Por: El Espectador
José 'Pepe' Mujica, presidente de Uruguay, dio un
discurso memorable en la pasada cumbre sobre desarrollo sostenible en Río de
Janeiro.
En pocos días se convirtió en uno de los videos más vistos en
internet.
Vive en una pequeña y discreta chacra localizada en las
afueras de Montevideo y no en un lujoso condominio como correspondería al
presidente de una nación.
Conduce un viejo Volkswagen celeste, modelo 87, en vez de
viajar en una caravana de carros blindados. Por ley recibe US$12.500 mensuales,
de los que guarda para sí US$1.250. El resto lo dona a fundaciones sociales.
Ver video.
Si no fuera por estos y otros detalles de su vida, el
discurso que pronunció José Pepe Mujica en la pasada Conferencia de Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas (Río+20) sería nada más que el discurso de un
hábil político capaz de decir lo que otros esperan escuchar sobre el desenfreno
de una sociedad consumista.
“Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo
rechinan”, susurró el viejo presidente uruguayo, que comenzó su trayectoria
política en los 50 como miembro del Partido Nacional y una década más tarde se
sumó a las huestes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo
guerrillero de origen marxista influido por la revolución cubana.
No llevaba corbata cuando dijo esas “cosas que rechinan”
en Río de Janeiro frente a representantes de 192 países. Nadie ha podido nunca
convencerlo de atarse una al cuello.
Y era mejor no tener una a la hora de decir cosas como
“el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad humana, del amor, de las
relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo
elemental”.
"Pobre es el que necesita mucho"
Autoridades presentes de todas las latitudes y
organismos, muchas gracias. Y muchas gracias y nuestro agradecimiento al pueblo
de Brasil y a su señora presidente.
Y muchas gracias a la buena fe que seguramente han
manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima
voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que esta nuestra
pobre humanidad pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacernos algunas preguntas en
voz alta. Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo sustentable, de
sacar inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?
El modelo de desarrollo y de consumo es el actuar de las
sociedades ricas. Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los
hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los
alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿el mundo tiene los elementos hoy, materiales,
como para hacer posible que 7.000, 8.000 millones de personas puedan tener el
mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades
occidentales?
¿Será posible? ¿O tendremos que dar algún día otro tipo
de discusión? Porque hemos creado una civilización, en la que estamos, hija del
mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso material
portentoso y explosivo.
Pero lo que fue economía de mercado ha creado sociedades
de mercado, y nos ha deparado esta globalización. ¿Y estamos gobernando a la
globalización o la globalización nos gobierna a nosotros?
¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos
juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada? ¿Hasta
dónde llega nuestra fraternidad?
Nada de esto lo digo para negar la importancia de este
evento. No. Por el contrario. El desafío que tenemos por delante es de una
magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.
El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado.
Sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre.
¿Y la vida? Porque no venimos al planeta para
desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices.
Porque la vida es corta y se nos va.
Porque ningún bien vale como la vida y esto es elemental.
¿Pero si la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir?
La sociedad de consumo es el motor, porque en definitiva,
si se paraliza el consumo o se detiene, se detiene la economía, y si se detiene
la economía, es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros.
Pero ese hiperconsumo a su vez es el que está agrediendo
al planeta. Y tiene que generar ese hiperconsumo cosas que duren poco porque
hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no puede durar más de mil horas
prendida.
Pero hay lamparitas eléctricas que pueden durar 100.000,
200.000 horas. Pero ésas no se pueden hacer. Porque el problema es el mercado.
Porque tenemos que trabajar. Porque tenemos que tener una civilización de uso y
tire. Y estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político que nos están
diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de
plantearnos volver al hombre de las cavernas ni tener un monumento del atraso.
No podemos indefinidamente continuar gobernados por el
mercado, sino que tenemos que gobernar el mercado. Por eso digo que el problema
es de carácter político.
En mi humilde manera de pensar, porque los viejos
pensadores lo definían, Epicúreo, Séneca, los aymaras, pobre no es el que tiene
poco, sino que, verdaderamente, pobre es el que necesita infinitamente mucho y
desea y desea y desea más y más. Esta es una clave de carácter cultural.
Entonces, quiero saludar el esfuerzo y los acuerdos que
se hacen. Y lo voy a acompañar como gobernante. Porque sé que algunas cosas de
las que estoy diciendo rechinan.
Pero tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua,
que la crisis de la agresión al medio ambiente, no es una causa. La causa es el
modelo de civilización que hemos montado y lo que tenemos que revisar es
nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos
naturales para vivir. En mi país hay tres millones de habitantes. Poco más de
tres millones doscientos mil. Pero hay trece millones de vacas de las mejores
del mundo.
Cerca de ocho o diez millones de ovejas estupendas. Mi
país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una plenillanura. Casi
el 80% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las ocho
horas de trabajo. Ahora están consiguiendo seis horas. Pero el que consigue
seis horas se consigue dos trabajos y por lo tanto trabaja más que antes.
¿Por qué? Porque tienen que pagar una cantidad de cuotas.
La motito que compró. El autito que compró. Y pague cuotas y pague cuotas. Y
cuando quiere acordar es un viejo reumático como yo y se le fue la vida.
Uno se hace estas preguntas: ¿ese es el destino de la
vida humana? Estas cosas son muy elementales.
El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad,
tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor, de las relaciones
humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental.
Precisamente porque eso es el tesoro más importante que
se tiene. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio
ambiente se llama la felicidad humana. Gracias.