Por: Luz Marina López Espinosa
Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
Y que lo pongan en mi sepultura
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Después del inmortal Rin Rin Renacuajo de Pombo que marcó
nuestra infancia,-
siento que todos nacimos a la poesía cuando la melancolía,
ilusiones y tristezas de la adolescencia fueron interpretados en un solo verso
que son tres:
Puedo escribir los
versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
Y ahí nos quedamos. Ya éramos poetas; o al menos así nos lo
creíamos. Averiguamos luego el nombre, y el señor se llamaba Pablo Neruda.
Luego supimos que era chileno, y mucho más tarde, que en
realidad no se llamaba así, sino como cualquier vecino, como nuestro héroe el
señor de la tienda de la esquina que tenía su negocio de alquiler de cuentos:
Neftalí Reyes.
Lo cierto es que Neftalí hizo el milagro. Porque nos tocó
seguir leyendo, continuar el descubrimiento de ese algo tan maravilloso, tan
inefable, que sin saber cómo ni por qué,
nos arrobaba, nos interpretaba, nos hacía sentirnos parte de algo
extraordinario.
Y no sólo en los territorios del amor, de esos primeros
amores tan bellos como doloridos. Porque más tarde nos encontramos que esos
astros azules tiritando a lo lejos permitían también todo el dolor, toda la
maldad y la concupiscencia asechando en el alma humana.
Que la poesía igualmente gritaba, denunciaba, espetaba, y
sin dejar de serlo, enrostraba al mundo
la perfidia que lo afea.
Y de ahí, descubrir sorprendida que en ese amplio marco
cabía todo: la cebolla, el sudor del
minero, la España asesinada, las alturas de Machu Picchu,-
nuestros héroes y
nuestros bandidos, los pájaros y los platos exquisitos, la sangre sobre la nieve en la estepa rusa y el goce
incomparable de las sábanas abrigadas por otro cuerpo.
Porque Neruda fue poeta cósmico, vital y universal. Hay
muchos Nerudas que no gustan. Pero aun así, a ese mismo lector muchos Nerudas
le gustan.
Porque su militancia fue primeramente con la vida y el
mundo todo, de forma que era comprensible que a todos no llegara de la misma
manera.
Pero esto es más
virtud que defecto. Y aún su obra
que no destaca, es manifestación del fuego que lo quemaba y lo impulsaba a
producirla como un acto de afirmación política
y humanista, así de pronto la proclama sacrificara la poesía.
Cosa
inevitable además en una obra tan vasta y que cubrió todos los tópicos
posibles.
Neruda ha acompañado varias generaciones que nacen y
crecen en la poesía con él. Con el mérito especial de que él es una cátedra de
la poesía sí al servicio de luceros y magnolias,-
pero también, férreamente, de
la lucha del hombre contra el fascismo, el militarismo, el capitalismo
despojado del ápice de alma que tiene.
Contra el despotismo que es el poder cuando no está al
servicio de los más. Por eso Neruda, hedonista y bon vivant, se salva con
exceso en poesía y humanidad.
¿La prueba? Murió de pena y desengaño cuando apenas
abiertos los portalones que conducirían a obreros, indígenas, mujeres y
campesinos a los recintos de la justicia
que se les debía, la bestia militar los
cerró bruscamente asesinando de paso a
su Camarada autor de esa gesta.
Fecha entonces la de esa muerte, señera para el
Movimiento Poético Mundial que la conmemora reivindicando una obra tan humana y
comprometida, que en el Nuevo Canto de Amor a Stalingrado, no tiene reparos en
clamar:
Guárdame un trozo
de violenta espuma,
Guárdame un rifle,
guárdame un arado,Y que lo pongan en mi sepultura
……………..
Para que sepan, si
hay alguna duda,
Que he muerto
amándote y que me has amado..………………