“Tenemos que hablar sin términos de odio”, Karl Penhaul
“Cuando estoy en el campo cruzo una línea de militares, luego una de paramilitares y llego donde la guerrilla. Si les quito la insignia lo que estoy viendo son las mismas caras, las mismas caras de pobres, de muchachos jóvenes”
Por: Juan Carlos Hurtado Fonseca. Voz
“Cuando estoy en el campo cruzo una línea de militares, luego una de paramilitares y llego donde la guerrilla. Si les quito la insignia lo que estoy viendo son las mismas caras, las mismas caras de pobres, de muchachos jóvenes”
Por: Juan Carlos Hurtado Fonseca. Voz
El reportero extranjero que ha entendido el conflicto
colombiano mejor que muchos periodistas de la gran prensa.
Como periodista que cubre conflictos armados en diversos
países del mundo, Karl Penhaul cree que tiene la misma responsabilidad de otros
que hablan sobre economía o política. Llegó a Colombia hace 16 años después de
cubrir en Méjico el levantamiento del Ejército Popular Revolucionario, EPR.
En el año 2000 salió de Reuters e inició a trabajar con
CNN cubriendo Afganistán. En Irak fue agregado a una unidad de helicópteros de
ataque, luego pasó a acompañar una unidad de infantería y estuvo con una de
paracaidistas helicoportados. Cubrió la guerra Israel y Líbano en 2006, e Israel y Gaza.
Su amplio conocimiento en el cubrimiento periodístico de
conflictos bélicos ha dado para que sea consultado y comente en grandes medios,
episodios de la guerra colombiana, la que no ha conocido desde los escritorios
en Bogotá o las oficinas de comunicaciones de instituciones castrenses; sino
desde la selva, en los campos de batalla, bajo el fuego, es decir, con las
botas en el barro.
Cuando se ve el cubrimiento del conflicto armado por
parte de los grandes medios de comunicación, es fácil entrever que los
periodistas colombianos no lo conocen. ¿Con base en su experiencia qué concepto
le merece esta problemática?
Es complicado. Nada de lo que voy a decir va a ser una
crítica contra los periodistas colombianos. Porque ya sean de RCN, Caracol, VOZ
o Semana, aquí hay excelentes periodistas porque tienen calle, no les gusta
estar tras el escritorio.
Están dispuestos a sudar para llegar al último rincón del
país a donde sea necesario. Tengo un gran respeto por mis colegas colombianos
por ser trocheros. Pero como todo; los problemas del periodismo en este país no
son muy diferentes a los del resto del mundo; nos falta es contextualizar la
noticia.
En el caso de Colombia, sale un estudiante y por mucho
que les enseñen en teoría en una facultad necesitan experiencia.
Y esta viene
con estar en situaciones, sortearlas y llega con los años. Si considero que
puedo hablar del conflicto colombiano es porque he estado aquí 16 años; si
hubiera llegado el año pasado solo tendría un concepto leído del mismo.
Pero como llegué un mes después del ataque guerrillero a
Las Delicias, a los pocos días del fin de las marchas cocaleras en Caquetá y
Putumayo, he vivido un tramo de la historia del conflicto.
Desde las
liberaciones de los soldados en Cartagena del Chairá, El Billar, el proceso de
paz, hasta los últimos acontecimientos. Tengo esa experiencia que solo viene
con los años.
Pero además de la experiencia debe haber un conocimiento
del conflicto social y armado; y desde mi punto de vista no lo hay.
Los medios como las facultades intentan poner todo en
segmentos. El conflicto armado lo consideran ajeno a las noticias económicas:
Dicen: “Conflicto armado, eso es para los periodistas en guerra; económicas,
eso es para los especialistas con gafas que analizan cifras”.
Un ejemplo, esta semana vi en Portafolio que según la OIT
Colombia tiene uno de los 20 salarios más bajos del mundo, y eso promediando el
salario en millón trescientos mil pesos.
La mayoría de los trabajadores no
ganan ese dinero; lo que quiere decir que se está compitiendo con la India en
términos de salarios bajos.
Pero nadie hace la relación entre esto y el conflicto
socioeconómico que vivimos. Entonces, estamos fragmentando la economía y los
conflictos sociales del conflicto armado; porque aquí los grandes medios
quieren hacernos creer que el conflicto armado perdió sus raíces, la ideología.
Yo digo que eso es falso.
De acuerdo que es falso, pero ¿qué le ha dado a pensar
eso?
Por ejemplo, en los últimos 10 días fui a hablar con la
mamá de Luis Alfonso Beltrán, ella es del Tolima, creció en un pueblo
conservador; echando carreta con ella, hablando de la liberación de su hijo me
empieza a hablar de la violencia de parte de los liberales contra los pueblos
conservadores. A esta mujer no se le ha olvidado las raíces del conflicto.
Vino un señor a repararme la lavadora, quien creció con
las historias de su papá, de los pájaros conservadores contra familias
liberales en el Tolima.
Hace cuatro meses en Caquetá me reuní con un comandante
del Bloque Sur y le dije,“Los grandes medios dicen que ustedes han perdido la
ideología que se les ha olvidado las razones de esta guerra”, y me dijo “Cómo
voy a olvidarlo.
“Mi mamá siempre me cuenta que me sacó de la casa en
llamas mientras mi papá y cuatro tíos estaban muertos adentro. Ni siquiera
escapamos con la ropa puesta sino que los vecinos nos iban vistiendo”.
Entonces digo, desde múltiples puntos de vista, desde los
familiares de los policías y militares capturados en combate y después privados
de su libertad, no se han olvidado de las raíces del conflicto.
¿A quién conviene en este país que olvidemos las raíces
del conflicto? Nosotros como periodistas no somos historiadores por lo que no podemos
todos los días estar hablando de eso, pero tenemos que tener una
contextualización en nuestro cerebro para no caer en esas pendejadas fáciles.
Ese conocimiento de la historia debe ser una base de
entendimiento para contextualizarlo con otras cosas que están pasando.
Usted no hace críticas a los periodistas sino que les
hace un reconocimiento a su labor, yo sí les hago las críticas por la banalidad
con que cubren el conflicto, aunque creo que el problema está en los medios.
Hay periodistas que reconocen que no pueden decir las cosas como son.
A diferencia de Inglaterra donde hay más medios, hay
grupos de medios de comunicación, también en Estado Unidos. Aquí los dueños de
algunos medios son grupos económicos muy grandes, entonces comunicaciones es
solamente una parte.
Podríamos pensar que esto puede ser parte del problema,
porque soy un gran industrial, miembro de un gran grupo económico, cómo voy a
informar objetivamente. No, porque hasta cierto punto soy parte del conflicto
económico y social en Colombia, ya que hay un desequilibrio social muy grande.
Cuando veo ciertos contenidos de televisión, digo, no
estamos haciendo nuestra función social de informar, estamos cayendo en la
misma trampa que caen medios como CNN al dar noticias que gracias a los genios
de mercadeo creemos que nuestro público quiere ver.
Las noticias del medio día muestran por ejemplo choques
de autobuses, accidentes con niños, porque piensan que a esta hora están viendo
más amas de casa que se preocupan más por sus niños que por el conflicto
económico, social y militar en este país.
Estamos dando al público lo que pensamos que quiere nos
desligamos de informar sobre lo otro. Es un problema de fondo.
Pero insisto en que hay una responsabilidad de los
periodistas.
Hay que ser autocríticos y en términos corteses tengo que
frentear al editor para decir, por qué no te parece que la pobreza es una
noticia, por qué no utilizamos términos más neutros del DIH; como en el caso de
los liberados y no términos politizados como secuestro, terrorismo.
Pero no; simplemente agachamos la cabeza y creemos que
como el editor utiliza la palabra secuestrado refiriéndose a capturados en
combate privados de su libertad, entonces yo también debo hacerlo, es un poco
de autocensura. Nos falta más carácter.
Dicen cubrir conflicto pero se dedican es a reproducir
los documentos oficiales. ¿No será que si se conoce un poco de manera más
descarnada las entrañas de la guerra, ayudaría a crear una conciencia sobre la
necesidad de terminarla?
Creo que sí ayudaría. Pero hay varios problemas ahí. Uno
de ellos es de carácter económico. Cuesta mandarnos al Caquetá, al Vichada, al
Putumayo para cubrir una batalla.
Pero hay los recursos. Los grandes medios los tienen.
Sí, pero siempre los editores o los jefes están viendo si
eso vale la pena o no, si vale la pena en términos económicos, del público, de
mercadeo. Además, la guerra en Colombia tiene su dinámica y es una guerra
supremamente móvil.
Si por ejemplo estoy en Mapiripán y escucho el primer
tiro abajo del río es muy posible que en el momento que llegue al lugar ya no
haya nada. Porque es una guerra de escaramuzas de golpear y retirarse, de
golpes rápidos. Incluso queriendo es problemático llegar al punto de la pelea
en el momento que se da.
A menos que se adopte el modelo que desarrolló Estados
Unidos en Irak, que era tener periodistas agregados a las unidades militares;
se firmaba un documento donde se liberaban de toda responsabilidad y el
reportero estaba con ellos en las peleas.
Campañas de propaganda
Pero eso lo intentó el Ejército colombiano cuando dio
algunas capacitaciones para hacer reportería de guerra, los transportaba en sus
helicópteros al lugar del combate. Pero ahí el periodista ya va amarrado…
Eso ha sido más propagandístico, incluso más que en
Estado Unidos. Hay que ser claros los gringos no nos llevaron como periodistas
a la invasión de Irak simplemente por buena gente; ellos necesitaban vender su guerra por
razones políticas a su público.
En el caso colombiano llevan a los periodistas para
explicar la dinámica de las fuerzas militares y eso es muy útil. Pero si no
aplicamos nuestro propio criterio después es difícil buscar espacio entre los
periodistas y las fuerzas militares.
He visto casos donde llevan al periodista a ver una
posición delantera en la selva, a un monte muy lejano y encima del monte tienen
una pieza de artillería muy grande y la disparan. Para la imagen eso es
impresionante, pero sabemos que aquí la guerra no se pelea así.
Tenemos que utilizar el cerebro para periodistas saber
que la dinámica de la guerra no es así, sino a pata, con movimiento de tropa
helicoportada, es una guerra rápida, de fúsil. Lo que nos muestra el Ejército
es una visión muy propagandística.
No culpo al Ejército es su función; lo mismo que la
función de la guerrilla con sus componentes políticos y propagandísticos. Es el
juego de ellos y nosotros como periodistas tenemos que estar por encima de eso.
También hay que decir que ni el Ejército ni la guerrilla
nos quieren llevar a combates por el riesgo de que un periodista quede muerto o
mutilado en combate y no están dispuestos a asumir las responsabilidades.
Sólo por la condición física un periodista puede
convertirse en lastre para un militar, una responsabilidad extra y que le pase
algo sería mala publicidad.
Pero nosotros sí tenemos que enfocarnos en lo más
importante de una guerra y es el impacto de esta sobre la población civil, eso
hoy día casi no se hace.
Tienden es amostrar cosas muy emotivas como el niño
llorando o la madre con el niño en sus brazos. Hay problemas cubriendo la
guerra por la dinámica de la misma.
Buscar un nuevo lenguaje
Pero creo que tampoco existe el interés de los medios de
hacerlo así como usted lo hace. ¿Será que al estar en el campo de batalla se
verían cosas muy diferentes a lo que dicen los titulares de prensa que se hacen
desde la ciudad?
Obvio que sí. Te doy un ejemplo sin el ánimo de criticar
a Caracol. Para describir el combate de El Billar hablaron del episodio más
bárbaro de la guerra en Colombia.
Son palabras fáciles, sonantes pero si se ve la guerra
con menos emotividad y en términos más técnicos, creo que allí fue la victoria
más grande de la guerrilla en campo de batalla.
Fue una pelea en campo abierto y no fue con tropas de
niños escolares sino contra una de las unidades elites en este momento la Móvil
3. Es un acto bárbaro, hubo muertos, capturados, pero la barbarie es parte de
una guerra.
Es la naturaleza de la guerra por eso tenemos que ser un
poco más equilibrados en nuestras descripciones.
De pronto no están interesados cubrir la guerra porque es
posible que a los colombianos no les interese eso, después de tanto tiempo de
sufrirla. Pero como periodistas podemos tomar la iniciativa y decir que vamos a
informar de la guerra porque necesitan saber.
Si están cansados de que les cuente de la misma forma,
tenemos que encontrar un nuevo lenguaje, nuevas técnicas para endulzar un poco
la píldora.
Hay que encontrar el lenguaje apropiado para la época,
para informar a todas las generaciones, en palabras y conceptos que entiendan y
con historias para que puedan establecer una relación con las víctimas de la
guerra, incluso con las partes de la guerra.
Ya que toca el tema de los lenguajes, hoy día se ve que
cuando caen militares en combate o en una emboscada son presentados como
masacrados o asesinados, pero si son guerrilleros son dados de baja.
La gran mayoría de colombianos cree que los militares
estaban secuestrados y no eran prisioneros a la luz del DIH. ¿Es evidente que
se está tomando partido?
Si por lo menos nos referimos en términos de DIH como una
lengua franca, yo criticaría a un periodista que se refiere a esos militares
como secuestrados, también rechazaría el término prisioneros;-
porque el DIH
dice que para conflicto interno son capturados en combate y después de tenerlos
un tiempo pasan a ser privados de la libertad por un grupo armado. Creo que
tenemos que quitar esa emotividad.
Si queremos inyectarle emotividad a la noticia deje que
los personajes hablen por sí solos. La mamá que su hijo fue víctima de la
guerra es normal que ella hable en términos emocionales.
Si un militar llega
del campo de batalla lleno de adrenalina, de miedo o de orgullo es normal que
hable en estos términos.
Lo mismo que un guerrillero. Pero nosotros debemos
utilizar esa lengua franca. Por eso estoy de acuerdo contigo, una emboscada es
parte y arte de una guerra, si allí cae guerrilla o militares no hay que hablar
con odio.
Cuando estoy en el campo cruzo una línea de militares,
luego una de paramilitares y llego donde la guerrilla. Si les quito la insignia
lo que estoy viendo son las mismas caras, las mismas caras de pobres, de
muchachos jóvenes. No tenemos que hablar con términos de odio de unos y
alabando a los otros.
Entonces podemos decir que falta una especie de pedagogía
para informar sobre la guerra. Porque cuando se informa se quiere lograr
determinadas sensaciones en el público y creo que hay que hacer la apuesta a
que esto se solucione de manera negociada.
El problema es que hay periodistas que por diferentes
razones tienen su opinión personal del conflicto y si eso se traslada al tema y
al tratamiento del mismo, puede haber decidido a priori que un lado tiene la
razón y el otro no.
Y si llenamos nuestras informaciones con lenguaje de odio
hacemos un flaco servicio a la búsqueda de una solución. Aunque no toda guerra
se soluciona con un proceso de paz, sino porque alguien gana. Las guerras se
inician no pensando en un proceso de paz.
Los gringos no entraron a Irak pensando en un proceso de
paz. Entonces, los periodistas no podemos estar al servicio del proceso de paz
sino de la comprensión de la guerra por parte del público para que sea él quien
decida.
Un proceso de paz donde se habla de entrega de armas y
rendición no es un proceso de paz porque un lado ganó.
Mañana se pueden
silenciar los fusiles pero ahí no se solucionaron los problemas del país; no se
soluciona lo de los sueldos más bajos del mundo, la creciente pobreza, la
brecha entre ricos y pobres, los problemas de educación y salud.
Ya que usted sí se ha untado de barro en la selva
cubriendo el conflicto, ¿cuál es la situación actual de la guerrilla?
Hoy día la guerrilla es muy diferente a la que conocí en
el despeje de Cartagena del Chairá de 1997. Estaban alcanzando la fase de
equilibrio estratégico para pasar a guerra de posiciones.
Hoy día no ha podido manera de contrastar ese poder aéreo
de la ayuda norteamericana y la movilidad del Ejército colombiano con
helicópteros. Es una guerrilla que no ha encontrado respuestas aunque está en
transformación.
En términos políticos, se desgastaron mucho en la
percepción internacional con el tema de los militares capturados y los
secuestrados.
También en lo militar, por ejemplo Operación Jaque el gobierno
entra y compra la liberta de Ingrid y los gringos, pues bueno… La mitad de la
guerra en Afganistán se resolvió con agentes de la CIA con bultos de plata.
Los golpes darían la impresión de que están en vía a ser
derrotados. ¿Pero qué realmente está pasando? Yo en abril del año pasado estuve
10 días con una columna de combate y ellos no están hablando de rendición,-
están bien equipados, en pie de combate, comiendo bien, pensando en cuando
tomen el poder, y la jerarquía sigue intacta porque pueden relevar mandos; no
hay un fraccionamiento de la línea de mando.
Aún no se puede decir que hay una derrota de la guerrilla
y si se hace, el problema del país no se acaba.
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