Coyuntura política chilena
Chile: el diablo anda suelto
Por Carlos de Urabá
Terremotos, tsunamis, réplicas, saqueos, estado de sitio, racionamiento, apagones, sequía, subidas de impuestos. Algo raro pasa aquí. ¡Esto es una maldición!
A finales de los años setentas y a principios de los ochentas llegaron a España gran cantidad de exiliados políticos procedentes de Chile, Argentina y Uruguay. Por ese entonces yo vivía en Madrid y fui testigo de ese fenómeno en el que se forjó la cultura “sudaca”.
Durante la transición española existía una gran solidaridad con la causa del pueblo chileno y casi todas las semanas se programaban conferencias, conciertos, exposiciones o fiestas que contaban con una multitudinaria acogida.
Precisamente en un acto de homenaje a Salvador Allende fue donde conocí al poeta y cantautor chileno León Canales, uno de los más connotados artistas del exilio chileno, un verdadero león indomable que se encargó de adoctrinarme y orientar mi vida hacia el mundo de las letras.
Me apasioné por la música de Victor Jara, Violeta Parra, Patricio Mans y grupos como Quilapayún e Inti Illimani. Paradójicamente fue en España donde descubrí mi alma andina porque mientras vivía en Colombia estaba más deslumbrado por los Estados Unidos y Europa.
La casa de León Canales se convirtió en un refugio providencial para todos aquellos huérfanos y desarraigados. Más que una casa era una trinchera donde realizábamos nuestras tertulias, degustábamos los platos típicos que preparaba nuestro anfitrión como las pantrucas,el pastel de choclo, las empanadas de pino o cazuela de ave.
Poco a poco me fui chilenizando y hasta aprendí a bailar cuecas y recitar los versos más tristes de Pablo Neruda. Incluso comencé vestirme con ponchos indígenas, chullos y ojotas en un desesperado intento por recuperar mi identidad.
En ese entonces el folklore suramericano estaba de moda, la «movida sudaca», en contraposición a la movida madrileña, también vivió su época dorada. En el centro de Madrid era muy fácil encontrar grupos de música andina que acompañados de sikus, charangos y kenas, bombos y guitarras improvisaban sus conciertos en plena vía pública.
En aquel piso del barrio de Malasaña conocí a la crema y nata de la intelectualidad chilena: los pintores José de Rokha y Patricia Tagle, a los poetas Sergio Macías y Spotorno, a los fotográfos Teodoro Elsaca y Ricardo Pereira, al anarquista Alexis de Talca, al doctor Carlos Huertas, a la profesora Angélica Saldaña y la escritora Gabriela Zaldivar.
En esas reuniones no faltaban las guitarreadas y los bailongos donde enfervorizados cantábamos el pueblo unido que jamás será vencido o tío caimán menea la colita. Ya bien curados con vino, cerveza o pisco nos agarraba la nostalgia y alzábamos las copas para brindar por una supuesta revolución triunfante que sólo existía en nuestra imaginación.
Al final casi siempre la farra terminaba con la llegada de la policía municipal, ya que los vecinos nos denunciaban por armar tanto alboroto.
De repente de la noche a la mañana se esfumaron nuestros sueños revolucionarios, el entusiasmo juvenil dio paso al desencanto, nos hicimos mayores y cada uno fue integrándose como pudo en el sistema.
No había otra alternativa que poner los pies en la tierra e intentar salvarnos de la quema. De ese período bohemio lo único que me ha quedado es una tremenda resaca de la que todavía no me puedo recuperar.
Hace unas semanas mientras veía el noticiero de televisión saltó por sorpresa una noticia que me dejó frío: terremoto en Chile de 8.9 grados en la escala de Richter. Impresionado me eché las manos a la cabeza: ¡ay cabrón! Pero si ha sido aún más fuerte que el de Haití.
A pesar de encontrarme en Amman, Jordania, sentí un remezón en mi memoria y de inmediato se me vinieron a la mente los recuerdos de esa época inolvidable.¿Que será de mis viejos camaradas? Chile hace tiempo qué dejó de ser primera página de los medios de comunicación y ahora por culpa de estos trágicos sucesos recuperaba el protagonismo perdido.
Este golpe bajo va a ser muy difícil de encajar pues los chilenos se aprestaban a celebrar por todo lo alto el bicentenario del grito de independencia. Hace tan sólo un mes que Chile había ingresado en la OCDE (el club de los países más ricos) y encima los expertos pronosticaban que sería el primer país de América Latina en sortear la recesión económica.
El terremoto nos ha revelado la cruda realidad de un pueblo anónimo que habita en el limbo la desesperanza. Y lo más bochornoso fue contemplar como las tropas al mando de generales y almirantes salieron a la calles a reprimir la explosión social que se desató tras el desastre.
Unas imágenes que nos recordaron la barbarie desatada por Pinochet tras el golpe militar contra Salvador Allende. En varias regiones se decretó el estado de sitio pues comenzaron los saqueos provocados por un hondo sentimiento de rabia y de venganza que pervive en el alma de las clases menos favorecidas.
A pesar que los analistas consideran a Chile un país exitoso en el plano económico la distribución de la riqueza es una de las más bajas de toda América Latina. Ese Chile de la mega economía, el Chile del boom de la importación-exportación, del tratado de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea, es un Chile insolidario que condena a grandes mayorías a la exclusión social.
Según los últimos informes el terremoto ha dejado 500 muertos y más de dos millones de personas damnificadas, las pérdidas materiales se estiman en unos 30.000 millones de dólares, o sea, el equivalente al 18% del producto interno bruto.
Para exagerar aún más el drama en las elecciones del pasado 17 de enero salió elegido como presidente el ultraderechista Sebastián Piñera. Esta ave de mal agüero tendrá que dedicar sus cuatro años de gobierno única y exclusivamente a la reconstrucción del país pues buena parte de las infraestructuras han sufrido daños irreparables.
Titánica labor que seguramente aprovecharán los organismos de “ayuda humanitaria” para sacar grandes dividendos de la catástrofe.
Es asombroso comprobar cómo la popularidad del general Pinochet, aún después de muerto, se mantiene en alza. No sólo lo venera la clase alta o los «pitucos», sino que hasta en las poblaciones callampas cuenta con gran número de seguidores.
Al sanguinario dictador se le considera el fundador del Chile moderno. Pinochet como Franco en España, por la gracia de Dios, libró al país de las garras del marxismo y lo condujo por el camino de la “paz y la libertad”.
Al chileno le encanta la mano dura, la disciplina militar pues el espíritu germánico los deslumbra.“Por la razón o la fuerza” es el lema grabado en el escudo de la bandera chilena. Más que lema es una declaración de principios.
Los militares gozan de grandes privilegios; viven aislados de la sociedad, tienen sus propios supermercados, clubes, universidades, los oficiales en retiro mantienen relaciones con el mundo empresarial, se han beneficiado de las leyes de “perdón y olvido”,-
han mejorado sus rentas y estatus social (Un gasto de 8 mil 340 millones de dólares para sueldos y pensiones) aparte que estado les concede 2mil 900 millones de dólares para que engrasen su maquinaria de guerra.
Aunque Chile constitucionalmente sea un estado laico y aconfesional, la iglesia católica más reaccionaria y conservadora es la que decide cuáles son los valores éticos y morales que más le convienen a la sociedad.
Así se demostró cuando la jerarquía eclesiástica vetó la ley del aborto y el divorcio que estaban a punto de ser aprobadas en el parlamento.
Tras el triunfo del No en el referéndum de 1988 los militares se vieron obligados a compartir el poder con los civiles. Algo que les convenía pues a nivel internacional la dictadura estaba muy desprestigiada.
En aras de la reconciliación del país se pactó un acuerdo entre civiles y militares para compartir civilizadamente el poder a partir de las elecciones democráticas de 1990.
Pinochet, gracias al beneplácito de la clase política, permaneció como líder de la oposición hasta el año 1998. En el colmo de la desfachatez el general traidor, corrupto y genocida fue nombrado con todos los honores senador vitalicio y padre de la patria per sécula seculorum.
La justicia, intimidada por los militares, no ha sido capaz de castigar a todos aquellos senadores, militares o carabineros relacionados con la dictadura que siguen ocupando puestos de relevancia a pesar de estar implicados en crímenes de lesa humanidad.
Las fuerzas armadas tutelan la “democracia”. Aunque los civiles detenten el poder político ellos son los garantes de las instituciones y tienen el derecho a veto constitucional.
La constitución pinochetista de 1980 proclamó el dogma de la supremacía del poder militar que posteriormente fue revalidado por los sucesivos gobiernos de la concertación.
Si por alguna razón a los generalotes no les agradan las decisiones que tomen los civiles, desenfundan los sables y sacan los carros de combate a la calle para demostrar a quien se le debe obediencia y respeto.
Michel Bachelet se ha revelado como una gran sacerdotisa neoliberal. Ella ha sido la principal promotora del crecimiento infinito y la prosperidad sin límites. Según la propaganda oficial, Chile se convirtió en uno de los países más avanzados de toda Latinoamérica con un nivel de vida equiparable al de Francia o España.
Michel Bachelet más que una presidenta se ha distinguido como una excelente directora de marketing. Inteligentemente ha utilizado a los medios de comunicación para crear una realidad virtual favorable a sus intereses.
Sus productos estrellas son: la telefonía celular, los computadores, los componentes de Microsoft, la televisión digital o el sistema de transporte público urbano Transantiago (uno de sus más rotundos fracasos en el que se despilfarraron casi 4.000 millones de dólares).
La élite de tecnócratas, los hijitos de papa educados en Harvard, Stanford o Cambridge, los “Chicago boys” frustraron la construcción de una sociedad más justa y solidaria al implementar un modelo de desarrollo muy favorable a los intermediarios y especuladores.
Violeta Parra en una de sus décimas ya nos advertía:
“Engaño de punta a cabo
en este mundo tan cruel,
engaño hasta en el plantel
de estudios muy encumbraos,
siete años amordazaos
de pies y manos arquitectos,
tratando bellos proyectos
de mil colores y formas,
cuando más tarde es la norma
hacer cajones de muertos”
En el plano internacional Chile estrechó aún más los vínculos con los presidentes derechistas de México y Colombia relegando a un segundo plano a los gobiernos más progresistas como Brasil, Bolivia, Ecuador o Venezuela. En la elección de los miembros permanentes para integrar el consejo de seguridad de la ONU, le negó el voto a Venezuela.
Con un discurso timorato y ambiguo Michel Bachelet no demostró ningún interés por promover la integración regional ni menos la latinoamericana sino más bien afianzó el eje Washignton- Madrid.
Cuando se produjo el golpe de estado Honduras ni siquiera retiró a su embajador en Tegucigalpa a pesar de las recomendaciones del presidente de la OEA, el chileno Insulza . Además las relaciones con el Perú se vieron muy afectadas por el asunto del espionaje, el rearme armamentístico y la disputa de las aguas territoriales.
Es increíble pero su legado más importante fue candidatear a la rehen de las Farc Ingrid Betancourt al premio Nobel de la Paz.
Bachelet traicionó la memoria de su padre, un general fiel al gobierno constitucional de Salvador Allende, al aceptar administrar a quienes indujeron su muerte. ¿Qué se puede esperar de una persona que sin escrúpulos utilizó este drama familiar para obtener réditos políticos?
La presidenta, que en su juventud formó parte de las juventudes socialistas de la UP, ahora es la más incansable defensora de la propiedad privada y el neoliberalismo. Parece mentira que la industria del cobre, el principal rubro de exportación, haya caído nuevamente en manos de las compañías extranjeras.
Pero tranquilos que Chile es una “democracia madura”, un país estable y sin riesgos que paga su deuda externa con puntualidad y no como el resto del vecindario que no son más que una pandilla de morosos.
El FMI y la banca internacional lo han puesto como un ejemplo de responsabilidad y para despejar todo tipo de dudas el presidente del Banco de Chile ha advertido que el país está blindado contra la crisis mundial.
Chile es un emporio que le hace la competencia a los tigres asiáticos, es una economía pujante con un altísimo crecimiento que no tiene parangón. Este es uno de los países del mundo preferido por los inversionistas extranjeros pues con un mínimo esfuerzo obtienen el cien por ciento de las ganancias. La precariedad laboral y los contratos temporales son la clave para que se cumplan sus objetivos
Los chilenos son ciudadanos decentes que toman el té a las cinco de la tarde como los ingleses. Los “rotos”, que es el apodo con el que se les conoce, se consideran ganadores, estiran el pescuezo y pronuncian en voz alta “soy chileno concha tu madre”.
Si tienes la piel morena (inmigrantes peruanos y bolivianos o indios mapuches) te miran de la cabeza a los pies diciendo “de dónde habrá salido este indio culiao”. La aristocracia criolla es muy racista y no admite otro color de piel que el blanco, católico y apostólico.
El burguesito chileno o el “pituco” no es más que un parásito social perteneciente a la élite burguesa directa heredera del feudalismo español.
El genial cantautor Víctor Jara supo retratarlos perfectamente en una de sus composiciones : “las gentes de las casitas del barrio alto se sonríen y se visitan, van juntitos al supermarket y todos tienen un televisor” “juegan bridge, toman Martini Dry y los niños son rubiecitos y con otros rubiecitos van juntitos al colegio hi”
En Chile, como en casi toda América latina, el consumismo y la alienación televisiva dominan todos los ámbitos de la sociedad. La cultura popular se encuentra sumida en la decadencia más absoluta pues los únicos patrones de identidad válidos son los provenientes de Estados Unidos y Europa.
En la actualidad existen menos medios críticos que durante la dictadura. La desmovilización social es increíble, la amnesia colectiva prevalece pues los gobiernos de la concertación temerosos de un estallido popular aplicaron las mismas medidas que los socialistas españoles: telebasura, loterías, alcohol, fútbol, sexo y rock and roll.
Michell Bachelet desde un principio se declaró una fiel admiradora del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, a quien ha imitado al pie de la letra en todos sus lineamientos políticos. El socialismo chileno es una franquicia del español.
España ha reconquistado Chile y domina sectores estratégicos como la educación, los bancos, los fondos de pensiones, las aseguradoras, los corredores de bolsa, industria vitivinícola, alimentación, centros comerciales, las compañías eléctricas, hotelería y turismo, la pesca, la construcción, las comunicaciones, los teléfonos, la televisión, la prensa, el armamento o la asesoría militar.
Toda esta trama comenzó a ser diseñada desde el mismo instante en que algunos de los más importantes líderes del socialismo chileno se exiliaron en España. Felipe González se encargó de proteger política y económicamente a tan «honorables compañeros».
Entre sus ilustrísimas se encontraban Erick Snake, Ricardo Núñez, Sergio Molina, Andrés Saldivar, Gabriel Valdés, Ricardo Lagos quienes más adelante en el gobierno de la concertación ocuparon puestos de relevancia y se distinguieron como magníficos elementos en las artes del fraude, la corrupción y el desfalco.
Michel Bachelet siempre fue una mujer de armas tomar y hasta cursó un master en defensa y estrategia militar en el colegio Interamericano de Washington. Todo ese valioso conocimiento adquirido en la capital del imperio más adelante lo aplicó en-
reprimir las protestas de los trabajadores, desempleados, sindicatos, los indígenas o los estudiantes que se levantaron en la famosa “revolución de los pingüinos» que reclamaban la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza que primaba la educación privada en detrimento de la pública.
El terremoto del pasado sábado 27 de febrero nos advierte que somos pequeños, muy pequeñitos, que todo es efímero y que nada prevalece. En tan sólo 2 minutos y 45 segundos quedaron hechos añicos los delirios de grandeza que engendra la soberbia humana. ¡Qué humillación!
El jaguar del Pacífico no es más que una gatito regalón que apenas maulla. Si antes se comparaba a Chile con Suiza o Inglaterra, ahora lo meten en el mismo saco que Haití.
Justo cuando el gobierno de Michel Bachelet iba a concluir su glorioso mandato ¡zas! los hados del destino le propinan tremenda bofetada en el hocico. Ella que pretendía pasar a la historia como una estadista de altos vuelos no le ha quedado más remedio que agachar la cabeza y ponerse a llorar sobre las ruinas de un país hecho pedazos.
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