Parauribismo/
Alias “El número uno” sigue siendo un obstáculo para la paz
Por Camilo Raigozo
No obstante la situación tan grave en materia de corrupción y de violaciones a los derechos fundamentales que padeció el país durante los ocho años de del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, alias “El número uno”, como lo denominaban sus subalternos en el DAS, este continúa siendo un obstáculo a la posible solución política del conflicto social y armado impuesto a los colombianos.
A demás de ser un acérrimo opositor a la devolución de las tierras arrebatadas a los campesinos y a la reparación de las víctimas, en los últimos días ha estado poniendo todo tipo de objeciones para que la ley de víctimas no reconozca que en Colombia sí existe un conflicto armado.
Con la estrategia de llamar “bandas criminales” a los paramilitares, que según él y los medios ya no existen, argumenta que: "Para excluir a víctimas de delincuencia común y de las bacrim, que es lo mismo, se podría decir: se excluye a las víctimas de delincuencia común u ordinaria, por ejemplo de las bacrim".
Uribe también afirmó que "en el significado histórico en América Latina las palabras conflicto interno e insurgencia en alguna forma han legitimado la lucha de grupos armados contra dictaduras".
El ex jefe de la "Casa de Nari" agregó, según los medios que: "en Colombia estos grupos han atentado contra una democracia pluralista" y que las acciones de los grupos guerrilleros "son terroristas".
Sin embargo aunque a Uribe nunca se le vio vestido con prendas militares y su régimen supuestamente fue civil, en sólo los últimos cuatro años de su gobierno, fueron asesinadas al menos 173.183 personas y desaparecidas otras 34.467, según informó la Fiscalía el 13 de enero de este año.
Es decir que el número de personas asesinadas y desaparecidas en apenas cuatro años del gobierno de Uribe, es 65 veces superior al número de personas asesinadas y desaparecidas en 17 años de la sangrienta dictadura de Pinochet.
Esa es la “democracia pluralista” que Uribe puso en práctica, idéntica a la “democracia” que defendía el coronel Alfonso Plazas Vega, en la brutal retoma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985.
El exmandatario reclamó visiblemente dolido por la negación a su intención de pasar a los ‘paras’ como delincuentes políticos en la Ley de Impunidad mal llamada Ley de Justicia y Paz.
Al respecto dijo sin el menor sonrojo: "En el pasado nadie aceptó reconocer conflicto interno con los paramilitares. Tanto estos grupos como las guerrillas han sido igualmente destructores del Estado Social de Derecho, lo cual exige trato idéntico".
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