Comunidades campesinas de Norte de Santander responden a
insultos del presunto narcoparamilitar Álvaro Uribe Vélez
Por Camilo Raigozo
La Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, en un documento
extenso, respondió a los señalamientos calumniosos-
y malintencionados del
presunto narcoparamilitar y expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez,
difundidos vía Twitter.
@AlvaroUribeVel:
Comunidad: "Gran marcha de Ascamcat q viene hacia Tibu respaldados por Farc
y nadie dice nada !"
A continuación transcribimos la respuesta de la
asociación campesina:
¿Por qué los campesinos marchamos por la paz el 11 y 12
de octubre en Tibú, Convención y El Tarra, Norte de Santander?
La región del Catatumbo, Norte de Santander, se ubica en
la región del Nororiente Colombiano, en frontera con la Hermana República
Bolivariana de Venezuela.
Está conformada por los municipios la Provincia de Ocaña,
La playa, Abrego, Sardinata, El Carmen, Hacari, Convención, Teorama, San
Calixto, El Tarra y Tibu con una población que supera las 180 mil personas.
Sus pobladores han vivido épocas muy buenas, cuando se
podía producir miles de toneladas de cacao, plátano, yuca, maíz, frijol,
cítricos, aguacate, ganadería,-
pescado entre otros productos, que eran
embarcados en camiones que salían de la Gabarra, el Tarra, El Aserrío o
Convención, los puntos más centrales de la región del Catatumbo.
En 1996, en pleno auge de los cultivos de uso ilícito,
miles de campesinos se organizaron para exigirle al gobierno mejores
alternativas de vida para los habitantes de la región,-
lo cual generó la Marcha
Campesina de 96, mediante la cual se acuerda con el gobierno departamental la
elaboración de un plan de desarrollo-
alternativo para la región del Catatumbo,
que sería elaborado con la participación de cinco delegados campesinos y
delegados del gobierno.
En esa misma fecha el gobierno del presidente Ernesto
Samper Pizano anunció la creación e instalación de la base militar
antinarcóticos, en el corregimiento especial de la Gabarra (municipio de Tibu).
Dos años después, el incumplimiento del acuerdo por parte
del gobierno con el campesinado de la región, desencadenó un nuevo
levantamiento del pueblo Catatumbero.
Es así como en 1998, los campesinos se movilizaron hacia
el municipio de El Zulia, donde la fuerza pública arremetió con violencia
dejando como saldo de hombres, mujeres y niños muertos o desaparecidos.
Pero
los campesinos se mantuvieron y el gobierno se comprometió a cumplir los
acuerdos adquiridos anteriormente.
Los
campesinos regresaron a la región, pero entonces las amenazas no se hicieron
esperar y nacieron los comentarios y la zozobra en medio del campesinado, por
que pronto llegarían los “los paracos” o paramilitares.
El 29 de mayo de 1999 se da la primera incursión
paramilitar, donde los hombres de Mancuso llegaron hasta el sitio llamado
refinería, a tan sólo unos kilómetros del casco urbano del municipio de Tibu,
pasando en camiones por el puesto de control de la policía;-
según lo afirmaron
alias “el Iguano” y otros desmovilizados en sus versiones libre. Quienes en el puente de carboneras,
asesinaron a 11 personas que se dirigían de la Gabarra- Tibu en un bus de
pasajeros.
El 21 de agosto de 1999 se produce una de las masacres
más sangrientas que se conocen en la región del Catatumbo, donde Mancuso y sus
hombres asesinaron más de 94 personas,-
en el corregimiento especial de la
Gabarra, donde generaron terrorismo, logrando así posicionarse y tomar control
de la región gracias al asesinato de 10.200 campesinos,-
el desplazamiento
forzado de 110.000 personas de todos los municipios, el robo de tierras, ganado y el asesinato de perros,
vacas, gallinas justificándolo con el argumento que le pertenecían a la
Guerrilla.
Desangrando la región y generando Terrorismo en cada
rincón de ella, acabando con lo que encontraban a su paso, violando mujeres, incinerando
o enterrando gente viva, desapareciendo,-
torturando, descuartizando, matando y
echando los cuerpos al río Catatumbo, entre otras barbaridades que solo pueden
narrar los sobrevivientes que sufrieron en carne propia el horror.
A Finales del año 2004, después de cinco años de sufrir
esta dura pero real situación, en la región del Catatumbo se desmovilizan el Bloque
Norte y Bloque Catatumbo, bajo el mando de Salvatore Mancuso y Carlos Castaño.
Hoy unos están muertos, otros en extraditados en Estados
Unidos y otros ya están terminando incipientes condenas de tan solo 8 años,
caso específico:
Iván Laverde Zapata, alias
“el iguanao”, que confesó más de 2.000 crímenes, pero según las leyes de
impunidad de Colombia, el que más crímenes confiese, menos tiempo paga en la
Cárcel.
A través de la mal llamada Ley de Justicia y Paz, creada
durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, se le dijo no a la verdad, justicia
y reparación integral a las víctimas de estos infames Crímenes de Estado.
Pero cuando al fin se creía que iba haber tranquilidad en
la región, que los campesinos iban a poder vivir en paz, tranquilidad y que
finalmente podrían tener nuevamente la oportunidad de trabajar-
su tierra, en el
año 2005 se incrementa el pie de las Fuerzas Militares del Ejército Colombiano,
y el campesinado se encuentra entonces bajo el fuego de los bombardeos
indiscriminados.
Como prueba de ellos, el ocurrido en la vereda el
Suspiro, del municipio de Teorama, que dejó 50 familias desplazadas, un total
de 300 personas, igualmente, se inician los empadronamientos-
ilegales por parte
de la fuerza pública, (toma de fotos, huellas, registro de nombres a
campesinos), tres meses después, se dan las primeras capturas masivas de los
mismos campesinos que habían-
sido objeto de empadronamientos, se imponen
horarios para la movilidad del campesinado de 6:00 a.m. – 6:00 p.m., se inician
los confinamientos de poblaciones, cargar botas de caucho y machete se convierte en problema y genera
estigmatización para el campesino.
Durante el exterminio llevado a cabo por los
paramilitares entre 1.999 y 2.005, no había sido suficiente; en esos años
cuando el pueblo realmente necesitaba a las Fuerzas Militares para-
proteger a
la población del accionar criminal de estos grupos paraestatales, la ausencia
descarada de la fuerza pública, su silencio y complicidad directa o indirecta;-
evidenciaron la verdadera razón del gobierno colombiano; arrasar con todo lo
que se opusiera al plan macabro de despojar al campesinado de sus tierras y forzarlo
a abandonar uno de los territorios más ricos del país, para poder explotarlo a
sus anchas.
Del año 2006 al 2008 la Brigada Móvil N° 15 asesinó a 68
campesinos, muchos de ellos fueron detenidos frente a sus hijos y bajo el
falsos argumentos, afirmando que se los llevaban detenidos y que se demorarían
en volver.
Muestra de ellos el caso emblemático de Luis Carlos Téllez
Angarita, quien luego de ser detenido ilegalmente la comunidad fue detrás de
las tropas para solicitar-
la libertad de este campesino padre de tres hijos,
pero descarada y vilmente, se atrevieron a decir que fue dado de baja en
combate.
Son 68 familias que no olvidan esos hechos y qué decir de
los jóvenes de Soacha que terminaron en fosas las comunes de las Lizcas;-
justo detrás del Batallón Santander en el
municipio de Ocaña, quienes fueron vilmente asesinados por militares impulsados
por la perversa directiva 029 de 2005,-
expedida por el Ministerio de Defensa
que le otorgaba ascensos, recompensas o un de simple permiso por cada “muerte
en combate”. ¿Será que exigir verdad,
justicia y es un delito?
Dos años después, en el 2010, la Fiscalía Especializada
N° 29 que funciona dentro de las instalaciones del Ejército, emitió 68 órdenes
de captura contra habitantes de la región.
Es así como se dan nuevas capturas masivas, 17 campesinos
y líderes comunales fueron detenidos mediante procesos irregulares:
que se
dieron tres meses después de una serie de empadronamientos ilegales con toma de
fotografías, realizadas por miembros del Ejército en diferentes puntos de la
región.
Usando como argumento acusatorio el testimonio de
testigos falsos, presuntamente “desmovilizados” que se contradecían en su
afirmaciones y que, posteriormente acusaron a agentes de la Sijin de
incumplirles con el pago de $500.000 por los testimonio dados.
Finalmente, los proceso en contra de las 17
personas detenidas pre cluyó a favor de la mayoría, no había fundamentos
jurídicos suficientes, pues se trató de un vil
montaje judicial.
Actualmente, más de 15.000 hombres armados hasta los
dientes, con sed de asesinar y con el afán de controlar la región del
Catatumbo, impulsados desde el Ministerio de Defensa mediante un Plan
Consolidación,-
están militarizando la vida civil campesina, desconociendo las
verdaderas necesidades de los campesinos, violando el principio de distinción y
convirtiéndolos en objetivos militares, usándolos como escudo humano o blancos
de la guerra.
Por estas y muchas más razones, los campesinos de 7
municipios de la región del Catatumbo, nos hemos propuesto retomar las banderas
de lucha de aquellos campesinos-
que fueron asesinados por los paramilitares,
entre ellos cinco valientes y aguerridos líderes de los cuales fueron
asesinaron tres el mismo día.
Por ellos y por el campesinado Catatumbero, hoy exigimos
Zona de Reserva Campesina para el Catatumbo, con un plan de desarrollo y paz
para la región del Catatumbo que enmarque las-
necesidades reales y más sentidas
de la región, para sacarla adelante y volver una vida campesina no dependiente
de los cultivos de coca por la ausencia de la inversión social.
Una vida digna donde sembrar comida sea posible, ser
autosuficientes, que la tierra le pertenezca al campesinado, no a los
terratenientes no a las multinacionales, ni a las empresas que quieren llevarse
el carbón arrasando con la biodiversidad y el recurso hídrico.
La región del Catatumbo no es la tierra de grandes
extensiones de palma, es la tierra para sembrar Plátano, frijol, arroz, maíz y
todo lo que la ella pueda parir para ayudar abastecer a Norte de Santander y no
depender de mercados internacionales.
Es por eso que hoy el campesinado del Catatumbo dice a
una sola voz: no queremos más guerra, no queremos más muertos, no queremos más
desplazamientos, no queremos más persecución judicial…
Porque la paz con
justicia social es salud, educación, vivienda digna, vida digna, carreteras,
eliminar todos los factores socioeconómicos que por más de 60 años han sumido a
Colombia en la crisis.
Por eso la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat),
las alcaldías de varios municipios, las casas de las culturas, los estudiantes,
campesinos, asociaciones de desplazados y toda aquella-
personas que esté en
contra de la guerra y quiera la paz, se sumara este mes a la marcha por la paz
que se realizará en tres puntos esenciales de la región: Convención, El Tarra y
Tibú, el 11 y 12 de octubre.
Esta marcha impulsada por la unión de esfuerzos del
pueblo Catatumbero, no es una marcha convocada ni impulsada ni por el gobierno,
ni por la Farc,-
como lo afirman los enemigos del pueblo que le temen a la
unificación de los sectores sociales populares.
Es una marcha del pueblo cansado de la guerra y de la muerte.
¿Hasta cuándo los perversos e insaciables codiciosos
ocultos tras el poder, continuarán usando el mismo discurso gastado para
señalar y estigmatizar todas las iniciativas-
del pueblo (llámese marcha, acto
público, plantón, conformación de movimiento social, asociación campesina,
comunitaria, etc.), acusándolas de ser impulsadas por la guerrilla?
Nosotros los campesinos que vivimos en carne propia toda
la crueldad y el escarnio del conflicto social y armado que vive el país y que
vive el Catatumbo,
¿No tenemos la libertad y el derecho legítimo de
organizarnos? Es de aquí que nacen nuestras iniciativas, las necesidades
subjetivas las que nos mueven.