jueves, noviembre 17, 2011

Parauribismo/
De 49 violaciones sexuales 45 fueron cometidas por paramilitares y militares
Por Camilo Raigozo. Notimundo

Paramilitares de la estrategia criminal del régimen utilizan la violencia sexual en todas sus formas como arma de sometimiento de la población. Así lo revela un estudio realizado por el Grupo Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación divulgado este 17 de noviembre de 2011.

El documento revela entre otras cosas que la violencia sexual es adicional al horror de los descuartizamientos, matanzas y otros crímenes atroces empleados en la estrategia paramilitar del régimen para el despojo de tierras, el desplazamiento forzado y el sometimiento de las comunidades.

En el caso de Rincón del Mar y Libertad en Montes de María, los paramilitares no sólo transformaron la existencia colectiva de las comunidades perpetrando masacres sino que también construyeron un orden social específico a través de una constante injerencia en la vida cotidiana en la que sus representaciones sobre la feminidad y la masculinidad jugaron un papel central.

Los ‘paras’ organizaban festejos y extorsionaban económicamente a las comunidades al obligarlas a participar para el beneficio de los criminales. El texto evita mencionar que todos estos actos atroces contaron casi en su totalidad con la complicidad de autoridades civiles, políticos, empresarios, el Ejército y la Policía.

Según una información sobre el mismo tema de la Agencia Efe, “en el municipio de San Onofre, Sucre, en 2003, el cabecilla paramilitar Marco Tulio Pérez Guzmán, alias "El Oso", recibió a su superior Rodrigo Mercado Peluffo, alias "Cadena", con un combate de boxeo que tenía el planteamiento de un circo romano.

"El Oso" subió a un ring a 16 homosexuales y varias mujeres y les obligó a practicar boxeo, un deporte que, daba mucho orgullo a esa comunidad, para transformarlo en una enorme mofa y humillarles".

Los paramilitares organizaban reinados de belleza en los que obligaban a las jóvenes a participar y a desfilar delante de los cabecillas. Escogían a las niñas más bonitas y las obligaban a tener relaciones sexuales con ellos.

De los 49 casos de violación sexual que se pudieron identificar a los responsables, en 40 se hallaron como responsables a los grupos paramilitares; al Ejército en cuatro; ejército-‘paras’ en uno, las Farc en 3 y al ELN en uno.

En los 14 casos restantes  el estudio no pudo establecer a los responsables, pero siguiendo el mismo patrón, a la dupla ‘paras’- fuerza pública le correspondería 13 de las 14 violaciones.

Un estudio de la Coalición Colombiana Contra la Tortura presentado el pasado 18 de agosto, sustenta que en los 107 casos en que se pudo identificar a los perpetradores de las violaciones sexuales en otras regiones del país, los agentes del Estado fueron responsables del 98.14 % de estas.

Por perpetración directa de militares, policías u otros agentes, el 66,36%, y por complicidad de estos con paramilitares, el 31,78%. Las guerrillas fueron halladas responsables en dos casos es decir el 1,87%, sostiene aquel informe.

En una coartada perfecta los paramilitares fueron legalizados por el gobierno de Álvaro Uribe y el Congreso de entonces, mediante la Ley de Impunidad, mal llamada de Justicia y Paz.
 

Un informe de la fiscalía conocido en enero de 2011, sustenta que entre el 2005 y 2010, cundo supuestamente estaban desmovilizados, los paramilitares asesinaron a más de 173.000 personas y desaparecieron al menos otras 34.000.

En la estrategia criminal del régimen, tanto el gobierno, como los grandes medios, hacen esfuerzos por maquillar a la máquina de muerte del paramilitarismo denominándolo eufemísticamente: Bandas Criminales, Bacrim.

El presidente Santos, el ministro de Justicia Juan Carlos Esguerra, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y el procurador Alejandro Ordoñez, quienes se escandalizaron y se rasgaron las vestiduras para desprestigiar al Colectivo de Abogados Alvear Restrepo por el caso de la masacre de Mapiripán, guardan silencio ante estas atrocidades demostrando una vez más su doble moral, o mejor, su completa inmoralidad.

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