Paramilitares amenazan y roban a misionero claretiano de Medellín del Ariari , Meta
Por Camilo Raigozo. Con información de la Corporación Claretiana
El pasado lunes 23 de noviembre a las 3:20 de la tarde, en la trocha que conduce de Granada a El Castillo, Meta, en el paso sobre el rio Ariari, vereda Los Andes, municipio de Granada, cuatro hombres armados que se movilizaban en dos motocicletas y que se identificaron como paramilitares, se-
El pasado lunes 23 de noviembre a las 3:20 de la tarde, en la trocha que conduce de Granada a El Castillo, Meta, en el paso sobre el rio Ariari, vereda Los Andes, municipio de Granada, cuatro hombres armados que se movilizaban en dos motocicletas y que se identificaron como paramilitares, se-
acercaron al vehículo Jeep, de servicio público en el que se movilizaba el padre Enrique Aponte Annear, Misionero Claretiano, acompañado de una misionera seglar y 13 pasajeros más.
Uno de los paramilitares encañonó al padre Enrique Aponte y lo despojó de sus pertenencias. “Sí alguien se mueve lo matamos”, gritó el ‘para’, intimidando a todas las persdonas.
El padre Enrique Aponte y la misionera seglar, regresaban de hacer varias diligencias, de participar en una celebración eucarística en la catedral de Granada y de retirar dinero en la sucursal del banco Bancolombia en la misma ciudad.
Llama la atención que en la sucursal bancaria no hay restricción sobre el uso de celulares, pues mientras los misioneros estuvieron allí, varias personas hablaban por teléfono sin que nadie les llamara la atención. Tampoco hay presencia de vigilantes dentro del banco.
Después de salir del banco, los dos misioneros reclamaron unas llaves, hicieron diversas compras y luego se dirigieron a la agencia de Jeeps que van de Granada a El Castillo.
Al llegar a la orilla del rio Ariari, donde el vehículo tiene que ser transportado en un planchón, una vez que el jeep subió a la plataforma, aparecieron los cuatro paramilitares. Uno de ellos, vestido de negro, de contextura gruesa, alto, de cejas pobladas, tez trigueña, de 35 años de edad aproximadamente.
El sujeto subió al planchón y gritó: “Somos paramilitares, nadie se mueva”, mientras apuntaba con una pistola a todas las personas. Luego el sujeto buscó directamente al padre y amenazándolo con el arma le pidió el bolso.
Como el sacerdote opuso resistencia el paramilitar le apuntó a la cabeza y le gritó: “suelte el bolso o lo mato, lo mato, lo mato” y en ese instante le rapó el bolso y ordenó que nadie se moviera o los mataba.
El paramilitar se bajó del planchón, se montó en una moto de color rojo, conducida por un joven de 17 años aproximadamente.
Los dos misioneros intentaron bajarse del planchón para recuperar el bolso, pero los demás pasajeros lo impidieron ya que los otros dos ‘paras’ estaban vigilantes cubriendo la huida de sus cómplices.
Los dos paramilitares esperaron hasta que el planchón atravesó el río y desembarcó el carro en la otra orilla; después se retiraron tranquilamente en la moto en que se movilizaban.
El carro siguió su marcha hasta El Castillo. El Padre Enrique y la misionera seglar se dirigieron de inmediato al puesto de policía para poner la respectiva denuncia.
Esta fue recibida por el patrullero Otero Galindo José MIguel, quien preguntó sobre los hechos y al decírsele que eran paramilitares, dijo “ no, debió haber sido guerrilla”. Sin embargo, cuando se le precisó el lugar de los hechos, se rió y dijo “entonces si fueron paramilitares”.
El patrullero preguntó si los sujetos llevaban ropa oscura, a lo que el Padre respondió que sí. El agente terminó diciendo que en ese lugar han robado a varias personas últimamente.
Entre los objetos robados se encontraba: cédula de ciudadanía, libreta militar, licencia de conducción, tarjeta profesional, licencias eclesiásticas, carnet de la EPS, un celular Mo torola L6, un talonario bancario, todas las llaves de la casa misionera y del templo, agenda personal, dos DVDs con materiales pastorales, un par de gafas, un ornamento religioso (Alba y estola) y la suma de cuatro millones 100 mil pesos, dinero destinado para las actividades misioneras de Navidad.
Terminada la denuncia se dirigieron a Medellín del Ariari, lugar de residencia y trabajo apostólico de los misioneros.
Hay que tener en cuenta que este hecho violento e intimidatorio acontece a escasos 20 minutos del casco urbano del municipio de Granada, donde se encuentra el Batallón 21 Pantano de Vargas y una Estación de Policía.
Tanto el ejército como la Policía hacen permanentes patrullajes por las calles y caminos del municipio, pero de igual forma la inseguridad no se reduce para el campesinado.
En el casco urbano de El castillo y en Medellín del Ariari hay presencia permanente de policía y en las veredas de la región hay presencia de tropas del Ejército, como parte de la política de “Seguridad Democrática” con el “Plan Consolidación”.
Sin embargo, en los últimos meses se han incrementado las muertes violentas, entre ellas: el asesinato del presidente del Consejo Municipal: Germán Herrera, el 30 de septiembre de 2009.
Asesinato de Víctor Baracaldo, conductor, el 7 de octubre de 2009; asesinato de un maestro en la Inspección de San Isidro del Ariari.
Tanto la comunidad religiosa, como la población civil de la zona les exigieron a las autoridades competentes a que se castigue a los criminales y a sus cómplices, como también desmonten los grupos paramilitares que azotan la región y se le brinde protección a la población.
Uno de los paramilitares encañonó al padre Enrique Aponte y lo despojó de sus pertenencias. “Sí alguien se mueve lo matamos”, gritó el ‘para’, intimidando a todas las persdonas.
El padre Enrique Aponte y la misionera seglar, regresaban de hacer varias diligencias, de participar en una celebración eucarística en la catedral de Granada y de retirar dinero en la sucursal del banco Bancolombia en la misma ciudad.
Llama la atención que en la sucursal bancaria no hay restricción sobre el uso de celulares, pues mientras los misioneros estuvieron allí, varias personas hablaban por teléfono sin que nadie les llamara la atención. Tampoco hay presencia de vigilantes dentro del banco.
Después de salir del banco, los dos misioneros reclamaron unas llaves, hicieron diversas compras y luego se dirigieron a la agencia de Jeeps que van de Granada a El Castillo.
Al llegar a la orilla del rio Ariari, donde el vehículo tiene que ser transportado en un planchón, una vez que el jeep subió a la plataforma, aparecieron los cuatro paramilitares. Uno de ellos, vestido de negro, de contextura gruesa, alto, de cejas pobladas, tez trigueña, de 35 años de edad aproximadamente.
El sujeto subió al planchón y gritó: “Somos paramilitares, nadie se mueva”, mientras apuntaba con una pistola a todas las personas. Luego el sujeto buscó directamente al padre y amenazándolo con el arma le pidió el bolso.
Como el sacerdote opuso resistencia el paramilitar le apuntó a la cabeza y le gritó: “suelte el bolso o lo mato, lo mato, lo mato” y en ese instante le rapó el bolso y ordenó que nadie se moviera o los mataba.
El paramilitar se bajó del planchón, se montó en una moto de color rojo, conducida por un joven de 17 años aproximadamente.
Los dos misioneros intentaron bajarse del planchón para recuperar el bolso, pero los demás pasajeros lo impidieron ya que los otros dos ‘paras’ estaban vigilantes cubriendo la huida de sus cómplices.
Los dos paramilitares esperaron hasta que el planchón atravesó el río y desembarcó el carro en la otra orilla; después se retiraron tranquilamente en la moto en que se movilizaban.
El carro siguió su marcha hasta El Castillo. El Padre Enrique y la misionera seglar se dirigieron de inmediato al puesto de policía para poner la respectiva denuncia.
Esta fue recibida por el patrullero Otero Galindo José MIguel, quien preguntó sobre los hechos y al decírsele que eran paramilitares, dijo “ no, debió haber sido guerrilla”. Sin embargo, cuando se le precisó el lugar de los hechos, se rió y dijo “entonces si fueron paramilitares”.
El patrullero preguntó si los sujetos llevaban ropa oscura, a lo que el Padre respondió que sí. El agente terminó diciendo que en ese lugar han robado a varias personas últimamente.
Entre los objetos robados se encontraba: cédula de ciudadanía, libreta militar, licencia de conducción, tarjeta profesional, licencias eclesiásticas, carnet de la EPS, un celular Mo torola L6, un talonario bancario, todas las llaves de la casa misionera y del templo, agenda personal, dos DVDs con materiales pastorales, un par de gafas, un ornamento religioso (Alba y estola) y la suma de cuatro millones 100 mil pesos, dinero destinado para las actividades misioneras de Navidad.
Terminada la denuncia se dirigieron a Medellín del Ariari, lugar de residencia y trabajo apostólico de los misioneros.
Hay que tener en cuenta que este hecho violento e intimidatorio acontece a escasos 20 minutos del casco urbano del municipio de Granada, donde se encuentra el Batallón 21 Pantano de Vargas y una Estación de Policía.
Tanto el ejército como la Policía hacen permanentes patrullajes por las calles y caminos del municipio, pero de igual forma la inseguridad no se reduce para el campesinado.
En el casco urbano de El castillo y en Medellín del Ariari hay presencia permanente de policía y en las veredas de la región hay presencia de tropas del Ejército, como parte de la política de “Seguridad Democrática” con el “Plan Consolidación”.
Sin embargo, en los últimos meses se han incrementado las muertes violentas, entre ellas: el asesinato del presidente del Consejo Municipal: Germán Herrera, el 30 de septiembre de 2009.
Asesinato de Víctor Baracaldo, conductor, el 7 de octubre de 2009; asesinato de un maestro en la Inspección de San Isidro del Ariari.
Tanto la comunidad religiosa, como la población civil de la zona les exigieron a las autoridades competentes a que se castigue a los criminales y a sus cómplices, como también desmonten los grupos paramilitares que azotan la región y se le brinde protección a la población.