El Ejército como
el DAS son aparatos criminales
Por Camilo
Raigozo. Notimundo
Sobre la
historia criminal del que fue el tristemente célebre “cartel de las tres letras”,
DAS, bajo el gobierno de Uribe, hay bastantes investigaciones, procesos
judiciales y notas de prensa, entre otras pruebas de lo que aquí afirmamos.
No solo por los
casi 4.000 asesinatos a sangre fría de jóvenes de estratos populares cometidos
por tropas del Ejército, mal llamados falsos positivos, sino también por el
apoyo, entrenamiento y complicidad con la estrategia paramilitar, para
exterminar a la UP y cometer centenares de masacres y asesinatos selectivos, se
puede afirmar que el Ejército, como el DAS, es un gran aparato criminal.
“El Ejército de
Colombia, es uno de las más criminales del mundo”, afirmó hace algunos meses a este medio el abogado y defensor de derechos humanos Ramiro Orjuela.
A la connivencia
perpetua con los grupos paramilitares, a quienes sus miembros llaman “primos”,
al Ejército le siguen estallando escándalos. El último es el de las “chuzadas”,
denunciado por la revista Semana recientemente.
El coronel Hernán
Orozco, condenado junto al general Uscátegui por la masacre de Mapiripán, Meta,
cometida por paramilitares y militares en julio de 1997, confesó ante los
estrados judiciales que: “Los paramilitares son la amante del militar. No se
puede llevar a la casa, pero hay que tenerla” (1).
Esta honesta
aseveración del criminal del Ejército, minimizada y desapercibida por los
medios, significa que toda unidad militar debe tener paramilitares a su
servicio. “No puede saberlo la opinión pública, pero hay que tenerlos”, parafraseando
a Orozco.
¿Y para que
deben tener las unidades militares, escuadrones o sujetos paramilitares u otro
tipo de sicarios? Pues para hacer el trabajo sucio: amenazar, matar o
desaparecer y cubrir los crímenes con el manto de la impunidad.
Los
paramilitares, con todo el poder que tienen, por sí solos no podrían tener
acceso a la diversa y profunda información sobre las personas y organizaciones
sociales blanco de sus amenazas y crímenes. Entonces ¿quién recaba la
información con inteligencia y alta tecnología, planifica y traza las
estrategias criminales que terminan ejecutando los sicarios, llamados
paramilitares?
Alejandro Santos,
director de la Revista Semana, medio que destapó el escándalo de las “chuzadas” del
Ejército, aseveró a una estación radial que, "En esa fachada de legalidad
se hacían trabajos ilegales, tenemos todos las pruebas, las fuentes, el acervo
probatorio y testimonial de lo que ocurrió".
Santos también
confirmó que tiene pruebas de que el Ejército espiaba de manera ilegal no solo
a los negociadores del Gobierno en La Habana, sino también a otros sectores de
la sociedad. Igualmente advirtió que el
Gobierno y los militares están tratando de minimizar el escándalo y de poner en
cuestionamiento la credibilidad de Semana copiando el libreto de lo sucedido en
el DAS.
El director de
la revista también expresó que todavía falta mucho por contarle al país y que
temía por la seguridad de las fuentes a quienes tratará de proteger con el
anonimato. "Lo único que logran las investigaciones son las amenazas al
tocar intereses muy profundos", dijo Santos.
¿A manos de
quién van a parar esas informaciones producto de las “chuzadas ilegales” de las
tropas que dirige Pinzón? ¿Son suministradas a sus “amantes” los paramilitares
como lo describió el coronel Hernán Orozco? ¿Cuántas siniestras “fachadas” tiene
la inteligencia militar en Bogotá y en el resto del país?
¿Tienen algo que
ver con las recientes amenazas de los paramilitares “águilas negras”, “rastrojos”,
“urabeños” y otros, contra los dirigentes de la Unión Patriótica, Marcha Patriótica,
la MIA, políticos de izquierda, reclamantes de tierras, indígenas, campesinos,
estudiantes, sindicalistas y otras víctimas y de los asesinatos que se han
perpetrado?
El ministro de
la guerra y la represión contra el pueblo, Juan Carlos Pinzón, con el cinismo y
la arrogancia que lo caracteriza, dijo entre otras cosas que, “las operaciones
de inteligencia con fachadas son totalmente legítimas y se van a seguir
haciendo”.
Sí estas
acciones criminales del Ejército son “legales” gracias a la nueva Ley de
Inteligencia, entonces esta ley fue hecha para el crimen y su respectiva
impunidad, hay que derogarla.
Pero el poderío
del aparato militar quedó demostrado en la voltereta relámpago del presidente
Juan Manuel Santos (en cuya permanencia al frente del Ministerio de Defensa los
uniformados cometieron miles de crímenes), quién en menos de 24 horas pasó de la
autoridad y dureza al acatamiento y sumisión.
El miércoles
anterior JM Santos había afirmado que fuerzas
oscuras estaban detrás de las chuzadas del Ejército a los negociadores del
Gobierno en La Habana. "Fuerzas oscuras que están tratando de sabotear
procesos, como el proceso de paz", había afirmado el Presidente.
Sin embargo
pocas horas después la volteada de Santos, el presidente, fue enorme. "Las
fachadas de inteligencia, como la que se allanó, son totalmente lícitas. Son
operaciones de inteligencia que están contempladas dentro de la ley de
inteligencia, y eso no tiene nada de irregular", dijo el mandatario sin el
más leve sonrojo. ¿De dónde lo tienen agarrado los militares?
Para amainar el
escándalo el ministro Pinzón y los altos mandos procedieron a relevar a los
cabecillas chuzadores Mauricio Ricardo Zúñiga, general, jefe de inteligencia y
Óscar Zuluaga, general, director de la Central de Inteligencia Técnica del
Ejército, quienes fueron enviados a chuzar en otras dependencias y en otros
lugares. Para eso son intocables.