domingo, julio 22, 2012

Esos muertos también son suyos, general Mantilla
La inmoralidad del presidente Santos, del ministro de Defensa Pinzón, de la cúpula militar, de la dictadura mediática y de buena parte de los colombianos no tiene límite
Por Camilo Raigozo. Notimundo

En una entrevista publicada ayer por El Espectador, el general Sergio Mantilla Sanmiguel, comandante del Ejército, afirmó que, “esas lágrimas también son mías”,-

refiriéndose al llanto del sargento Rodrigo García Amaya, en el cerro Berlín en el norte del Cauca, cuando la comunidad indígena lo desalojaba junto con otros militares de sus territorios ocupados.

A pesar de que el presidente Santos, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, la cúpula militar, la clase política, los gremios, los medios y la oligarquía del país en general, expresaron su-

“indignación” y repudio, por la valerosa acción de la comunidad, los hechos no dejaron a ningún militar con heridas de consideración, salvo moretones y rasguños.

Ningún uniformado tuvo que ser llevado de urgencias a hospital alguno, víctima de la “agresión indígena”, como la presentaron los medios.

En cambio en la sangrienta retoma del cerro Berlín por el ejército y los escuadrones Esmad, al menos 26 indígenas fueron heridos, la mayoría de gravedad.

Además de lo anterior, Eduar Fabián Guetio Bastos, de 20 años de edad, fue asesinado por tropas del Ejército en el municipio de Caldono, en la madrugada del 18 de julio pasado.

Un día después, en medio de la feroz represión desatada contra las comunidades por la fuerza pública, Mauricio Largo Campo, de 28 años de edad, fue asesinado por tropas del ejército en el municipio de Caloto.

Estos muertos también son suyos, general Mantilla Sanmiguel, porque fueron asesinados a sangre fría por las tropas que usted comanda y defiende, aunque estos crímenes no le causan indignación ni rechazo y los califique solo como simples “errores”.

Precisamente de esos “errores” es que están cansados los pobladores. De que los sigan matando, desapareciendo, torturando, amenazando.

De que la fuerza pública ubique sus guarniciones y trincheras en medio de los poblados urbanos, en las fincas y viviendas rurales, infringiendo el Derecho Internacional Humanitario, al ponerlos como escudos humanos.

Ni el presidente Santos, ni el ministro de Defensa Pinzón, ni la cúpula militar y mucho menos la dictadura mediática, han manifestado su indignación por estos crímenes y abusos de la fuerza pública, de la misma manera que lo han hecho por las lágrimas del sargento García Amaya, lo cual es infinitamente inmoral,

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