Lomerías bañadas de Teatro
Por Nuria Barbosa León. Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
Pobladores de las montañas en la provincia más oriental de Cuba disfrutan de la "Cruzada teatral", proyecto diseñado para llevar escenarios por 400 kilómetros en el macizo Nipe-Sagua-Baracoa con el propósito de elevar la calidad de vida de los habitantes.
El programa incluye la presentación de 16 obras en 165 áreas campesinas de seis territorios de los 10 municipios de Guantánamo, que se distingue por tener más del 70 por ciento de su superficie montañosa y donde habitan 25 mil pobladores.
Como digno homenaje a José Martí, los teatreros iniciaron su recorrido este 28 de enero, día del natalicio 155 del Héroe Nacional, y deben culminar en la primera semana de marzo.
En su paso por las comunidades, se funden artistas con pobladores. Los miembros de la comitiva conviven con los campesinos y comparten el duro trabajo de las serranías.
En agradecimiento los montañeses acogen la delegación, despejan sitios, improvisan escenografías, elaboran butacas rústicas, obsequian artesanías manuales y quedan con el deseo de volver a ver la puesta.
La cruzada está apoyada por el gobierno de la provincia de Guantánamo, sus recursos son financiados por el Poder Popular provincial, las presentaciones la realizan en locaciones abiertas (en muchos casos) con entrada libre y gratuita.
El proyecto guantanamero promueve el análisis y la risa reflexiva, el desarrollo del movimiento de artistas aficionados en los lomeríos y adiestra a pedagogos en la confección de títeres, con recursos del bosque.
Estrenos como: "El Tesoro de Bejerano", del grupo dramático Campanario; "Falsa injusticia del Señor Juez", del Guiñol Guantánamo; "Las Pericas", del dramaturgo Nicolás Door, figuran en el programa de los 45 integrantes de la avanzada cultural que se apartan de sus espacios habituales y de sus familias con la dignidad de llevar arte a las montañas.
Las Cruzadas guantanameras se llevan a cabo desde hace 18 años, no tienen intereses mercantiles y busca el aplauso campesino, como gratificación para un grupo de guerrilleros culturales que llevan la Revolución a los puntos más altos de la serranía cubana. Hágase, pues, el culto a la dignidad plena del hombre.