Caquetá
Acusan al Ejército de violar los derechos humanos y el DIH
Por Camilo Raigozo. Voz
Por Camilo Raigozo. Voz
Florencia, junio 4 (Semanario VOZ). Las comunidades campesinas residentes en los municipios de La Montañita, El Paujil y Solano (Caquetá), denunciaron a VOZ por intermedio de un extenso documento, el cual firman más de 160 labriegos, las constantes arbitrariedades, abusos, maltratos físicos y sicológicos, robos y otras violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario por parte de las tropas del Ejército Nacional.
Copias del mismo documento fueron entregadas también a la Gobernación del Caquetá, a la Personería Municipal de La Montañita, a la Procuraduría Departamental, a la Defensoría del Pueblo de Caquetá y a la Diócesis del mismo departamento.
Los pobladores de las veredas Las Hermosas, San Isidro, Gibraltar, Nuevo Jerusalén, Horizonte, Berlín, Corazones, Américas de Jamaica, Los Andes, Miramar, Puerto Gaitán y Puerto Tejada, todas pertenecientes a la jurisdicción del municipio de La Montañita, responsabilizan directamente a las tropas perteneciente a los batallones Diosas del Chairá y Güepí, adscritos a la Brigada 12 y a la Sexta División del Ejército con sede en el departamento de Caquetá.
También, involucran en las violaciones a la Brigada Móvil 6, las cuales estuvieron en la zona desde el 28 de enero hasta el 19 de abril del año en curso.
A las nueve y media de la mañana del 4 de febrero, tropas del ejército llegaron hasta la casa de Abelino Buba, ubicada en la vereda Las Hermosas, municipio de La Montañita y luego de destrozarle los alambrados de la cerca de la finca, le robaron 12 racimos de plátano.
Al momento de retirarse, amenazaron a toda la familia y los acusaron de ser auxiliadores de la guerrilla. Ese mismo día le robaron 36 galones de gasolina a Carlos Totena.
Al día siguiente, hicieron lo mismo en la casa de la campesina Adela Camacho. Allí agredieron a Eduardo Polanía, al cual señalaron de ser guerrillero.
En la casa de Camacho permanecieron los militares cinco días con sus respectivas noches poniendo en riesgo la vida de los civiles en flagrante infracción al Derecho Internacional Humanitario. Utilizaron de forma abusiva el baño, la cocina, el patio y otros lugares de la casa, antes de salir a robar yuca y plátanos en la finca de Enedine Grisales, según la denuncia.
Pillaje, destrozo de cercas y armas bacteriológicas
El 2 de marzo, procedentes del corregimiento Unión Peneya, llegaron tropas del ejército al caserío San Isidro a las cuatro de la mañana. Irrumpieron violentamente en los hogares de Gilma Cruz, Dario Charry y Alfonso Villa, buscando un supuesto armamento de la guerrilla.
Horas más tarde detuvieron a José Sem Pillimue, a su hijo Anuar y a Leiver Cuesta, a los cuales sindicaron de ser guerrilleros por lo cual los invitaron a que se reinsertaran. Finalmente les hicieron firmar un certificado de “buen trato”.
Cuando las tropas se encontraban instaladas en el Centro Educativo Brisas de San Isidro, aparecieron letreros en las paredes alusivos a paramilitares: “Volvimo AUC”, decían. Se tuvo que suspender las clases y los niños quedaron traumatizados pues fueron ellos los que descubrieron los letreros.
En el momento en el que la comunidad les preguntó a los militares, estos no contestaron nada y agredieron verbalmente al presidente de la junta de acción comunal. “Metido, sapo”, le dijeron entre otras expresiones de grueso calibre.
El 25 de mayo en el caserío Miramar, jurisdicción de Unión Peneya, se presentaron intensos combates entre el ejército y la guerrilla. Según la denuncia, las tropas regulares armaron sus barricadas y trincheras dentro del caserío, quedando la población civil como escudo humano, por lo que uno de los habitantes resulto muerto por las balas del ejército.
Los anteriores ejemplos forman parte de los más de 100 casos enumerados por los campesinos en su denuncia, ocurridos entre el 3 de febrero y el 4 de abril del presente año, en el área de los municipios mencionados.
“No son todos los atropellos que en realidad han sucedido en nuestras comunidades, ya que muchas víctimas se negaron a denunciar por temor a las represalias”, le aclararon a VOZ varios labriegos vía telefónica.
Además denunciaron como algo grave contra la salud, la vida y los ecosistemas, que desde helicópteros militares han sido liberadas extrañas aves que aún no han podido identificar a que especie pertenecen.
“Lo que hemos podido constatar, es que a partir de ese hecho, se ha desatado en la región una epidemia cuyos síntomas son diarrea, vómitos, fiebres y fuertes dolores de cabeza, siendo los niños y los ancianos los mayores afectados”.