jueves, diciembre 18, 2008

Falsos positivos, asignatura pendiente
Por Vladimir Flórez. El Nuevo Siglo

EL año pasado, la tradicional tregua navideña de los medios de comunicación fue completamente alterada por el anuncio de las liberaciones que las FARC prometieron como desagravio a Hugo Chávez y a Piedad Córdoba, tras la abrupta defenestración por parte del gobierno colombiano de su tarea de mediación con la guerrilla.

Los últimos días de 2007 y los primeros de 2008 fueron la antesala de la libertad para muchos rehenes que por años tuvieron que soportar el suplicio del secuestro; ese delito execrable que algunos insisten en denominar con eufemismos como ‘retención’, ‘prisión’ o ‘detención’.

La liberación de Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo, más la recuperación de Emmanuel fueron la primera dosis de felicidad colectiva que recibimos los colombianos en este convulsionado año.

El regocijo se renovó luego con el regreso de los excongresistas Gloria Polanco, Orlando Beltrán, Luis Eladio Pérez y Jorge Eduardo Géchem; y se convirtió en éxtasis el 2 de julio, con la extraordinaria Operación Jaque, gracias a la cual pudieron volver a casa quince de los secuestrados más ilustres de las Farc, encabezados por Ingrid Betancourt y los tres contratistas norteamericanos, en el que fue sin duda el peor golpe moral que la guerrilla recibía en años, y que se producía pocas semanas después de la muerte de ‘Raúl Reyes’; del asesinato de ‘Iván Ríos’, y del deceso de ‘Tirofijo’, quien murió de viejo.

En el interregno se realizó la gran marcha del 4-F convocada supuestamente como rechazo a las FARC, pero que debido a la manipulación mediática terminó convertida en un multitudinario plebiscito de respaldo a Álvaro Uribe y su política de seguridad democrática, que en este año que termina mostró su mayor lustre, pero también dejó ver su peor degradación.

Si bien es cierto que la guerrilla sufrió serios reveses contra las FF.AA., no es menos cierto que en 2008 muchos uniformados (sobre todo del Ejército) incurrieron en excesos “por los cuales no deberíamos sentirnos orgullosos”, como diría el general Colin Powell.

Aunque de por sí ya eran graves asuntos como la polémica invasión a Ecuador, rodeada de desinformación; el escabroso episodio de la recompensa por la mano cercenada de Iván Ríos y las mentiras piadosas de la Operación Jaque, el caso de los falsos positivos llenó de vergüenza a las Fuerzas Armadas y de dolor a toda Colombia.

El costo de una supuesta recuperación de la tranquilidad del país no puede medirse con la vida de jóvenes inermes, asesinados con las armas del Estado.

Y si el Presidente de la República creyó que dejaba resuelta la cosa con la destitución fulminante e improvisada de dos docenas de militares está muy equivocado, pues aún falta determinar la responsabilidad material de esos crímenes (cuyos autores deben ser judicializados), y además establecer la responsabilidad política, punto en el cual el doctor Uribe y su ministro de Defensa no se pueden seguir lavando las manos olímpicamente. Tremenda asignatura la que les queda pendiente para el año nuevo…

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