponde a otro
policía que participó en el atropello. Los números del resto de policías no fue posible que los
muchachos pudiesen memorizarlos, pero son varios.
Lea aquí el caso de Aroldo José Villanueva, también víctima de delincuentes sociales y de delincuentes de la Policía.