lunes, junio 09, 2008

Una especulación infame
Por maureén maya

Las infundadas acusaciones, disfrazadas bajo el vulgar e insustancial chisme por parte del columnista Enrique Pilonieta de Vanguardia Liberal, deben ser rectificadas y el grupo facebook ¿Secuestrada Ingrid Betancourt?, que las reproduce, debe ser a lo mínimo amonestado y llamado a la responsabilidad informativa.


La libertad de opinión y de prensa, son indispensables en todo sistema social y garantías de que efectivamente existe en algo un orden democrático; no obstante, cuando nos atrevemos a transitar en el ámbito de lo especulativo, se debe ser muy cuidadoso respecto a lo que se afirma porque no es demostrable y puede traer graves consecuencias.

Sólo pensando en un país enfermo de odio -bien a causa de unas instituciones deficientes, de un accionar débil por parte de la justicia, de un sistema imperante que practica la corrupción y el asesinato sistemático, de la exclusión social y la legitimidad de la impunidad y de la manipulación mediática- es posible –medianamente- explicar el sentido de un grupo y de un columnista de Vanguardia Liberal (Enrique Pilonieta), obviamente ya desprovisto de todo respeto y credibilidad, que se atreven a afirmar que Ingrid Betancourt no está secuestrada sino que es una activa combatiente de las FARC.

¿Pueden demostrarlo? Lo dudo. Los testimonios de los liberados o fugados, y la lógica en la dinámica de este sensible caso demuestran la falsedad de sus temerarias imputaciones.

La indolencia en Colombia no es tema nuevo, al contrario es recurrente y ello contribuye en buena medida a que las acciones de los violentos sean cada vez más espantosas y degradantes; pero pretender pasar por alto el sufrimiento de una familia, la “orfandad” de unos muchachos obligados a transitar por el mundo para pedir auxilio con la esperanza de volver a ver a su madre secuestrada desde hace más de seis años, acusar a una víctima de posar de serlo en lo que sería el fraude mejor craneado en la historia mundial, es a lo mínimo enfermo, perverso y criminal.

Y para sustentar tamaña afirmación, el columnista y el grupo se fundamentan en chismes dañinos propagados quien sabe por quien y con qué fines, y en un sin valor “dicen por ahí” sin considerar el daño que se desprende de tan osadas y viles afirmaciones.

Apostándole a la audacia de encontrar una “verdad” antes que cualquier otro, terminan por hacerle el mandado a los mismos personajillos colombianos y extranjeros que históricamente se han caracterizado por su negativa a ceder el poder para lo cual han pactado y pactan toda suerte de acciones criminales a fin de garantizar la exclusión, sus privilegios y la supremacia de sus mezquinas ambiciones.

Irresponsable e infame el contenido de las acusaciones que se lanzan contra Ingrid Betancourt que, entre otras, sólo sirven para evidenciar dos cosas. El miedo de la oligarquía colombiana a ser sustituida en el control nacional – ahora le temen a Ingrid- y la ignorancia de un pueblo, en su mayoría resentido, de fácil manipulación.

Esto también demuestra entonces, que tener acceso a Internet, y quizás a unos estudios universitarios, no significa tener una verdadera formación intelectual o el desarrollo de una mente apta para el análisis crítico y la reflexión. Es claro, que no todas las mentes son aptas para pensar.

De otra parte, no se si efectivamente el columnista afirma, como escribe el grupo, que el Presidente de Venezuela “financia a el Polo Democrático, una parranda de guerrilleros disimulados”, pero de ser cierto esto, o incluso para quien así lo afirma en el grupo, se deben impulsar las debidas acciones judiciales porque no sólo se constituyen en graves calumnias que ponen en riesgo la vida de quienes militan en este partido de oposición, sino que además se configura en un falseamiento histórico de imprevisibles consecuencias.

La tergiversación de la historia no puede pasar impune ni inadvertida. Eric Hobsbawm, uno de los mejores historiadores de nuestro tiempo, lo exponía de manera contundente: “La mala historia no es historia inofensiva. Es peligrosa. Frases aparentemente inocuas pueden resultar sentencias de muerte”.

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