miércoles, julio 11, 2012

Dictadura mediática/
La ética del periodista
Por J. Cortés

 “No me interesa vender, me interesa comunicar”, así le respondió el periodista francés Romeo Langlois a delfín del periodismo colombiano Luis Carlos Vélez;-

un comentario que nos motiva a un debate sobre el papel de los medios y los periodistas en el cubrimiento del conflicto.

En los días posteriores a la entrega del periodista free lance, se escucharon muchas opiniones sobre el tema, unos sugirieron como es costumbre ante los independientes, que Langlois era de las Farc,-

otros menos radicales pero igual de tendenciosos que era un ingenuo que tenía esa visión europea idealista de las guerrillas y se atrevieron a formular que solo los periodistas colombianos podían-

percibir mejor el conflicto armado, no pocos llegamos a la conclusión de que indudablemente al periodismo colombiano le hace falta independencia y se autocensura… o lo censuran.

El mismo Luis Carlos Vélez se le salió sin querer en la noche del 30 de mayo, que el gobierno les había pedido a los medios nacionales-

que no cubrieran la noticia y estos sin poner la mínima y debida resistencia a tan sutil censura aceptaron humildemente su pedido.

Rápidamente al darse cuenta de su metida de pata añadió que Piedad Córdoba también se lo había pedido – que no cubriera la noticia – , falta tener la versión de Piedad si realmente elevó tal solicitud.

El hecho es que solo Telesur cubrió la noticia, tal parece que de no ser el canal latino pocos nos enteraríamos de la realidad nacional e incluso internacional.

Alguna vez tratando de entender por qué la percepción del conflicto y de la insurgencia por parte de los extranjeros es tan diferente a la de los nacionales, llegamos a la conclusión que esto se debía en parte a que en el exterior no existía ni Caracol, ni RCN.

Es que una buena parte de la opinión de generaciones acríticas han sido “informadas” por los noticieros que no cumplen con su labor social de informar.

Privilegian el avance el reality que sigue a informarnos profundamente sobre la realidad de los colombianos, llámese conflicto armado, corrupción, política, cárceles, movimientos sociales.

Los noticieros nacionales prefieren ceder cinco valiosos minutos de una entrevista a un futbolista que pocas cosas de importancia dice: “las cosas no se dieron…”-

y demás doctrinas por el estilo, a irse a algún lejano sitio en el monte y preguntarle directamente a los actores del conflicto ¿cuál es su propuesta de país?

Es lamentable que las propuestas de paz de la insurgencia o cualquier comunicado tenga que venir de manos extranjeras o ser mostrados por medio de otros países que se escapan de la censura del establecimiento.

Es una lástima perder tantos y valiosos minutos al aire mostrando accidentes de tránsito tan cotidianos o motociclistas que llevan como-

como segundo pasajero a un ternero amarrado, o cualquier estupidez digna más de un programa de locos videos que de in serio noticiero.

Hace muchos años Fidel Cano, fundador de El Espectador, fue privado de la libertad para silenciar su opinión.

En aquel entonces, los liberales eran los terroristas y subversivos, hoy bastante domesticados por el poder, muchos se olvidan de sus orígenes.

Ante la captura del periodista de Anncol Joaquín Pérez, el periódico liberal no ha dedicado ni un aviso clasificado que reivindique el derecho a ejercer el periodismo independiente.

Recordando lo dicho por Langlois, se puede afirmar que uno de los problemas de periodismo en Colombia es fundamentalmente ético-

y tiene que ver con la contradicción entre el mercado de la información, lo que se vende como diría Vélez y el derecho a informar, el placer de informar-

como lo mostró humildemente el francés Langlois. Basta ver los jugosos salarios de los llamados líderes de opinión para sospechar de su independencia.

Pekka Himanen criticó de forma insistente esa ética protestante y planteó la contraposición de la ética Hacker – ver la ética Hacker en la era de la información –.

Para la primera ética el trabajo o cualquier actividad que desarrolle un ser humano, tiene como fin producir riqueza; para el segundo, el trabajo debe ser placentero.

En síntesis, uno debe hacer lo que le gusta en función de su realización personal y no en función del dinero.

Sin duda la ética hacker propuesta por Pekka Himanen está blindada de posibles manipulaciones, parte de un ejercicio libre e independiente de cualquier profesión.

Una ética como la que define implícitamente Vélez no pasa de ser la de un vendedor de noticias que se ofrecen al mejor postor, según se puede inferir de su propio comentario.

El país necesita menos periodistas del Jet – Set, periodistas celebridades de corbata y fino paño, y sí necesita periodistas de jeans y botas que se unten de la realidad;-

mas periodistas de campo que de escritorio y que no teman contarle a los colombianos lo que pasa en el país, sin ninguna atadura.

El periodismo no se escapa de la crisis y sin duda el derecho a informar y ser informado será uno de los puntos respaldados por la sociedad en una futura solución política del conflicto.


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