Por: Camilo Raigozo
Uribe, la CPI y los falsos positivos
La hora de la justicia para Víctor Jara
¡Ojo con el periodismo belicista!
El columnista Germán Uribe (foto) fue víctima de un
atentado perpetrado por varios sujetos que ingresaron a su finca ubicada en el
municipio de Subachoque, Cundinamarca, el pasado 28 de febrero a eso de las seis de la
mañana, según información de la Federación Colombiana de Periodistas, Felcoper.
El sujeto que entró a la vivienda, armado con un revolver,
lo golpeó con saña puños y patadas, lo maniató, torturó, le rompió la cabeza
con la cacha del arma y estuvo a punto de matarlo.
Para evitar que el periodista gritara le
introdujo un trapo en la boca que resultó ser una pañoleta militar que decía: “Ejército
de Colombia, Batallón Contraguerrilla”.
A continuación transcribimos en su integridad la nota de
Felcoper:
Atacado columnista
de Semana
Germán Uribe, periodista y analista, actual columnista de
Semana.com, fue víctima de un ataque que lo ha mantenido postrado en una cama,
en un proceso de recuperación lento y “Maltrecho. De cuerpo y alma”.
En diálogo con la Federación Colombiana de Periodistas
–FECOLPER, Germán Uribe, relató lo sucedido:
“Me tuvieron cerca de media hora secuestrado en mi finca
Alekos de Subachoque en donde vivía desde hace año y medio.
“En esta oportunidad me encontraba solo. Un hombre, su
cara cubierta con unas medias de mujer, una gorra de lana, un traje todo negro
que parecía un overol, y botas, me encerró en mi alcoba y durante ese tiempo me
amarró las manos a la espalda, ató mis pies fuertemente,-
me rompió la cabeza con la cacha de un revolver, me vendó
los ojos y me metió en la boca un trapo que después la policía de Subachoque
descubrió que se trataba de una pañoleta con una inscripción que decía
“Ejército de Colombia-Batallón antiguerrilla”.
Tras torturarme con puños y patadas e insultarme con toda
clase de epítetos constantemente y luego amenazarme con matarme en cualquier
momento, pero sin exigirme nada, intentando salvar mi vida le dije al final que
se podía llevar todo el dinero que tenía en un cajón con llave destinado a la
compra de unas vacas, más unos ahorros personales de 10 mil dólares.
Al escuchar esto, sea quien fuera y viniere de parte de
quien viniere, Bacrim, paracos, delincuencia común -nada puedo asegurar porque
nada sé con exactitud – su naturaleza humana, en todo caso, lo llevó a
interesarse por el dinero el que buscó hasta que encontró.
Por fortuna, el administrador de la finca me comunicó por
un altavoz interno que ya bajaba hasta mi casa, lo que supongo que asustó al
hombre.
Ya con el dinero en sus manos y energúmeno por la
repentina llamada de mi empleado, me acercó el revolver contra la cabeza y me
dijo que me iba a matar antes de irse.
Yo yacía boca abajo en mi cama en medio
de un charco de sangre y al ver que implorarle que no me golpeará más, ni me
matara, no servía de nada, decidí comenzar a llamar con toda la fuerza a mi
empleado, pidiéndole ayuda.
Supongo que el dinero en el bolsillo, el anuncio de la
inminente presencia de alguien que me auxiliaría y mis gritos ensordecedores lo
hicieron salir corriendo.
Antes de desamarrarme y salir de la casa a pedir auxilio,
alcancé a oír que prendían el motor de un carro que pensé que era el mío, pero
no.
Igualmente me pareció escuchar a lo lejos la salida veloz
de un vehículo. Pese a que no vi ni sentí a nadie más, en algún momento le oí
al hombre dirigirse con una sola frase confusa a otra persona que probablemente
estaba de campanero en la puerta de la casa.
Esto y lo del carro listo en la carretera que de
Subachoque va hacia El Rosal, me lleva a creer que eran varios los asaltantes.
Él venía solo, y sólo -sabiendo que yo estaba solo- a darme aparentemente “una
lección” y dejarme clara “una advertencia”.
Fecolper: ¿Tiene
indicios de quién puede ser el autor de este ataque?
G.U: En ningún momento he dicho que fue el Ejército
porque no me consta. Y la prenda militar con la que “me cerraron la boca”, como
bien pudo haber sido un mensaje para que silenciara mis críticas en Semana a
Uribe, el uribismo y a la derecha recalcitrante tan abiertamente enemiga de la
paz, por parte de algún grupo fanático e incontrolable del ejército, también
pudo haber sido una estrategia de distracción con algún otro fin bien
calculado. O delincuentes comunes que en esta Colombia enferma están por todas
partes.
En todo caso, no teniendo la certeza del origen del
ataque y el “castigo”, no puedo señalar a nadie. Pero con toda seguridad y
determinación sí quiero dejar constancia de que respetando a las autoridades,
no quiero ni acepto, luego de todo lo que hemos visto en este país, incluyendo
los asesinatos de candidatos presidenciales con la complicidad de sus
“escoltas” designados por los organismos de Seguridad, cobijo o amparo alguno
por parte de Unidad Nacional de Protección, ni de autoridad alguna, al menos en
este trance histórico de nuestra patria.
Fecolper: ¿Qué
pasará después de este ataque?
G.U: Como debo proteger mi vida por encima de todo, he
pasado desde esta misma semana a engrosar las filas de los millones de
desplazados en Colombia. Abandoné la finca, que era mi vivienda, y a donde
naturalmente no pienso volver.
Fecolper: ¿Seguirá
haciendo las columnas para Semana.com? o ¿Esta situación detiene temporalmente
su trabajo periodístico?
G.U: Como mi sentido de supervivencia en estos momentos
es superior a mi pasión por la escritura y el periodismo, le haré caso. Y
quienes me rodean me aconsejan al menos una pausa. También les haré caso. No
obstante, sé que más temprano que tarde, volveré… ¡si me lo permiten! Hasta aquí
la nota de Felcoper.
Las siguientes son algunas de las columnas escritas por
Germán Uribe publicadas en Semana.com, las cuales pueden arrojar pistas sobre quiénes
podrían estar intelectualmente detrás del atentado contra el comunicador. ¿Quién será la próxima
víctima?
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