"Hay que trabajar por los que siguen presos”: Víctimas de
falsos positivos judiciales recientemente liberados
Por: José Antonio Gutiérrez D.
El día sábado 13 de Julio finalmente salieron libres 6 de
los 8 presos de La Marina. El día viernes, durante la última audiencia, todos
fueron absueltos del proceso en el que se les imputaba los cargos de rebelión y
financiación a “grupos terroristas” mediante fallo del Juzgado Primero Penal
del Circuito Especializado de Ibagué.
Finalmente, tras innumerables retrasos, audiencias
canceladas, gestiones, cayó este burdo montaje judicial basado en testimonios
espurios fabricados por un cartel de testigos prepagos, muchos de los cuales se
hacían pasar falazmente por desmovilizados.
El Estado, los retuvo hasta el final, lo más que pudo:
recién salieron a las 10:00 pm del día sábado, torturando emocionalmente a los
familiares ansiosos de verlos tras veinte meses de ausencia.
Sin embargo, aún no se ha hecho del todo justicia, pues
sólo salieron libres Edwin Lugo Caballero, Arcesio Díaz, Saan Maceto Marín,
Alexander Guerrero, Fredynel Chávez y Aycardo Morales Guzmán; quedan aún dos
compañeros tras las rejas: José Norbey Lugo Caballero y Armando Montilla Rey.
El corregimiento de La Marina, en el municipio de
Chaparral (Tolima), se encuentra en una de las llamadas zonas de consolidación
militar.
Desde hace mucho tiempo que los campesinos denuncian
atropellos, abusos, amenazas y homicidios por parte de los uniformados que
operan en la zona, pertenecientes al Batallón de Infantería XVII “José Domingo
Caicedo”, adscrito a la Sexta Brigada.
El proceso a estos ocho labriegos se enmarca en una
campaña sistemática por parte de la fuerza pública para criminalizar a las
organizaciones sociales y a los dirigentes agrarios de la región, más aún
cuando éstos han expresado su oposición a un proyecto hidroeléctrico de la
empresa ISAGEN en el alto Ambeima.
A estos ocho campesinos, todos afiliados a Astracatol o
dirigentes de su Junta de Acción Comunal, se les detuvo entre Noviembre del
2011 y Marzo del 2012, y fue entonces que comenzó su calvario.
El difícil proceso de retornar a la libertad (y a la
pobreza y la inseguridad)
A su salida,
tuvimos la oportunidad de hablar con algunos de los recién liberados quienes,
desbordantes de alegría,-
se encontraban con sus familias a la vez que tendrán que
enfrentar una situación incierta por la inseguridad que se vive en la región de
consolidación militar así como por la difícil situación económica en que
quedaron tras su larga penuria. Muchos ni siquiera tenían dinero para volver de
Ibagué a su pueblo.
Edwin Lugo Caballero expresó estos sentimientos
encontrados. “Pues aquí sentimos mucha felicidad de estar reunidos con la
familia y con los hijos.
Pues si doctor, mi pensamiento es volver a la finquita
porque no hay otra solución, todo se ha echado pa’atrás, la finca no está bien
tenida, mis hijos sin estudio porque qué hacían conmigo en la cárcel, quién los
alimentaba…
Pues nos encontramos sin plata, sin nada, todo se ha
acabado, sin nada, y uno de pronto con psicosis de la persecución que hemos
tenido.
Uno sale con zozobra no sabe qué hacer. Hay mucha gente
con el mismo caso por toda la presión que hemos sufrido, viven atemorizados, no
saben qué hacer”.
Alexander Guerrero también se hizo eco de estas
apreciaciones, diciendo que “con la moral en alto ya estamos afuera… para mí
fue algo muy duro porque uno no está acostumbrado a esto, es duro, porque deja
el hogar, los hijos abandonados, los padres, la mujer, el negocio.
Yo tengo un negocio de panadería y tocó dejarlo a cargo
de mi esposa. Yo, con el poder de Dios, quiero seguir en lo que estaba, hay que
seguir en la labor que estoy en la panadería.”
Otro de los liberados, Fredynel Chávez, originario de las
Hermosas, se mostró “muy contento, porque eso de estar encerrado es una tortura
para uno, como si uno fuera un criminal.
Toca ahora salir pa’delante… estoy muy contento por toda
la solidaridad que recibimos, estaba desamparado, solo, sin abogado, sin plata
y nos ayudaron mucho. Lo que si es que ahora uno tiene miedo que atenten contra
la vida de uno…”
La cárcel de Picaleña: una temporada en el infierno
A estas dificultades personales y económicas, tenemos que
sumar las cicatrices psicológicas y emocionales que el injusto encierro dejó en
ellos.
Al igual que casi todas las cárceles del país, el centro
de Picaleña en Ibagué, sufre de hacinamiento, falta de servicios esenciales y
condiciones infernales en que los presos son tratados como subhumanos.
Edwin Lugo Caballero, describe las condiciones espantosas
en las que fueron encerrados: “Yo estuve enfermo grave, casi me muero, uno no
tiene a la familia, uno está sin los hijos, sin la mujer… uno está retirado de
ellos y así no lo pueden ayudar.
A mí me dio tuberculosis, estuve veinte días en la
clínica, amarrado día y noche, amarrado de una pata como un animal”.
Alexander Guerrero nos explica que “las condiciones son
muy duras a nivel carcelario… en cuestión de alojamiento toca dormir en los
pasillos, la falta de agua es muy dura, toca hacer las necesidades en baños
repletos, inmundos, es impresionante…” y agrega Fredynel Chávez que “las
condiciones son muy malas, no hay agua, los baños, todo lo afecta uno, yo
estuve enfermo todo el tiempo”.
El daño que se les hizo en la cárcel también fue moral,
como agrega Aycardo Morales: “hace veinte meses que no sé nada de mis hijitos.
Eso era muy difícil que la familia lo visitara a uno acá
en Ibagué, es muy berraco… acá uno solo sufriendo por el agua, por los malos
tratos del Inpec, sólo uno estando en esos lugares sabe uno como es eso. Al
final el campesino siempre tiene la culpa, dijeron en los diarios que éramos lo
peor en la vida, que éramos un peligro para la sociedad”.
Que se frene la persecución contra los campesinos
tolimenses
El montaje judicial contra estos campesinos estuvo tan
mal hecho, que los testigos que utilizaron, siendo supuestos desmovilizados, ni
siquiera aparecían mencionados en los registros oficiales.
A raíz de esto, los familiares de los presos de La Marina
interpusieron, el día 9 de Mayo, una denuncia penal ante la Fiscalía General
contra ellos por fraude procesal y falso testimonio.
Esperan de esta manera, no solamente terminar de
esclarecer toda la situación y que se les repare por el daño hecho, sino que
esperan que caiga este auténtico cartel de testigos prepagos que el ejército
utiliza en contra del campesinado organizado.
Los recién liberados campesinos de La Marina no tienen
pelos en la lengua para decir que lo que ellos sufrieron fue un falso positivo
judicial.
Nos cuenta Aycardo Morales sobre una de las testigos,
Lucero Váquiro, que ella es casi “medio hermana mía, porque mi papá la ayudó a
criar y mire lo que nos hace… hasta lo que hemos sabido, el ejército le propuso
platica para que hiciera esta vuelta, para ellos dar resultados…
otra testigo la denunció de eso… tenemos completa
seguridad que esa muchacha nunca perteneció a ningún grupo ni ha hecho nada, es
un falso positivo, usted sabe cómo es esta diligencia.”
Este falso positivo, como ellos mismo lo llaman, es parte
de una presión muy fuerte que se vive en la región, en que cotidianamente la
fuerza represiva del Estado hostiga a los labriegos.
Nos comenta Fredynel Chávez: “La policía me detenía, me
tomaba fotos, y era mucha joda, uno trabajando para mantenerse y a uno tómenles
fotos hasta que me cogieron y me dejaron enredado.
Yo siempre he cuidado finca, trabajo el frijol, ando
volteando machete, y a uno lo humillan, lo tratan mal… la familia nuestra es
del campo, y nos dicen que uno que es bandido, criminal…”
También Edwin Lugo Caballero denuncia este montaje por su
nombre: “Eso fue un falso positivo que nos hicieron… el tiempo horrible que
pasó uno pagando cosas que nunca había hecho.
Eso está pasando por todas las regiones y no se pronuncia
la gente por el temor de hablar, por el miedo. Nosotros somos campesinos, no
nos mantenemos sino trabajando y para sobrevivir cada día. Nos tenemos entonces
es que ir despertando porque estábamos muy dormidos…”
Los que quedan
La situación de los dos presos que quedan, José Norbey
Lugo y Armando Montilla Rey, debería, en principio, solucionarse pronto si se
tiene en consideración este fallo absolutorio, como lo aclara el comunicado de
la Fundación Lazos de Dignidad, organización que se hizo cargo de la defensa de
cuatro de estos campesinos afiliados a Astracatol [1].
José Norbey Lugo, al momento de su captura, fue obligado
a aceptar cargos mediante tortura por parte del ejército. Por ello deberá
permanecer en la cárcel mientras su proceso fue trasladado al municipio de
Chaparral y se aclara esta situación.
En el caso de Armando Montilla Rey, de Ríoblanco, su
libertad fue negada a última hora, supuestamente, por haber tenido otra orden
de captura, la cual “apareció” entre el día viernes en que fueron declarados
inocentes y el día sábado, antes de soltarlos.
Su hija, Gabriela Montilla, comentó la difícil situación
por la que atraviesa la familia tras que les destruyera la ilusión de ver a
Armando de vuelta con ellos: “ver que los otros salieron y él no, pues le da a
uno muy duro”.
Sobre la orden de captura que enfrenta su padre, Gabriela
nos comentó que ésta la ha pedido la Fiscalía 18 seccional de Ibagué, la misma
que adelantó una captura masiva en el año 2008 en Ríoblanco.
En esa ocasión, nos comenta Gabriela que “hubo orden de
captura masiva para 15 personas, entre ellas mi papá, pero capturaron 14,
porque a mi padre no lo cogieron. Entonces lo declararon reo ausente.
El 15 de diciembre del 2009 todos estos detenidos
injustamente fueron dejados en libertad por falta de méritos, pues el caso fue
montado igual que este de ahorita, con testigos falsos, que eran falsos
desmovilizados porque los conocíamos de la región y nunca fueron guerrilleros.
No nos han dicho nada, suponemos que es de ese mismo
proceso porque mi papá nunca se presentó y cuando el proceso cayó, pensábamos
que todo estaba bien.
Después de que el proceso cayera, a mi papá lo cogía el
ejército apenas salía del pueblo, lo cogieron tres veces en un año y luego lo
dejaban libre. Entonces si ya lo habían dejado libre por qué no le quitaron
esas órdenes de captura que vienen a aparecer ahora, eso no entendemos”.
El camino: la organización popular
Pero Armando Montilla Rey y José Norbey Lugo saben que no
están solos y que se tejió una importante red solidaria en torno a su caso, que
seguirá pendiente de lo que les ocurra en las próximas semanas.
No solamente la Fundación Lazos de Dignidad que les
entregó asistencia jurídica se solidarizó del caso, sino que de muchos países,
grupos solidarios siguieron el caso: los grupos solidarios de Irlanda, grupos
en Francia, Túnez, Estado Español, Suiza y Bélgica.
Su caso fue uno de los puntos de discusión del “Encuentro
Europeo de Solidaridad con las Luchas
Agrarias y Populares, y Apoyo a los Diálogos de Paz con Justicia Social en
Colombia”, realizado en Dublín los días 20 y 21 de Abril.
De ahí se impulsó una nueva campaña de solidaridad con
los presos políticos en Colombia, en la cual el artista colombiano exiliado,
Gustavo Matiz, realizó retratos de tres de los presos de La Marina:
Saan Maceto Marín, Edwin Lugo Caballero, Armando Montilla
Rey. Sitios de información alternativos como Agencia Prensa Rural, Anarkismo,
Rebelion, Tlaxcala y La Pluma, entre muchos otros, difundieron constantemente
comunicados con la situación de los presos.
También están sus familias y la comunidad que no los
abandonarán y que seguirán luchando incansablemente hasta que salgan libres
como los otros.
Los recién liberados saben que la única garantía para su
seguridad, bienestar y para que esta arbitrariedad no vuelva a repetirse, o por
lo menos no en el desamparo en el que estuvieron en un primer momento, es
fortalecer la organización popular en su región.
Organizarse para enfrentar la problemática de derechos
humanos y del pueblo, y fortalecer la organización sindical Astracatol en su
lucha por los intereses del campesinado, más aún cuando se está hablando de
convertir al sur de Tolima en una zona de reserva campesina.
Nos dice Edwin Lugo Caballero, sobre la situación inicial
de desamparo que sufrieron que “por allá en la vereda uno a quién se dirigía,
uno estaba desamparado de todo y cuando el Estado llegó, fue a atacarnos porque
vivíamos en el campo.
Todos somos campesinos y tenemos derecho a nuestra
dignidad en este departamento.” El panadero Alexander Guerrero también señala
el problema que viven los campesinos en Tolima y la necesidad de fortalecer la
red solidaria:
“Se agradece el apoyo, el esfuerzo que han hecho para
proteger los territorios campesinos de mucho atropello del Estado… que dicen
que es zona roja, se dice que todos los campesinos son milicianos y así se
involucra al campesino.
Son cosas desagradables para el territorio campesino
estas que tenemos que vivir, pero estamos con un Estado que poco le interesa el
campesino.
A las organizaciones campesinas el Estado las trata como
algo ilícito y lo ponen a uno entre la espada y la pared, pero el apoyo de
organizaciones internacionales es fundamental para que esto no vuelva a pasar,
para saber que no estamos solos”.
Por último, para ir cerrando la conversación, Aycardo
Morales comenta: “Vea, está muy bien organizarse, porque estamos desamparados…
nosotros tras todo esto que vivimos estamos pa’ las que sean, porque la
justicia de Colombia es una injusticia.
Todavía hay más presos, del sindicato, de la comunidad
también como los cuatro muchachos honestos que cogieron hace tiempo mientras
pagaban servicio militar, muchachos trabajadores, que los involucró Lucero Váquiro
para ganarse un poco de plata, uno los distingue en la vereda.”
Se refiere al caso de los cuatro soldados de La Marina
que fueron arrestados mientras pagaban servicio en la base de Piedras,
supuestamente, por ser colaboradores de la insurgencia; ellos son Vilman Useche
Pava, Wilmer Javier Pérez Parra, Isidro Alape Reyes y Jason Orlando Castañeda.
Prosigue Aycardo Morales diciendo que “el gobierno hace
lo que quiere porque uno no sabe nada, no conoce las leyes, les agradecemos
mucho la solidaridad… la meta era condenarnos a todos y somos inocentes, nunca
hemos tenido problemas con la ley, y si no fuera por toda esa solidaridad de
tanta gente que nos ayudó, ya estaríamos condenados”.
Con la alegría de que se haya caído este nuevo montaje
judicial, pero con la clara conciencia de todo lo que queda por hacer nos
despedimos.
No está de más mencionar que si uno de los objetivos de
la consolidación militar es destruir el tejido social de los campesinos, para
que se disgreguen, no se asocien, para que no hablen, para que vivan con miedo,
les debemos responder con más red, con más solidaridad, con más organización,
con más decisión. A nuestros compañeros, nuestra mano tendida. A quienes los
agreden, el puño cerrado.