Por Corporación Claretiana
Dos auxiliares y un Patrullero de la Policía Nacional que
se ubican en la entrada de la estación Av. Jiménez de Transmilenio en-
Bogotá, detuvieron
arbitrariamente al joven misionero claretiano, estudiante de teología, Faiver
Medina Robayo.
Los policías sometieron a tratos crueles, inhumanos y
denigrantes, en hechos ocurridos a la 7 de la noche del miércoles 5 de septiembre de 2012.
Medicina legal después del diagnóstico realizado el día 6
concluyó: la agresión se dio en términos contundentes, abrasivo, por golpes,
heridas en la piel y hematomas y otros dando incapacidad médico legal por 12
días y remitirse en un mes para ver posibles secuelas.
Denunciamos que el abuso de autoridad y tratos
crueles por parte de la Policía
Metropolitana y por miembros del Ejército Nacional en este lugar son una
práctica sistemática que-
no es denunciada ya que la mayoría de víctimas,
humildes y temerosas, no encuentran garantías y mecanismos que contribuyan a
hacer justicia y no repetición en estos casos.
La detención inició con una requisa, a la cual el
joven religioso accedió sin reparos. Sin
embargo, el proceder de las autoridades policiales fue: obligarle a abrir las piernas, subir las manos,-
después
de esto un auxiliar procedió a la requisa,
apretó sus partes íntimas (los genitales) ocasionándole dolor, en un
acto de evidente abuso de autoridad,-
sobrepasando los límites y agrediendo la dignidad del joven religioso,
seguidamente el uniformado paso su mano por entre la ropa hasta el recto.
Luego hicieron sacar todo lo que llevaba en los bolsillos
de sus prendas, pantalón y chaqueta.
En ese instante se acercó un Oficial de Policía
(Patrullero) hablando por el equipo de comunicación donde recibía la orden de
llevarlo al CAI, sin sindicarle ningún
cargo,-
o manifestarle algún requerimiento de un ente judicial de manera
verbal o escrita o hallarse en un acto de flagrancia o generando algún desorden
público.
Todo lo contrario
el joven religioso iba a sacar unas copias para su jornada de estudios
en la universidad.
Sin oponer resistencia fue conducido a la fuerza, a
empujones y sujetado fuertemente por el cuello con su chaqueta, mientras hacía
esfuerzos para que lo escucharan identificándose una y otra vez como religioso
y exigiendo se le respetaran sus derechos.
En el CAI lo obligaron a desnudarse: una vez en ropa
interior lo querían obligar a desnudarse totalmente, realizar cunclillas y a
saltar tres veces;-
al negarse le propinaron una paliza, tirándolo al piso,
dándole patadas, y golpes, dejando huellas de aruñones en su cuerpo. Luego lo
amenazaron con llevarlo a la UPJ.
Seguidamente propio de una detención arbitraria, lo
confinaron en un calabozo en esta dependencia (CAI San Victorino).
Más tarde le quitaron su identificación y lo llevaron en
un camión de la Policía supuestamente para la UPJ, llegaron a un lugar frente a
la Universidad de los Andes y él les pregunta por la UPJ, le respondían que más
tarde…, quién sabe… Luego lo cambiaron a otro camión.
El sacerdote Carlos Julio Rozo llego para acompañarlo en
este lugar y para garantizar que lo liberaran y no le agredieran más; al llegar
los abogados defensores de derechos humanos de la-
Fundación Comité de
Solidaridad con los Presos Políticos, se convino con los agentes de policía que
el Padre acompañante, hermano de comunidad religiosa, firmara un acta de buen
trato como-
requisito para la entrega del Joven estudiante, aclarando que esta
corresponde al trato brindado en ese último lugar, y no de los hechos ocurridos
en el CAI de San Victorino.