Por Juan Felipe Harman
Argentina retomó su participación en YPF y España puso el
grito en el cielo; Rajoy en sorpresiva visita llega a Colombia buscando apoyo
internacional y Santos con sus ministros responden en coro: "aquí no se
expropia".
Rajoy y unos cuantos más pueden estar tranquilos, en
Colombia se ha venido configurando un culto a la inversión extranjera directa
como motor del desarrollo del país promoviendo su inserción en todos los campos
de la economía nacional, fundamentalmente en el sector minero energético.
“Los inversionistas se sienten como en casa” decía
Santos, en el Seminario sobre los proyectos de infraestructura y minería [1],
acotando además en otro de sus discursos: “Nuestra región tiene lo que el mundo
necesita:
alimentos, agua, energía, bosques, biodiversidad y una fuerza de
trabajo joven y creciente, todo esto en un continente con estabilidad
democrática y sanas políticas económicas” refiriéndose a la atención que debía
concentrar Estados Unidos en América Latina [2].
Con tantas bondades resumidas tan sutilmente por el
presidente deja, sin lugar a duda, un sabor agrio, ¿Será fundamental la
inversión extranjera para que los colombianos podamos disfrutar de nuestra
agua, nuestros bosques, nuestros alimentos y nuestra biodiversidad?
¿Incluso
será necesario viajar por el mundo ofreciendo “la fuerza de trabajo joven y
creciente”?
Más que claro que con suntuosas palabras se diga que en
Colombia no se expropia a los inversionistas, tanto así que el Tratado de Libre
Comercio (TLC) con Canadá, EEUU, la Unión Europea y Corea del Sur-
tienen un
capítulo sobre la protección de inversiones de dichos países en Colombia,
incluso sometiendo la autonomía de nuestra propia Constitución en el devenir
del desarrollo del país para establecer la protección de las inversiones dentro
de la legislación trasnacional.
Pero se equivoca Santos, y en tamaño error. Puede que en
el país no se expropien a los inversionistas extranjeros, pero al pueblo
colombiano hace rato lo vienen expropiando.
Se expropian a los campesinos de Marmato en Caldas,
cuando aduciendo la supuesta situación de riesgo quieren darle entrada a la
Meodoro para la explotación de oro en el casco urbano del municipio.
También se expropian a los campesinos de la zona de
influencia del Quimbo, en el Huila en donde desvían el río emblemático del
país, Magdalena, para generarle un negocio redondo a Emgesa.
Más de 400 predios inundados con dicho fin y otro tanto
desertificados a largo plazo por la desviación de sus aguas.
Pero también expropian a los pueblos indígenas, los Wayúu
ven como la Drumond en el Cerrejón quiere ampliar la mina desviando el río
Ranchería dejando a los indígenas sin pesca ni río.
Los Kogui de la Sierra Nevada, que sólo son expuestos
como el atractivo para pasear y bendecir presidentes, ven como sus tierras
quieren ser locación de un hotel 6 estrellas.
Los Uwa en Arauca -no sólo la OXY-, la Occidental les
destruyó el santuario religioso de la Laguna de Lipa, sino que ahora se
pretende en el bloque Niskota en Casanare darle a Hocol un nuevo permiso de
explotación.
En el Meta las comunidades Sikuani han padecido un
exterminio histórico en aras de desarrollar la explotación petrolera en dichas
zonas, incluso José Eustacio Rivera estuvo delegado por el congreso en las
investigaciones de lo que se llamó “la masacre de Planas”.
Hoy en zona de Pacific Rubiales los resguardos se
encuentran arrinconados por la industria, tanto así que los pueblos Achagua
denunciaron a la empresa por destruir un cementerio ancestral de la comunidad.
Los 5 millones de desplazados también son expropiados y
aún los reclamantes de la restitución son asesinados, el último conocido fue
Manuel Ruíz en el Chocó.
La famosa Ley de víctimas con la que el Gobierno Nacional
promueve marchas, les da prelación a los empresarios que hoy tienen esa tierra,
porque supuestamente la compraron de “buena fe”, mientras que el acaparamiento
de tierras se intensifica por empresas internacionales como Cargill y Monica.
No son pocos los casos y podríamos hacer toda una memoria
del despojo oficial propiciado por un supuesto modelo de desarrollo que no
tiene sentido; en Colombia se expropia y son muchas las comunidades que se les
niega el derecho de disfrutar de su patria, de vivir en bienestar y paz junto a
sus vecinos, sus ríos y su paisaje.
En Colombia si se expropia, tal vez porque Colombia no es
propia, porque la siguen empeñando la familia Santos y unas cuantas familias
más que se reparten el poder y con él, la economía.
Citas:
[1]http://wsp.presidencia.gov.co/Prens...
[2] Conferencia del Presidente de Colombia, Juan Manuel
Santos, en la Universidad de Brown, abril 5 de 2011, en wsp.presidencia.gov.co
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