Masacre de las bananeras
El tamaño sí importa
Los documentos oficiales norteamericanos sobre los hechos que rodearon la masacre de las bananeras nos presentan la visión del embajador y otros funcionarios americanos sobre la huelga contra la United Fruit Company
Por: Tatiana Acevedo. El Espectador
Desde Gaitán hasta García Márquez, pasando por militares,
académicos, activistas y testigos, cientos de personajes se han pronunciado
extensamente sobre la masacre de las bananeras.
Son tantas las versiones acerca del “verdadero” tamaño de
la matanza oficial, que algunos han optado por restarle importancia al número
de víctimas y heridos que dejó, reivindicando, en cambio, la importancia de
recoger los distintos recuerdos, significados y memorias que la rodean.
Otros, como el reconocido historiador Eduardo Posada
Carbó, han subrayado el carácter exagerado de algunas narraciones y han puesto
las palabras masacre y represión entre comillas, preguntándose, “¿qué tan
apocalípticos fueron realmente estos eventos?”.
Lo cierto es que, pese a los ochenta y cuatro años que
han transcurrido desde la masacre, ocurrida en diciembre de 1928, siguen
apareciendo descripciones.
Así, los documentos oficiales norteamericanos
desclasificados, recopilados y publicados por el abogado norteamericano Paul
Wolf en 2002 nos presentan la visión del embajador y otros funcionarios
americanos sobre la huelga contra la United Fruit Company.
Los gringos, que sí estaban preocupados por el tamaño que
podrían tomar huelga y represión, nos presentan nuevos números. Algunos de
éstos son:
Uno. Un barco de guerra pidió el consulado norteamericano
en Santa Marta, al secretario de Estado en Washington, en telegrama del 6 de
diciembre de 1928, argumentando que no se podía confiar en el ejército
colombiano, pues éste podría llegar a simpatizar con el proletariado:
“El sentimiento contra el Gobierno y a favor del
proletariado, que es compartido por algunos de los soldados, es encumbrado y es
dudoso si podemos depender del gobierno colombiano para la protección.
¿Puedo sugerir respetuosamente que mi solicitud de la
presencia a poca distancia de un buque de guerra estadounidense se conceda (…)
el carácter de la huelga ha cambiado y las alteraciones son una manifestación
con una tendencia subversiva”.
Cero. Fue el número de navíos que se enviaron, pues tan
sólo días después la petición fue rechazada por el Departamento de Estado: “El
Departamento de Estado no (repito, no) desea enviar un buque de guerra a Santa
Marta. Mantenga al Departamento informado de cualquier evolución de los
acontecimientos por la vía telegráfica”.
Veinte. Eran los norteamericanos presentes en la zona
bananera en los momentos de mayor desorden y represión. El embajador en
Colombia, Jefferson Caffery, le informa al secretario de Estado:
“Situación fuera de la ciudad de Santa Marta, sin duda, muy seria (…) militares que tienen órdenes de ‘no escatimar municiones’ (…) Gobierno habla ahora de ofensiva general contra los huelguistas, tan pronto como todas las tropas ahora en camino lleguen temprano la próxima semana.
"Estoy preocupado por unos 20 estadounidenses todavía en la zona exterior”.
“Situación fuera de la ciudad de Santa Marta, sin duda, muy seria (…) militares que tienen órdenes de ‘no escatimar municiones’ (…) Gobierno habla ahora de ofensiva general contra los huelguistas, tan pronto como todas las tropas ahora en camino lleguen temprano la próxima semana.
"Estoy preocupado por unos 20 estadounidenses todavía en la zona exterior”.
Quinientos. Hacia finales de diciembre el embajador
Caffery informa al secretario de Estado que, según el asesor jurídico de la United
Fruit Company, el número total de huelguistas asesinados en la reacción de las
autoridades militares colombianas puede oscilar entre 500 y 600.
Dos meses después, el mismo Caffery corrige esta
información, afirmando que de acuerdo con lo que le ha contado el representante
en Colombia de la United Fruit, el número de muertos era mayor:
“Tengo el honor de informar que el representante en
Bogotá de la United Fruit Company me dijo ayer que el número total de
huelguistas muertos por el ejército colombiano superó el millar”.
Cien. Tras leer los balances sobre la huelga presentados
por el embajador Caffery al Departamento de Estado, es posible concluir que, al
final del día, la United Fruit recibió el ciento por ciento de respaldo por
cuenta del gobierno colombiano.
En palabras del señor embajador: “En cuanto a mis
informes anteriores relativos a los recientes levantamientos comunistas, tengo
el honor de declarar que las autoridades colombianas han venido demostrando
entusiasmo inusitado en la protección de nuestros intereses:
las tropas adicionales fueron enviadas por fin a Santa
Marta para la protección de las propiedades de la United Fruit Company, así
como a Barrancabermeja para la protección de las propiedades de la Tropical Oil
Company”.
La masacre de las bananeras
La huelga contra la United Fruit Company, ocurrida en
diciembre de 1928 y que degeneró en masacre, ha sido descrita y analizada desde
distintos ángulos. El escritor Gabriel García Márquez, nacido en inmediaciones
de la zona bananera, le dedicó un capítulo de su novela Cien Años de Soledad.
También la encontramos en La Casa Grande, de Álvaro
Cepeda Samudio, escritor costeño menos conocido en el extranjero pero de quien
García Márquez dijo alguna vez que había heredado su afición por el cine y el
periodismo.
La masacre de las bananeras recibió bastante atención de
parte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, también fue objeto de diversas
representaciones teatrales, hace unos años se conmemoraron sus ochenta años con
conferencias, debates, foros y documentales, y es ya un lugar común de la
historiografía nacional aceptar que fue la causante definitiva del fin de la
hegemonía conservadora y el paso a la república liberal (1930-1946).
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