lunes, diciembre 12, 2011

Conflicto Social y armado
Comandante de las FARC ‘Timoleón Jiménez’ contesta columna del general (r) Álvaro Valencia Tovar
Por Notimundo

El máximo comandante de las FARC, ‘Timoleón Jiménez’, contestó a través de un comunicado publicado en la página de Internet de ese grupo insurgente, a una columna del general (r) Álvaro Valencia Tovar, publicada en El Tiempo el 1 de diciembre pasado.

Notimundo transcribe en su integridad tanto la respuesta del líder insurgente, como la columna del general:

General Valencia Tovar:

Lamento profundamente que la erudición histórica y política del autor de El ser guerrero del Libertador, que el camarada Jacobo Arenas valoró altamente y ordenó editar y reeditar como texto de estudio en nuestra organización revolucionaria armada, se desgaste al final de su vida en la pobreza de argumentos con los que me escribe para convidarme a la defección.

Si solicita usted al servicio de inteligencia militar la relación de los comunicados del Secretariado Nacional de las FARC en el último cuarto de siglo, encontrará fácilmente que el seudónimo que me atribuye nunca ha sido usado por mi parte.

La guerra fría y su componente ideológico, La Doctrina de Seguridad Nacional, que usted tanto valora, lo dotaron de un anticomunismo tan rabioso, que mientras el Presidente Roosevelt y el primer ministro inglés Churchill recurrieron sin dudar a la Unión Soviética para poder salvar sus economías y países del totalitarismo nazi, usted la emprende contra los héroes del Ejército Rojo que hicieron posible tal hazaña.

Las FARC nos acercamos a los 48 años de lucha continua. Si eso nos convierte en caducos, qué no podría decirse de usted, que a fines de los años cincuenta ya intentaba hacer con Ciro Trujillo lo que hoy intenta conmigo.

Nuestra plataforma para un nuevo gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, producida en la Octava Conferencia Nacional en 1993 y adoptada como programa de lucha del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, contiene unas propuestas de país y sociedad que usted al parecer no conoce, y que le recomiendo estudiar para hablar con alguna propiedad acerca de nuestras concepciones e ideas.

Me permito, al igual que muchos millones y millones de colombianos, dudar de su objetividad acerca de los desarrollos de la guerra interna que se libra en Colombia, así como del reconocimiento que usted hace a siniestros personajes como Álvaro Uribe o los generales que menciona.

Por muchos que sean los crímenes que usted intente enrostrarnos, jamás podrán oscurecer ante el país y el mundo la horrorosa hecatombe y el desastre sangriento que ha padecido nuestro país, por obra del militarismo y el paramilitarismo que hombres como usted han patrocinado toda la vida en privado y negado en público.

No deja de sorprenderme que una insurgencia en desbandada como la que usted describe, tenga que ser combatida con un presupuesto y un ejército tan grandes, que además se aumenta en recursos y pie de fuerza cada año.

Ni que un Establecimiento tan bien atornillado al poder, con tan inmenso poder mediático de dominación, se vea obligado a apelar a veteranos momificados en vida como usted, para tratar de lograr lo que no consigue con sus operaciones militares. 

Cuando usted ordenó ocultar el cadáver del padre Camilo Torres, ni siquiera imaginaba que 45 años después, sus émulos ocultarían del mismo modo los de otros gigantescos comandantes guerrilleros.

Los generales que ahora obran como usted, no tienen la menor idea de lo que este pueblo sufrido, empobrecido y perseguido, será capaz de conseguir en un mañana.

Soy consciente, señor general en uso de cómodo retiro, de la enorme responsabilidad ante el pueblo de Colombia, ante mis hombres, mi patria y la historia que significa asumir el mando de las FARC  Ejército del Pueblo.

Comprenderá entonces por qué no puedo menos que sonreír con pesar ante los cantos de sirena de traición que un antiguo hombre de armas se atreve a dirigirme.

Cordialmente,

Timoleón Jiménez
Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 11 de diciembre de 2011

A continuación la comuna del general:

¿Qué son hoy las Farc? ¿Cuál su futuro?
Por: Gral. Álvaro Valencia Tovar. El Tiempo
Lo que fue guerrilla ideológica se ha convertido en caterva de narcotraficantes y asesinos.

Señor Rodrigo Londoño Echeverry:

Prefiero dirigirme al joven formado para la revolución violenta en la Juventud Comunista por su nombre de pila colombiano y no por el un tanto exótico del mariscal soviético de la II Guerra Mundial, que usted adoptó como alias de combate.

Pienso que el nacionalismo bravío que el comunismo esgrimió contra el imperialismo yanqui lo aleja de ese otro esclavizante del cual se apartó cuando los mismos rusos que lo impusieron se desencantaron de su invento y con Mijaíl Gorbachov a la cabeza se sacudieron del yugo totalitario para emprender la senda de la libertad.

Recibe usted el mando supremo de un caduco órgano revolucionario que prefirió criminalizarse con el narcotráfico a preservar su rumbo político de aliento soviético, así fuese para terminar en el mismo desencanto de una propuesta que contradice la naturaleza humana con una "dictadura del proletariado" ajena a la idiosincrasia colombiana. Como también lo fue para el pueblo ruso.

Cuando usted ingresó a las Farc, halló una fuerza armada en ascenso que alcanzó su cenit a fines del siglo XX merced a las fabulosas ganancias del tráfico de estupefacientes convertido en soporte financiero del movimiento armado que había vendido su artificiosa conciencia moral por el dinero maldito de la droga, sin entender que esta perversión sería su ruina.

Una política de Estado diseñada por el presidente Álvaro Uribe Vélez con apoyo en la estrategia militar de unas Fuerzas Armadas gestoras de su propia y trascendental reforma bajo el liderazgo de los generales Jorge Mora Rangel en el Comando del Ejército y Fernando Tapias Stahelin en el de las Fuerzas Militares.

A partir del 2002, el gozne del destino, parafraseando a Winston Churchill, comenzó a girar. Se acabaron los éxitos espectaculares de Miraflores, Las Delicias, Quebrada del Billar, Mitú y Patascoy.

Comenzaron los de las Fuerzas Militares que en los dos últimos años produjeron las operaciones magistrales de 'Jaque', 'Fénix', 'Camaleón', 'Sodoma'. Se desarticuló la dirección superior de la guerra.

Penetradas las redes de comunicaciones por la Inteligencia Militar, rescatadas regiones enteras de la influencia revolucionaria, fueron cayendo uno a uno los cabecillas, el secretariado político se esfumó, el Estado Mayor militar se quedó sin oficio con la desvertebración de sus frentes y la fragmentación de las agrupaciones menores que los componían. Para rematar el desastre, el asesinato infame de los cuatro rehenes demuestra el estado de degradación moral de sus fuerzas.

Ante semejante panorama, sería insensato de su parte proseguir una lucha de supuesta reivindicación popular, cuando ante su pueblo y ante el mundo lo que fue guerrilla ideológica se ha convertido en caterva de narcotraficantes y asesinos.

Le quedan dos caminos, que en su condición de nuevo jefe supremo puede escoger antes de que la criminalización lo comprometa irremediablemente: persistir con terquedad comunista en el camino hacia la desintegración total, o acogerse a la oportunidad única que el gobierno del presidente Santos, ejecutor de la brillante línea político-militar de su antecesor, le brinda y pasar a la historia como el hombre que puso un final digno a la guerra fratricida emprendida por las Farc.

Llegar a la cabeza de los despojos agónicos de lo que fue y dejó de ser implica enorme responsabilidad ante su pueblo, sus hombres, su patria, la historia.

Su destino, Rodrigo, es prolongar la hilera de tumbas que sus predecesores abrieron con irresponsable obcecación, o recibir el reconocimiento de sus compatriotas y sus propios combatientes por cerrar el capítulo macabro de sangre y horror.


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