viernes, julio 16, 2010

Culminar la obra bolivariana es la tarea de los nuevos hijos revolucionarios de la América
El Libertador es hoy símbolo y esperanza de la emancipación y de los oprimidos. El próximo 20 de julio se conmemoran dos siglos de su gloriosa gesta libertaria y cuatro días después se celebran 227 años de su natalicio
Por Camilo Raigozo

Pese a su arrolladora personalidad, genio político, y sus victorias militares, paradójicamente, no fue su pensamiento el que terminó por imponerse, ni su sueño el que se hizo realidad. Fue en cambio el de sus enemigos políticos. Un reducido pero poderoso grupo, representante de los intereses más retardatarios y mezquinos de la sociedad.

La adversa correlación de fuerzas impidió que los revolucionarios de la época, encabezados por Bolívar, ocuparan el poder de manera definitiva para ponerlo al servicio del pueblo.

Aunque fue él quien vislumbró por primera vez la necesidad de la unidad de América Latina para lograr su verdadera independencia futura y delineó proyectos concretos para transformar la sociedad mediante la alianza de los elementos más progresistas de la burguesía incipiente con los sectores más humildes y explotados hacia-

la construcción de un sistema social más avanzado, equitativo y justo, fueron sus enemigos, los que hoy son opresores y arrogantes con sus pueblos, pero sumisos y cobardes ante el imperio de los Estados Unidos, los que se perpetuaron en el poder, manteniendo para ello la dispersión de nuestra América.

El gran proyecto de Bolívar fue la transformación de la lucha anticolonialista por la independencia en un régimen revolucionario que asumiera los profundos cambios democráticos, por el camino del progreso de la situación material y social de las masas populares.

En el fondo de la gran frustración histórica latinoamericana este gran proyecto continúa trunco. "Lo que Bolívar dejó sin hacer, sin hacer está hasta hoy. Porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía", escribió sabiamente José Martí. Culminar la obra bolivariana es la tarea de los nuevos hijos revolucionarios de la América.

El discurso del general ante el Congreso de Angostura, escrito bajo las más difíciles circunstancias, asediado por las plagas y padeciendo fiebres palúdicas mientras navegaba por el Orinoco, después de la agotadora campaña junto a Páez, y sus míticos Centauros del Llano, es el documento político más importante de cuantos escribiera su pluma iluminada.

Todo colombiano debería leer ese legado histórico, pues es allí, donde mejor está expuesto el pensamiento bolivariano.

En resumen, se puede afirmar que la gran lucha emancipadora encabezada por nuestro libertador Simón Bolívar terminó por ser, primero una revolución inconclusa y más tarde una revolución traicionada por una clase dirigente que no sólo no vaciló en arriar todas la banderas sociales que inspiraron-

ese formidable esfuerzo revolucionario, sino que terminó traicionando y asesinando a los mejores hijos de América, para dar paso en el poder a una cúpula perversa, egoísta, mezquina y criminal, formada en las peores hazañas, innumerables traiciones, deslealtades y aberrantes conductas sociales contrarrevolucionarias.

No es casualidad que al cumplirse 200 años de la gloriosa gesta de Bolívar, uno de los peores hijos de América le haya propinado a esta, como lo señaló oportunamente el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, siete puñaladas en pleno corazón.

Álvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia y traidor de América, no solamente doblegó la soberanía de su país a la voraz hegemonía estadounidense, sino que con esta vil hazaña entrega en bandeja de plata al imperio gringo, los sueños de justicia y libertad, que con tanto esfuerzo han venido materializando los hermanos pueblos de América.

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