viernes, agosto 03, 2012

No son las bases militares las que deben irse, sino los indígenas los que no pueden volver a sus territorios
Por Camilo Raigozo

La alegría que produjo para los pueblos aborígenes y para los colombianos de bien en general, la noticia de que por orden de la Corte Constitucional, las Fuerzas Militares debían devolver los territorios ocupados a los indígenas Guayaberos y Nukak Makú, duro muy poco.

Ante la furia que desató la medida por parte del ministro de Defensa, la cúpula castrense y un amplio sector guerrerista y retardatario, la Corte aclaró, mediante un comunicado que no son las bases las que deben salir de los territorios indígenas, sino la remoción de algunas construcciones en seis hectáreas, en el sitio conocido como El Barrancón, sobre el río Guaviare.

Por lo tanto los indígenas Guayaberos y los Nukak Makú, desplazados  y condenados a desaparecer por la militarización de sus territorios ancestrales en el Guaviare y el Meta, tendrán que seguir siendo víctimas del poder militarista y de la indiferencia de la mayoría de los colombianoos.

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